Capítulo 28.

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-¿Y? –pregunta, aún no me recupero de lo que pasó.

-¿Qué? –le miro confundida.

-¿Nos iremos de viaje?

-No lo sé Brouce.

-¿Por qué no? Pensé que sería una buena idea apartarnos de todo.

-Y lo es, sólo que tengo mucho por hacer.

-Por favor ¿sí? –hace un puchero y deposita un pequeño beso en mis labios. ¿Cómo resistirme a eso?

-Está bien –digo rendida.

-Bien, nos iremos mañana.

-¿Qué? Es muy pronto, pensé que nos iríamos en una semana o algo así –hago una pausa y niego con la cabeza riendo -¿Sabías que aceptaría, cierto?

-Sí –dice y sonríe inocentemente –ya tengo las reservaciones en el hotel, nuestro vuelo sale temprano mañana. Eres predecible Sara ¿lo sabes?

-No sabía que lo era –frunzo el ceño, él me conoce y puedo decir que me conoce mejor que yo y eso me asusta un poco.

-¿Te molesta? –dice observándome fijamente.

-No, no es eso, es extraño que sepas cosas sobre mí, debes dejar de hacerlo.

-Es imposible Sara, ambos tenemos una conexión muy fuerte que nos permite saber que sentimos sólo con vernos a los ojos.

-En serio Brouce, deja de hacerlo, comenzarás a darme miedo –digo y sonrío.

-Yo jamás podría darte miedo, en cambio, tú a mí sí.

Sus palabras me tensan, yo no podría hacer algo que le diera miedo o ¿sí? –claro que sí, tonta, lo haces todo el tiempo. –dice mi subconsciente y sé que tiene razón.

-No es cierto –dice Brouce riendo a carcajadas –amaría que vieras tu expresión justo ahora.

-No es gracioso ¿de verdad te doy miedo?

-No, claro que no. Confieso que cuando te conocí, sí me diste un poco, pero no para salir corriendo y no volver nunca.

-¿En serio? –arqueo una ceja con diversión –pues cuando nos conocimos no pasó exactamente eso ¿sabes?

-Tenía miedo –ríe –no podía quedar como un cobarde delante de una chica tan importante y agresiva como tú, así que decidí jugar un poco.

-Lo recuerdo perfectamente –río también –me retaste y me volvió loca que lo hicieras.

-Lo sé, sabía que te volverías loca por mí.

-No soporto a los egocéntricos como tú. –bromeo.

-Y yo no soporto a las chicas difíciles como tú.

-¿Te gustan entonces las fáciles? –pregunto colocándome una mano en mi pecho, dándole dramatismo a mi pregunta.

-Sí –dice tratando de sonar sincero, pero no lo logra.

-Entonces te has equivocado de territorio Brouce.

-No lo hice, estoy satisfecho por tener a una chica difícil, mi chica difícil.

Su chica difícil.

-Hablas como si fueras mi dueño.

-Soy el dueño de tu corazón –dice y se encoge de hombros.

-Ugh, que cursi eres –digo y hago una mueca de asco.

Él ríe.

-Si yo fuera tú, me sentiría privilegiada.

Sólo bastó ese comentario para explotarme en carcajadas, a tal punto de aplaudir como estúpida.

-Pues ¿gracias? –digo sarcásticamente sin dejar de reír.

-Amo que rías así –dice y acaricia mi mejilla.

-Amo que me hagas reír –digo y caigo en cuenta, no puedo decirle esas cosas, no ahora. -¿A qué hora nos vamos mañana? –pregunto rápidamente cambiando de tema.

-Quiero que estés lista temprano, yo vendré por ti –me ordena.

-Bien.

El resto de la tarde fue así, bromas, risas, besos y caricias. Estoy siendo feliz, joder, lo amo profundamente y quisiera gritárselo ahora, pero no, no lo haré, porque entonces tendría todo poder sobre mí y eso es lo que menos quiero.

-Debo irme Sara, mis padres vienen en camino.

-Está bien, salúdalos de mi parte.

-Bien, adiós Sara, te amo.

-Adiós, yo te… quiero –en sus ojos se pueden ver una notable desilusión, aún no te lo puedo decir Brouce, quiero que sea especial.

Extrañamente me siento vacía ¿cómo puede ser posible eso? Acaba de irse, no es para tanto.

Estoy mal, realmente mal, no puedo creer que volví a caer en las redes del amor de esta manera, Brouce es mi felicidad, pero también es mi perdición. No quiero necesitarlo a tal punto de no poder vivir sin él.

Cometí un error al aceptar viajar con él, necesito cancelarle de una manera un poco menos cruel.

Sin darme cuenta, estoy justamente llamándolo.

-¿Ya me extrañas? –bromea y no puedo evitar sonreír.

-¿Podrías alejar a tu yo egocéntrico sólo un momento? –digo y él ríe.

-¿Entonces a qué se debe tu llamada?

-Brouce… me temo que no podré ir contigo –digo apenas audible, pero él logra escucharlo porque su respiración se hace pesada.

-¿Por qué?

-Tengo una junta mañana, es muy importante y olvidé decirte antes.

-Tú no sabes mentirme Sara, jamás olvidarías decirme algo cuando se trata de tu empresa ¿olvidas que yo trabajo ahí?

Genial.

-No lo olvido, tengo más obligaciones que tú ahí.

-Desde que se inventaron las excusas todo el mundo queda bien ¿sabes?

-Quería ser amable –ahora la furia se nota en mi voz –no quiero ir allí, quiero que tengamos una distancia, una distancia que ambos podamos sobrellevar ¿entiendes?

-No, no entiendo. No me alejaré de ti, si a eso es a lo que te refieres, te hice una jodida promesa.

-A la mierda eso, la gente jamás cumple lo que promete.

-Yo sí lo hago –dice fríamente.

-Yo no debería hablar contigo, haremos lo que yo digo y punto. –digo y cuelgo.

¿Quién rayos se cree qué es?

El amor de tu vida –dice mi subconsciente encogiéndose de hombros.

-No, el amor de mi vida me traicionó, me abandonó y me rompió el corazón a tal punto que quedó completamente irreconocible.

-Deberías superar esa etapa de tu vida, amas a Brouce, lo quieres, lo adoras, lo extrañas, lo añoras… sólo que tu parte orgullosa no quiero aceptarlo.

-¿Pero qué demonios? Sí, lo amo, pero es complicado, tú no lo entiendes.

-Claro que lo entiendo Sara, ¿olvidas que somos la misma persona? Pero ahora la diferencia es, que yo voy de la mano con nuestro corazón.

-Suficiente, se acabó nuestra pequeña conversación.

-Siempre estás huyendo. –dice y rueda los ojos.

Subo a mi habitación, estoy cansada física y mentalmente, estar con Brouce me cansa y de repente no puedo pensar con claridad, me confunde de una manera inexplicable y no puedo cargar con eso.

Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora