3- No cambia nada.

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April Miller

Me puse el vestido, me arreglé el cabello y me puse un poco de maquillaje, debía alistarme rápido porque teníamos reunión en la fraternidad, porque todas estaban preocupadas por el asunto de que ya se habían ido varias chicas. Así que me tocaba calmarlas o todas nos íbamos a enloquecer y decía todas porque ya me tenían al borde de la locura a mí también, porque de repente empezaban a discutir, todas gritaban, reclamaban e incluso ya habían estado a punto de llegar a los golpes. En serio que de haber sabido que ser la líder iba a costar tanto, mejor no hubiera aceptado, pero ya no había marcha atrás porque no iba a renunciar, no estaba dispuesta a darle gusto a muchas.

—April, ya es hora —escuché la voz de Renata desde a fuera y como golpeaba varias veces.

—Ahora voy —grité. Revisé mi maquillaje y cuando estuvo listo  salí de la habitación.

Renata me estaba esperando a fuera, así que juntas bajamos las escaleras, todas estaban reunidas en la sala, en un total y completo desorden, todas gritaban y discutían, sobre cualquier cosa. Últimamente hasta por la mosca que pasaba por enfrente se querían agarrar a golpes. Todas estaban descontroladas y no sabía el porqué exacto de la situación actual. Sí se habían ido varias chicas, pero no era el fin del mundo, por Dios, hacían demasiado drama por una tontería como esa. Respiré hondo y me dispuse a llamar su atención.

—¡Silencio! —grité exasperada e inmediatamente todas se callaron—. Por favor siéntense todas —de mala gana se sentaron en pequeños grupos lanzándose miradas de odio las unas a las otras.

Sino arreglaba la situación la tercera guerra mundial sería dentro de esa casa.

—April, ¿por qué todas las chicas se están yendo? —preguntó Jackie acomodando sus anteojos.

—Algunas se han ido por decisión propia, en serio no sé qué tienen en la cabeza para tomar esa estúpida decisión, por otro lado… algunas las he expulsado, porque hay ciertos comportamientos que no se pueden permitir —yo era la menos indicada para decir eso, pero era la líder—. ¿Pero de todas a quién le importa? Las que estamos somos suficientes para…

—Déjanos decirte que a nosotras nos importa y mucho —respondió una y todas asistieron.

Perfecto April, te mereces el premio a las preguntas estúpidas.

—Por favor ellas son las que se pierden de la diversión —vi a Renata y sonreí. ¿Qué haría sin mi mejor amiga?

—¡Exacto! —dije con entusiasmo—. Nosotras vamos a disfrutar estos últimos meses que nos quedan acá, en cambio ellas no.

—Ellas serán simples marginadas —agregó Renata.

—Seamos sinceras —habló Shelsy, mejor conocida como la zorra alborotadora y envidiosa. Nos odiábamos mutuamente—, la hermandad ya no es como antes, ahora es... aburrida. Ya no nos respetan como antes. Delta Psi no es ni rastro de lo que fue alguna vez —la mayoría asintieron.

Tenían razón, mis primeros años fueron hermosos, quizás porque estaban a cargo de alguien más y yo estaba libre de toda responsabilidad. Pero de todas formas no iba a aceptar eso en voz alta, no porque había salido de la boca de la zorra esa.

—Eso no es así —ante esta perra yo siempre tenía que tener la razón.

—Claro que si, hemos perdido prestigio—todas volvieron a asentir—. Incluso, te acostaste con uno de nuestros peores enemigos, Bastián West —muchas se sorprendieron porque todas conocían muy bien nuestra historia de odio.

Odiaba a la maldita más que a los lunes, pero en cierto modo tenía razón, me había acostado con West y ni él ni el grupo de natación estaba de nuestro lado, para todo apoyaban a las malditas porristas, por lo tanto todos ellos y principalmente Bastián West, eran nuestros enemigos.

Embarazada De West [West#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora