Sólo minutos después de que Brouce saliera de mi casa, mi hermana llegó.
-Hola. –Le dije abrazándola.
-Hola… ¿quién era ese tipo tan guapo que salió de aquí? –Reí por su expresión.
-Nadie, nuevo empleado de la empresa, le estaba explicando cosas que debía saber para que hiciera las cosas bien, pero por lo visto, él sabe hacerlas.
-En serio Sara, ¿quién es?
-¿Te acuerdas que hace unas semanas atrás, te conté de un chico que estaba en el parqueadero de la empresa? Bueno, es él y sí es nuevo en mi empresa.
-A ver si entendí. ¿Él te acosa y después tú le das trabajo en tu empresa? Pues que me acose un dios como ese. –ambas reímos.
-Tú si exageras hermanita.
-No lo hago, realmente está como quieren. Espera, espera, espera, mírame bien ¿no te estarás enamorando Sara?
-No. –respondí secamente.
-Sara, no está mal enamorarse, te lo mereces.
-Ya te dije que no, él no me gusta, yo no lo quiero ni mucho menos estoy enamorada de un tipo que apenas conozco.
-¿Sabes cuál es tu problema Sara?
-¿Cuál problema Daphne? No tengo ningún problema.
-Sí, sí lo tienes y es que te acostumbraste a soñar sola, a hacerte la fría, la sin sentimientos, a quien no le importa nada y cuando notas que de repente alguien más aparece en tus planes, te asustas y niegas que lo quieres.
-No estoy enamorada, no hay nada más que decir.
-Estás tan encerrada en tu mundo que no quieres ver la realidad que te rodea.
-Ya basta ¿sí? No quiero discutir y menos contigo, tengo que irme a trabajar.
-Siempre evades las cosas. –dijo apenas audible, para que yo no le escuchara.
-Te oí.
-Es la verdad, pero ya me voy.
…
-¿Qué piensas? –me pregunta Brouce.
-En nada.
-No te creo.
-Me vale Brouce. –le digo secamente.
-¿Por qué la actitud Sara?
-¿Por qué no te callas?
Se puso de pie y se marchó en completo silencio de mi oficina.
-¿Quién se cree? –Digo para mí misma- ¿Por qué quiere preguntarme todo?
Genial Sara, te has pasado.- Me dice mi subconsciente. –No, no me pasé. -Sara, él sólo se preocupa por ti. Ya basta.
Tal vez tenga razón, tal vez Brouce sólo se preocupa por mí, pero debe entender que no me gusta sentirme acosada, en cierta forma.
Salgo de mi oficina y me dirijo al ascensor, segundo piso exactamente, allí se encuentra Brouce trabajando. Toco a su puerta apoyada en el marco, él me abre pero no dice nada, sólo me deja pasar.
-Lo siento. –sale de mi boca sin meditarlo mucho, me siento extraña, no había dicho eso en mucho tiempo, él se lo merece… creo. –no debí hablarte de esa manera.
No responde.
-Entiendo si estás molesto, es sólo que… -suspiré- eso es lo que venía a decirte.
Estaba a punto de marcharme cuando por fin, Brouce habló.
-Espera.
Me doy la vuelta y él comienza a caminar lentamente y tiene los brazos cruzados, me mira muy seriamente.
-Es sólo que ¿qué?
-Eso, exactamente eso Brouce, no me gusta que me pregunten cosas todo el tiempo, que quieran saber de mí, de lo que pienso, de lo que hago y tu curiosidad me incomoda un poco.
-Lo siento.
-No… no, no. –le acaricio la mejilla –discúlpame tu a mí. Brouce, debes entenderme, no es fácil para mí hablar de mis cosas y con respecto a lo que estaba pensado hace un rato es sobre mi madre, ella está aquí y no sé qué quiera.
Él me abraza y me da un pequeño beso en la cabeza.
-Está bien, tranquila, te entiendo. Sé que debo darte tiempo para que aprendas a confiar en mi… -¿confiar? Hace mucho dejé de confiar, no sé si pueda hacerlo ahora. –Sara, te quiero, tengo la necesidad de decírtelo cada segundo que pasa y voy a estar para ti cuando al fin decidas dejarme entrar aquí –dice señalando mi corazón –quieras o no y no me importa cuánto tiempo tenga que esperar, por ti vale la pena todo esto.
-Tengo que irme. –no lo dejé responder, salí de allí como si mi vida dependiera de ello, olvidé cómo reaccionar ante personas tan increíbles como él. Tengo miedo, eso es lo que sobra en mi corazón, miedo al dolor, miedo a la soledad, miedo a querer… miedo a enamorarme.
Saco las llaves de mi bolso y abro la puerta, entro y cuando iba llegado a la cocina tocaron el timbre.
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Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*
RomanceDespués de ese día dejó de ser la misma, se convirtió en una chica fría, sus ojos ya no reflejaban la dulzura de su alma... hasta que lo conoció a él.