Capítulo 25.

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Habían pasado exactamente tres meses desde que Brouce despertó, él había logrado recordar cosas de su vida familiar y nada de mí, cosa que me partía vilmente el corazón en miles de pequeños pedazos, pero aun así decidí no decir nada y alejarme más de él, a lo mejor, él tal vez haría una nueva vida sin mí en ella, tal vez encuentre a alguien mucho mejor que yo y que sea la misma tanto por el día como por la noche.

Realmente no quería estar cerca de Brouce, por lo que decidí no volver a visitarlo, sólo cruzábamos unas cuantas palabras en la oficina, tal parece que él lo estaba manejando bastante bien, a diferencia de mí, que moría cada vez que lo veía. Mis esfuerzos casi fueron en vano, mi corazón me pedía a gritos que estuviese mucho más tiempo con él, pero mi razón me ordenaba que siguiera en pie con mi decisión.

-Sara ¿qué piensas sobre eso? –pregunta mi hermana sacándome de mis pensamientos.

Mi hermana me había invitado a desayunar, necesitaba hablar con ella realmente, tenía que mantener mi cabeza ocupada para no pensar tanto en él.

-¿Sobre qué cosa?

-Sobre mi matrimonio ¿qué no me estabas escuchando? –dice con cierto tono de fastidio.

-Oh sí, clar… espera ¿qué? –pregunté alzando mi voz -¿te vas a casar?

-Sí –dice y mira a otro lado -¿qué piensas sobre eso?

-Que es una pésima idea, no serás feliz, así que mi respuesta es un rotundo no.

-¿Qué? –pregunta sorprendida.

-Lo que has oído, no quiero que cometas el peor error de tu vida. Edward y tú están bien hasta ahora, no necesitan una firma en un papel para saber que se quieren. –digo y me encojo de hombros.

-Tú no entiendes, realmente nos amamos y queremos hacerlo.

-He dicho que no Daphne Smith y es mi última palabra. –le digo con dureza.

-Tú no eres mi madre Sara, haré esto con o sin tu consentimiento ¿me oyes?

-Sé que no lo soy, pero realmente me hubiese gustado tener una madre que me previniera del error más grande que puede cometer un ser humano, casarse significa corazones rotos, esperanzas perdidas y lágrimas sin remedio, no quiero que pases tú por eso. –digo y ella suaviza su rostro.

-Eso no pasará conmigo, él realmente me ama –su tono es seguro.

-Tú solo sabes lo que él dice ¿pero estás segura de lo que siente? ¿estás segura que él si quiere pasar el resto de su vida junto a ti? Porque esta jodida mierda es para toda la vida, no es ningún juego. Además, los hombres son muy buenos actuando, un día te aman –digo haciendo comillas con mis dedos –y al otro día podrían engañarte de la peor manera.

-¿Sabes lo que tus palabras me hacen sentir? –dice y su voz se quiebra.

-Lo sé, es horrible darse cuenta en la realidad en la que se vive ¿no?

-Creí que tendría tu apoyo en esto, es muy importante tenerte ahí, pero realmente a ti no te importa hacer mierda los sentimientos de los demás. Tu solo aparentas preocuparte, pero lo único que quieres es que sufran y que pasen la misma mierda que tú.

-¿De qué hablas? –río –eres mi hermana, me importa que estés bien. No soportaría que te hicieran daño.

-Eso no es cierto, tú no te preocupas por nadie más que por ti.

Sus palabras me duelen, ella realmente me importa.

-Deja de hablar estupideces, me importaría una mierda si fuera cualquier persona, pero eres tú, así que no dudes que me importas Daphne.

-Me casaré de todas formas –su voz es completamente fría, al igual que su mirada.

-Entonces jódete, y después de que él te haga sufrir, no me haré responsable de mis actos.

-¿Ahora de qué hablas tú?

-Que si él te hace derramar una jodida lágrima después de que se casen, me encargaré de que conozca el maldito infierno en la tierra.

-¿Entonces es un sí? –dice y sé que en su mente pide que diga sí.

-Supongo.

Ella me abraza y murmura un lo siento.

-¿Por qué? –le digo desconcertada.

-Por lo que he dicho, tú no eres así, bueno, no conmigo.

-Está bien, no pasa nada –le sonrío levemente.

-Sara, con respecto a lo de la amenaza… mmm… ¿debo preocuparme?

-No –río –a ti no te pasará nada, el que debería preocuparse por algo, definitivamente es él.

-Está bien –dice y se une a mis risas.

Giro mi cabeza lentamente hacia el lado izquierdo, mi mirada se fijó en la entrada del restaurante, justo cuando Brouce entraba tomado de la mano con… ¿mi secretaria?

Sentí como mis lágrimas se acumulaban en mis ojos a gran velocidad, pero no lloraría y menos en un jodido lugar público.

Mis ojos nunca dejaron de ver a Brouce, observaban cada movimiento que realizaba, mi mirada era tan pesada que seguramente él lo notó porque rápidamente fijo la suya en mí.

Mi cuerpo se tensó y le sonreí con nerviosismo para que no notara cuanto me había afectado verlo junto a ella y baje mi mirada velozmente.

-¿Estás bien? –pregunta Daphne –parece que hubieses visto a un fantasma.

-Estoy bien. ¿Puedes llevarme a la empresa por mi auto?

-Claro –me sonríe. –sólo déjame pagar.

Veo a Brouce fugazmente y me doy cuenta que la está abrazando, justo como hacia conmigo y le da un pequeño beso en los labios.

-Te espero en el auto, por favor no te demores –digo rápidamente y me pongo de pie.

Estoy tan cansada de la misma mierda, no puedo creer que Brouce Jones se haya metido en todo mí ser, me haya hecho amarlo profundamente y ahora, justo ahora tenga mi corazón roto, irreconocible, sin ninguna esperanza de vida.

¿Cuántas veces te tienen que romper el corazón para dejar de sentir? ¿El dolor alguna vez tendrá un límite? ¿Por lo menos para mí? Al parecer no, mi vida está rodeada de dolor, pero Brouce me dio un pequeño momento de felicidad, esa felicidad que la atesorare por siempre en mi mente y corazón.

Decepción, eso es lo único que siento, me decepciona que él no me haya recordado, pero me alegra y alivia que ya no sufra más, yo no le di felicidad a Brouce, sólo le di dolor, insultos.

Mi Brouce, mi amor, mi ilusión, mi corazón, mi todo… mi nada.

Yo era la enfermedad, él era mi cura. Él me estaba salvando, pero yo lo estaba matando.

Es difícil ver como la persona que amas está con alguien más, se me es difícil mirar hacia atrás y recordar aquellos buenos o malos momentos juntos.

-¡Por Dios Sara! –grita Daphne – ¿te dejo sola unos minutos y te encuentro llorando? ¿qué sucede?

-Brouce, joder, Brouce me pasa. ¿Qué no lo viste en el restaurante? Él entró con mi secretaria tomados de la mano y la besó, mierda, él me vio justo ahí y aun así lo hizo –dije con desesperación.

-Sara –murmura –ven, déjame abrazarte.

Sin dudarlo me acerco a ella, sin importar que sea incomodo hacerlo. Necesitaba un abrazo más que a nada, pero quisiera que fuera él quien me lo diera.

Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora