Capítulo 29.

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Tres semanas después

Me despierto temprano, demasiado para mi gusto. Me coloco de pie y me ducho para después cambiarme.

Salgo de mi habitación a prepararme un café, la rutina de siempre, me estoy cansando de esto y definitivamente necesito algo que me haga vivir con locura.

-Sabes muy bien que locura necesitas Sara. –me recuerda mi subconsciente.

-Hola Daphne –digo por teléfono, justo cuando me subo a mi auto.

-Hola ¿cómo estás?

-¿Bien y tú?

-Bien ¿necesitas algo?

-Sí, justamente –digo colocándome el manos libres -¿puedes pasar por mi empresa más tarde?

-Claro ¿está todo bien?

-Sí, sólo necesito que me aconsejes en algo.

-¿Tú? ¿Pidiéndome consejos? –dice y ríe.

-Sí, yo ¿algún problema con eso? –digo ahora fastidiada.

-Ya lo siento, no hay ningún problema. Pasaré más tarde.

-Bien, adiós.

Entro a mi oficina y en ella está seguramente Brouce esperándome.

-Hola –digo depositándole un beso en los labios, luego lo abrazo.

-Hola –me sonríe -¿todo bien?

-Sí ¿por qué?

-Estás un poco cariñosa y feliz hoy.

-Hoy es un día perfecto Brouce y recuerda, tú me haces feliz.

-¿Qué? –pregunta sorprendido.

-¿Qué?

-¿Tú has dicho eso?

-¿Yo dije eso? –pregunto confundida –Digo… sí, yo dije eso.

-Te amo ¿lo sabías? –dice y me besa lentamente.

-Cómo olvidarlo, siempre estás diciéndomelo –río tímidamente.

Dios mío, ¿qué me pasa hoy? Oh, si… hoy le diré que lo amo. Ya no más comentarios a la defensiva. Hoy por fin, tendré el valor de quedarme y jamás marcharme.

-Eso quiero Sara, que jamás olvides lo mucho que te amo y cuan especial eres para mí.

-No lo haría –sonrío.

-Bien –dice y me abraza.

Amo cuando lo hace, me siento protegida y amada.

Alguien se aclara la garganta, lo cual provoca que nos separemos de golpe. Giro mi mirada rápidamente hacia la puerta, Daphne está ahí riendo seguramente por mi expresión de horror.

-¿Interrumpo algo? –pregunta tratando de ocultar su risa.

-Sí –responde Brouce.

-No –digo y lo golpeo levemente con mi codo.

-¿Segura? Estaban tan… -yo abro mis ojos con sorpresa y siento mis mejillas arder.

-¿Te puedes callar? –frunzo el ceño.

-Bien –ríe.

-Hablamos después Brouce –él asiente y se acerca a mí para darme un beso, luego se marcha.

Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora