Capítulo 38.

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Jhon me dejó en casa después de discutir conmigo sobre que tenía que entrar de nuevo ahí y disculparme con mi hermana por irme, pero falló, lo único que quería era marcharme de ahí y pensar con claridad.

Ahora estoy sentada en el sofá, este lugar era nuestro lugar podíamos pasar horas aquí sin hablar, sólo mirándonos. En este estúpido tiempo no había entrado a la sala por loco que parezca, pero el simple recuerdo de lo que pasé junto a él aquí, me hacía daño, sentía que en cada suspiro la vida se me iba.

Quisiera saber tanto de Brouce, quisiera saber si él pensó en mí todo este tiempo, si él seguía amándome, si él alguna vez podría perdonarme por todo el daño que le causé, quisiera saber si él por las noches, al cerrar los ojos pensaba en mí.

Me duele todo esto, me duele la manera en la que todo terminó. Dios, pensé que nunca iba a sentir esto de nuevo, que jamás amaría de nuevo con mucha intensidad. Lo que sentí por Jim es demasiado mínimo comparado con lo que siento por Brouce. Simplemente estaría dispuesta a dar mi vida por él.

¿Por qué nunca pude superar mi pasado? Creí que con el tiempo lo haría, pero me equivoqué, el tiempo jamás cura una herida. El tiempo precisamente es la herida que yo, estúpidamente, no le permití sanar.

Creo que la parte más difícil para mí, fue verlo llorar con tanto dolor e impotencia, fue la primera vez que lo vi así y yo desgraciadamente era la culpable de sus llantos. Me sentí tan miserable muchas veces por eso, me despreciaba demasiado, llegué a odiarme y culparme cada noche por todo, pero jamás bastó, jamás bastó todo ese sufrimiento porque yo merecía más, merecía todo el dolor que estaba sintiendo y más.

Fue tan rápido cuando me enamoré de él que ni siquiera tuve tiempo de ser consciente de ello y ¿cómo no hacerlo? Si me enamoré de su sonrisa, de sus ojos, de sus besos, de sus manos, de su cuerpo, de la forma en que decía mi nombre y el choque eléctrico que pasa por mi cuerpo cuando me tocaba, me enamoré de su risa, de su estúpidos chistes malos que sólo decía porque sabía que me hacían reír sus caras raras, me enamoré de su forma de ser, de nuestras conversaciones, me enamoré del cómo era yo cuando estaba a su lado, me enamoré de sus sonrisas a mitad de cada beso, me enamoré de su olor, Dios, su olor era incomparable. Me enamoré de nuestras tonterías, me enamoré de cómo un mensaje suyo, cambiaba por completo mi estado de ánimo, me enamoré de la manera en que me hizo ver las cosas, me enamoré del cómo me hacía muy feliz con cada cosa que hacía, me enamoré de lo que provocó en mi desde el primer día, de lo que me hizo sentir, de la manera en la que me hizo volver a vivir. Me enamoré profundamente de él.

De algo estoy totalmente segura, nadie escoge su amor, nadie escoge el momento, ni el lugar, ni mucho menos la persona.

No sé si seguir intentándolo o simplemente dejarlo ir. Es muy estúpido esperar algo que sólo duele, pero también es estúpido dejar ir todo lo que más quieres, todo lo que has amado con locura.

“Entonces llega alguien, alguien que rompe todos tus esquemas, esa persona por la que haces lo que prometiste nunca hacer, todas esas cosas a las que llamabas estupideces, ese será el momento en que te enamores”

Ese alguien llegó a mi vida en el momento en que más lo necesitaba, Brouce llegó para salvarme y ahora entiendo el por qué él me había dicho que necesitaba salvarme, él necesitaba salvarme de mí.

Y lo hizo, claro que lo hizo, lo hizo de muchas formas, amándome por ejemplo. Y la única mierda que hice yo fue lastimarlo y quitarle la ilusión de amar.

Brouce me dijo alguna vez que, si él tuviese la oportunidad de lastimarme, jamás lo haría, pero se equivocó, me lastimó, me lastimó tanto que yo no volví a hacer la misma y no digo que fue para mal, al contrario, todo mi mundo cambió, supongo que ahora soy consciente de que ninguno me hará daño, bueno, nadie escoge si le harán daño o no, pero si se puede escoger quien te lo hace, así que no estoy libre de caer en ese mal.

Era totalmente increíble cuando estábamos juntos, era como si nada ni nadie más existiese en ese momento, es como si estuviéramos en una burbuja impenetrable por las demás personas, era completamente mágico.

Aún recuerdo sus fríos dedos recorrer mis mejillas, ese toque que tanto me encantaba, ese toque que ya hoy no puedo sentir.

Lágrimas desbordan mis ojos, no puedo evitar sentirme mal recordando lo que pudo ser y nunca fue.

Me gusta pensar que me quedé con un pedacito de su vida y que algún día Brouce vendrá a mí a buscarlo.

Lo extraño mucho, lo necesito cerca de mí, siento como si un cuchillo me estuviese atravesando una y otra vez sin tener compasión alguna.

Yo debería ir a… arreglar las cosas con mi familia ¿no? Después de todo no tengo nada que perder, ya no tengo nada.

Sí, eso haré, no ahora pero si en algunos días supongo, debo reunir las fuerzas necesarias para ir y enfrentar mi pasado de una buena vez.

Creo que a veces le damos demasiada importancia a nuestro pasado que termina siendo nuestro eterno presente y así fue, por más de siete años mi pasado resultó ser siempre mi presente.

Ahora me doy cuenta que la vida no me exigía tanto, tanto sacrificio, tanta amargura, tanto dolor y tristeza, tanto cansancio, tal vez simplemente me pedía ser feliz.

Lo gracioso de esto es que cuando no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos y eso justamente lo que estoy haciendo, estoy intentando cambiar mi pasado, lo que fui y lo que soy.

Aprendí algo importante de todo este sufrimiento, aprendí que no puedo exigir el amor de nadie. Yo sólo puedo dar buenas razones para ser querido y tener paciencia para que la vida haga el resto.

¿Qué sucedería si mis esfuerzos por buscar el perdón en mi corazón fueran totalmente en vano? Me moriría si Brouce no me perdona aun sabiendo que lo estoy haciendo por él, porque lo amo.

Ladeo la cabeza tratando de alejar esos pensamientos de mí, esto debe funcionar, tiene que.

Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora