Me llevo las manos a la boca, estoy jodidamente sorprendida y una vez más de mis ojos comienzan a caer lágrimas rápidamente.
-Dime que no estás jugando conmigo, dime que realmente me recuerdas, dímelo –murmuro suplicante.
-Te recuerdo Sara Smith, recuerdo cuando nos conocimos, fue en el parqueadero de tu empresa y desde esa noche hubo una fuerte conexión entre nosotros, esa noche sentí que había desperdiciado toda mi vida con personas totalmente ajenas a mí, que por fin, después de tanto tiempo había encontrado a la indicada. No quería admitir esto pero, el que te hayas alejado de mi me permitió recordarte, me permitió saber cuánto te amaba, porque dejaste un jodido vacío cuando me dejaste y Dios sabe lo mal que me sentí cuando lo hiciste, cuando sólo ibas pocas veces a visitarme en el hospital y cuando tu actitud fría y cortante me pedía que me alejara porque el que no te recordara te hacia daño.
Sus palabras me dejan muda, realmente no puedo creer que lo tenga aquí de nuevo diciéndome que me recuerda. He deseado esto por mucho tiempo y estando aquí, escuchándolo, viéndolo no me permite creerlo, es tan irreal. Suplico al cielo que me haga entrar en razón y que pueda decir algo ahora.
-Sólo di algo –dice y me mira con sus ojos ahora cristalizados.
-Yo… -es lo único que puedo decir y me siento como una estúpida.
-Te sorprende, lo sé, porque a mí me pasa igual, al darme cuenta que ella no eras tú realmente me jodió, porque sus caricias y besos eran totalmente ajenos y sentía que me hacía falta algo o alguien y ese alguien eras tú, siempre fuiste tú todo el maldito tiempo.
-¿Sabes lo mucho que desee que me dijeras esto? ¿Sabes lo que sentí cuando te vi con ella? Me hiciste mierda Brouce y lo peor de todo es que ni siquiera tenía algún derecho de sentirme así, porque fui yo quien se provocó todo este daño, mi mundo se acabó por completo, pero hoy tú me has permitido nacer nuevamente. –digo por fin.
Brouce se acerca lentamente y comienza a besarme, delicadamente y sin prisa. Lo tengo otra vez, de nuevo es mío.
-Siento causarte tanto daño, quisiera devolver el tiempo y haber llegado a esa jodida reunión que fue la causante de nuestra separación.
-Pensándolo bien, todo es tu culpa –bromeo y comienzo a reír.
-Lo sé, soy un imbécil –ríe también.
-Te quiero, este tiempo sin ti fue un completo infierno, te extrañé demasiado. –digo y lo abrazo fuertemente, como si mi vida dependiera de ello.
-Te amo con mi jodida vida Sara ¿lo sabes? –asiento y sonrío.
-Quiero que sepas que te escogí a ti porque fuiste el único que encontró mi punto débil y no solo eso, si no que te convertiste en mi punto débil. –le sonrío tímidamente.
-Lo sé, tú siempre serás el mío. –vuelve a besarme.
-No quiero hacerte daño Brouce. –murmuro.
-La única forma de que me hagas daño, es alejándote de mí ¿entiendes?
-Te quiero –le repito muchas veces y es que tengo la necesidad de decírselo cada vez que pueda, me aterra que lo olvide.
-Te amo –también repite muchas veces. –ojalá me dijeras que me amas Sara.
Te amo como no te imaginas, pero no puedo decirlo aún.
-No necesito decir esas palabras para que sepas lo importante que eres para mí.
-Me conformo por ahora, sé que con el tiempo lo dirás.
Cuando nos conocimos, algo en el interior de ambos cambió y, fuera lo que fuera hacía que nos necesitáramos el uno al otro. Por razones que desconocía, yo era su excepción, y, por mucho que hubiera intentado luchar contra mis sentimientos, él era la mía.
Ahora me tenía junto a él, su brazo por encima de mis hombros y una de nuestras manos entrelazadas, era simplemente perfecto tenerlo así de cerca, poder sentir su aroma tan varonil y desde ahora ese será mi olor favorito; Brouce Jones.
El recuerdo de haber pensado en despedir a Brouce se cruza por mi mente lo cual provoca que suelte una pequeña risa. ¿Cómo pude pensar siquiera en eso?
-¿Qué es gracioso? –pregunta con una sonrisa en los labios.
-Estaba pensando en despedirte ¿sabes?
-¿En serio? –arqueó un ceja.
-Sí, el que me llamaras provocó que pensara muchas cosas que posiblemente tú me dirías.
-¿Cuáles? –pregunta curioso.
-Bueno… que quisieras alejarte de mi para siempre, pues te vi con ella tan feliz que pensé que pedirías exactamente eso, fue lo primero que se me vino a la mente ¿sabes? –mi semblante ahora era totalmente serio y mi mirada estaba fija en un punto inexistente –entonces inventé todo ese rollo de despedirte y me di cuenta que no lograría alejarme de ti ni aunque ya no trabajaras para mí, así que pensé lo siguiente; me dirías que me extrañabas y que querías permanecer conmigo siempre.
-Lo probable fue lo segundo ¿no?
-Sí, me alegra que haya sido esa porque me hubiese matado escucharte decir que me alejara de ti. –el solo pensarlo me estremece.
-Eso no pasará.
-Quiero que me prometas algo ¿sí? –digo y él asiente –promete que te quedarás conmigo sin importar lo que diga, piense o haga, no importa lo que sea, sólo quédate.
-No tienes que decirlo Sara, sabes que lo haré.
-Anda, promételo.
-Lo prometo.
Bien, ahora nunca me dejarás –digo para mis adentros -¿sabes lo egoísta que sonó eso Sara? –pregunta mi subconsciente –Lo sé y créeme que no me importa.
-Bien –le sonrío.
-¿Sabes qué sería una buena idea?
-¿Qué? –la curiosidad es notable en mi voz.
-Irnos de viaje, tú y yo.
-Nunca, ni en tus más salvajes sueños –digo y río.
-¿Por qué no? Sabes que sería genial olvidarnos de todo y sólo concentrarnos en nosotros dos.
-Sí, sí, muy genial y todo, pero eso no pasará Brouce, no puedo dejar la empresa, sería una locura.
-A veces se hacen grandes locuras por amor ¿sabes?
-No lo sé –bromeo.
-Estás bastante divertida hoy Sara.
-Siempre lo estoy, sólo que tú me haces enojar mucho.
-¿Con que te hago enojar? –murmura sensualmente y poco a poco me sube a su regazo.
-No sabes cuánto Jones –respondo dejando pequeños besos en su cuello.
-Ven te hago enojar ahora –dice y se frota justo debajo de mí.
-Por favor –mi voz sale en un hilo.
Él sonríe y continua haciéndolo, poco a poco va quitándome la camisa, dejando besos húmedos por todo mi cuello, una lenta y dulce agonía.
Ahora él está acostado en el sofá en un movimiento ágil de mi parte y lo sostengo con firmeza para que se haga más intenso el momento.
-Te quiero aquí, ahora –le ordeno.
Ríe y me coloca debajo de él, no sé en qué momento pasó, estoy tan cegada por el deseo que no estoy en mis cinco sentidos totalmente.
Siento su necesidad, ha sido un largo año y tres meses, nos necesitábamos como necesitábamos el oxígeno y esta era justamente nuestra manera de expresarlo.
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Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*
RomansaDespués de ese día dejó de ser la misma, se convirtió en una chica fría, sus ojos ya no reflejaban la dulzura de su alma... hasta que lo conoció a él.