Capítulo 23.

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-Ey –digo sonriendo cuando entro a la habitación de Brouce -¿Cómo te sientes?

-Bien… confundido, aún no puedo recordar nada y eso me molesta.

-Está bien, con el tiempo lo harás –digo y trato de convencerme también.

-¿Y exactamente qué fue lo que me pasó? –pregunta y mi cuerpo se tensa.

-Nosotros podemos decirle Sara, si no te sientes bien –me dice Anne.

-No, está bien, es mi deber decirle. ¿Pueden dejarnos solos, por favor? –le sonrío débilmente.

-Está bien –Patrick sale y Anne le deposita un beso en la frente a Brouce antes de salir.

-¿Por qué es tu deber? –Brouce me mira con confusión.

-Porque yo fui la culpable de todo. –mis lágrimas amenazan con salir.

-¿Tú? –ríe –una mujer tan linda como tú no sería capaz de hacer tal cosa, jamás le harías daño a nadie.

-Te equivocas Brouce, desde que nos conocimos eso es lo que he hecho, hacerte daño.

-Supongamos que es así, ¿qué fue lo que pasó? –pregunta y yo suspiro.

-Vamos por partes, teníamos una junta muy importante y tú eras parte esencial de esto…

-Espera –me interrumpe -¿por qué era importante?

-Porque eres ingeniero en mecánica e íbamos a diseñar un nuevo auto.

-¿Trabajo en una empresa de autos? –pregunta sorprendido -¿Cómo se llama?

-Global Smith Enterprises Inc.

-Suena importante.

-Lo es –digo y río -¿puedo continuar?

-Adelante. –me sonríe.

-Tu no llegaste a esa junta –hago una mueca de dolor –yo me enojé porque fuiste un completo estúpido, literalmente lo fuiste.

-Dolió… pero seguramente lo fui. ¿qué pasó después?

-Discutimos porque fuiste un estúpido de nuevo, te metiste con algo que… me dolió –bajo la mirada recordando lo que sus palabras me hicieron sentir –entonces corrí, tú me seguiste y entonces pasó –digo y mi voz se quebró.

-Ven –dice y da unas palmadas en su abdomen.

-No puedo. –digo en un hilo de voz.

-Sí puedes, sólo quiero abrazarte, en cierta forma me siento culpable de que llores por mí. –le obedezco y dejo que me abrace, Jesús, necesitaba tanto esto.

-Por favor, recuérdame –comienzo a llorar fuertemente, él hace que lo  mire y limpia mis lágrimas.

-¿Yo soy importante para ti? –pregunta tímidamente.

-Lo eres, eres jodidamente importante para mí.

-¿Y tú para mí?

-Bueno… tú me declaraste tu amor después de cuatro semanas de conocerme.

-Tomo eso como un sí –dice y ambos reímos.

-Te extrañé tanto –digo e inmediatamente me ruborizo.

-Quieres… ¿quieres ir despacio? Esto es demasiado para mí. –mi corazón se detiene.

-Lo siento… estaré… estaré afuera. –digo y bajo de su regazo rápidamente.

-Sara… -murmura.

-Está bien, necesito un poco de aire, tal vez vuelva más tarde –digo nerviosamente y salgo de la habitación, una vez fuera, me apoyo en la pared y caigo hasta estar sentada en el suelo.

Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora