Bastián West
Cuando April me dijo que estaba embarazada, de verdad me tomó por sorpresa y por supuesto que no era para menos, aunque debía confesar que yo, a diferencia de otros, siempre había querido tener hijos y formar una familia, con la mujer indicada y eso precisamente estaba en mis planes después de terminar la universidad, iba a buscarla y estaríamos juntos. Imaginaba a mis hijos con cabello rojo como el de su mamá, pero al parecer tendría el cabello rubio. Sin duda alguna el destino ya había decidido por mí. Adiós a mis planes de un reencuentro. En fin, fuera como fuera, iba a ser padre y debía hacerme cargo de mi hijo o hija. Y sinceramente ya me imagino lo lindo que sería verlo crecer, jugar con él o ella, cargarlo, tenerlo en mis brazos, poder sentir su corazón latir.
Tenía veintitrés años y ya iba a ser padre y la madre de mi bebé era April Miller. Estaba muy, muy asustado, quería salir corriendo, cosa que por su puesto no haría, pero habría sido una buena idea alejarme de todo y pensar bien las cosas. Bueno, no iba a pensar en si me haría cargo o no, más bien quería pensar en que si estaba listo para ello o no, en si haría bien las cosas o sería un asco como padre y mi hijo terminaría viviendo lejos de mí, sin hablarme, sin querer volver a casa para no verme... ¡alto! Esa era mi situación, yo no tenía porqué cometer los mismos errores de mi papá y mi hijo no tendría porque alejarse de mí.
—Necesito que me digas algo —la voz de April me sacó de mis pensamientos y suspiré. Pude notar que ella estaba nerviosa y me sentía mal por no haberlo dicho nada, pero no sabía qué decir.
—¿Qué quieres que te diga? —empezó a sollozar—. April, no, no llores —limpió sus lágrimas—. Sé que ninguno de los dos nos lo esperábamos, pero ya no lo podemos cambiar.
—No sé qué hacer —cubrió su rostro con ambas manos.
—Tranquila —rodeé sus hombros con mi brazo—. Yo voy a estar contigo... bueno con ustedes —elevó su rostro y me vio a los ojos.
—¿Hablas en serio? —asentí.
—Yo me haré cargo de todo. No te voy a dejar sola —una leve sonrisa apareció en su rostro.
—Jamas pensé que reaccionarias tan... bien —con mi pulgar limpié una de sus lágrimas.
—Estoy sorprendido y asustado, no lo niego, pero es mi responsabilidad estar con ustedes —señalé su vientre aún plano, suponía que pronto empezaría a crecer—. En serio quiero estar en cada momento, quiero verlo crecer y no sé... —me encogí de hombros—. Todas esas cosas que hacen los padres con sus hijos.
Quizás enseñarle a nadar, a andar en bicicleta, le enseñaría todo lo que alguna vez con amor me habían enseñado a mí.
—Gracias por apoyarme —me abrazó por algunos minutos, cuando nos separamos estaba un poco más tranquila—. Gracias de verdad, muchas gracias.
—No tienes nada que agradecer, yo debo estar con ustedes —sonrió. Estuvimos un rato en silencio, hasta que April habló.
—Ya debo irme —se puso de pie y yo hice lo mismo.
—Yo también —ambos salimos de los vestidores caminando uno al lado del otro—. Cualquier cosa que necesites me llamas, no importa la hora que sea. Renata, tiene mi número así que puedes pedírselo a ella.
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Embarazada De West [West#1]
Romance¿Hay algo peor que perder la virginidad en una borrachera? Sí, es aún peor perderla con el más idiota y antisocial de toda la universidad, y a eso agreguémosle perder mi excelente reputación y terminar expulsada de la hermandad. ¡Ah, claro! Olvidab...