Capítulo 22.

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-¿Qué? –pregunto sorprendida, la felicidad inunda mi cuerpo por completo.

-Sí, hace unos minutos.

-¿Y por qué nadie se había tomado el tiempo para decirme? –digo y realmente ni siquiera me importa que no me hayan dicho, ahora lo que importa es que Brouce ya despertó.

-No lo sé Sara, la emoción del momento, lo sentimos.

-Está bien –le sonrío –quiero ir con él.

Anne asiente y nos dirigimos a la habitación de Brouce.

Cuando estamos a punto de llegar, paro en seco y Anne fija su mirada de confusión en mí.

-¿Qué pasa?

-Él… ¿recuerda algo?

Tengo que saberlo antes de verlo, quiero saber si es cierto que no recordará nada. Tengo miedo, lo arruiné, soy una jodida estúpida, todo esto es mi culpa.

-No aún y no sabes cuánto me duele verlo así, nos mira como si fuéramos unos completos desconocidos –su voz se quiebra –pero tenemos que darle tiempo ¿de acuerdo?

Yo asiento y limpio mis lágrimas. He llorado tanto y parece ser que mis lágrimas nunca cesarán.

Entramos a la habitación y rápidamente Brouce fija su mirada en mí, cuanto extrañé ver sus ojos azules.

Le sonrío y él niega con su cabeza, es exactamente como nos conocimos, sólo que los papeles cambiaron.

-Hola –le digo tímidamente mientras me siento a un lado de su cama. Él se tensa.

-Hola… ¿Quién… eres?

Una puñalada más en mi corazón. La pregunta que tanto temí que me hiciera, mi cuerpo queda sin aire y siento como las lágrimas se acumulan en mis ojos.

-Soy Sara, Sara Smith. –él abre sus ojos en señal de sorpresa.

Por favor Dios, que me recuerde, que me recuerde –repito una y otra vez en mi mente.

-mm… ¿eres mi novia o algo así? –dice y me guiña el ojo, yo río.

Carajo, ¿está coqueteando conmigo?

-No, soy tu jefa.

-Oh, lo siento –dice y se ruboriza.

-Descuida, tenemos historia.

-¿A sí? No lo recuerdo. –dice y frunce el ceño.

-No lo repitas más –le suplico en un murmuro.

-¿Qué cosa?

-Nada, olvídalo –le digo fríamente, mierda Sara, tu actitud no ayuda –voy… voy a hablar con el doctor.

Él asiente y yo me coloco de pie torpemente. Me acerco a Jhon.

-¿Qué pasó?

-¿No te alegra que ya haya despertado?

-¿Qué? ¿Qué sucede con tus preguntas? –ruedo los ojos y él ríe –me refiero a que Brouce haya despertado repentinamente, según tú, él despertaría en unas semanas ¿no?

-Sí, créeme, yo estoy igual o más sorprendido que tú. Esto, seguramente, debe ser un milagro.

-Lo es –yo sonrío.

-¿Y sabes qué más es un milagro?

-¿Qué?

-Eso –Jhon señala a Brouce, quien observa cada uno de mis movimientos –sospecho que serás recordada muy pronto Sara.

-¿Tú crees? –pregunto sin quitarle la mirada a Brouce.

-No lo creo, estoy seguro de ello.

Las palabras de Jhon, inundaron mi corazón de esperanza y por fin, después de un año, puedo decir que soy feliz, pero esta felicidad no me durará mucho.

-Ahora nosotros iremos a comer. Necesitas alimentarte, no quiero atender a nadie más.

-Pero…

-Sin peros Sara Smith –me interrumpe y yo frunzo el ceño.

-Bien. ¿Dónde está Daphne?

-En la cafetería, con Edward.

-¿Edward? –pregunto confundida.

-Su novio ¿no lo conocías?

-Oh… algo me había dicho.

-Vamos ya.

Asiento.

-Ahora vuelvo Brouce –le digo.

-Eso espero, jefa –me guiña el ojo. Dios, él no cambiará.

Salimos de la habitación, entramos al ascensor y bajamos al primer piso.

-Pensé que nunca bajarías –dice Daphne abrazándome -¿cómo esta Brouce?

-Bien –le sonrío débilmente.

-Él te recordará Sara, sólo dale tiempo.

-Eso espero. –digo y observo a un chico detrás de mi hermana, él me sonríe y yo solo hago un movimiento con mi cabeza.

-¿Ese es Edward?

-Sí –dice y sus ojos se iluminan –amor, ven, quiero presentarte a mi hermana.

Edward se acerca.

-Sara, él es Edward Cox, mi novio. –él me tiende su mano y se la estrecho. Mi semblante es completamente serio.

-Sara Smith.

-Un gusto conocerte Sara. –dice y yo asiento.

No sentamos en una mesa apartada. Mi teléfono comienza a sonar, reviso la pantalla, es Daicy quien llama. La ignoro rápidamente, no quiero saber nada que tenga que ver con el trabajo, por culpa de eso, casi pierdo a Brouce.

-¿Y bien? ¿Qué quieres comer? –me pregunta Jhon.

-Nada, no tengo hambre –digo y me cruzo de brazos.

-Tienes que comer Sara, tus defensas están muy bajas.

-Deja de tratarme como a una niña –frunzo el ceño.

-Entonces deja de comportarte como una. –dice y yo río.

Después de tanto discutir, Jhon me trae un sándwich de queso y un café. Como sólo la mitad, lo cual provoca que se alteren todos.

-Vamos poco a poco, casi pierdo la cabeza y lo último que quiero es pensar en que debo comer.

-Bien –dicen Daphne y Jhon al uniso.

-Quiero subir.

En serio, esto es realmente patético, parecen mis padres.

-Pues ve.

-Ugh, pensé que tampoco me dejarían volver.

Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora