Capítulo 40.

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Ya tenía todo listo para viajar a Dallas, había tomado el primer vuelo hacia allá.

Me siento realmente extraña, es como si mi mundo estuviese todo de cabeza, sé que lo está, pero es más real y lo puedo ver con mucha claridad.

Estoy muy nerviosa porque estoy a punto de enfrentarme con mi pasado, sí, estoy a punto de llamar a la puerta de mis padres y no sé cómo reaccionaré con ello.

Suspiro tratando de llenar mis pulmones de oxígeno, ese que me falta justo ahora. Estoy tomando la fuerza suficiente para no salir corriendo de aquí y olvidarme de esto, pero no puedo, tengo que hacerlo por mí y sobre todo por Brouce, quiero amarlo sin interrupciones de mi pasado y perdonando a mi familia es la única forma de hacerlo.

Toco a la puerta y minutos después abren, frunzo el ceño cuando no veo a nadie, bajo mi mirada y me encuentro con una pequeña. Verla me envía un choque eléctrico por todo mi cuerpo, se me hace muy familiar, es como si la hubiese visto antes.

-Hola –me saluda y esa sensación extraña para mí, no abandona mi cuerpo, pero al escucharla aumenta la intensidad.

-Hola –le digo al fin -¿tú vives aquí?

-Sí –me responde tímidamente.

¿Acaso mis padres se mudaron?

-Oh ya entiendo, creo que me he equivocado –le sonrío.

Me giro pero la voz de mi madre hace que pare de golpe.

-¿Sam? ¿Quién era? –pregunta.

-No sé mamá, dijo que se equivocó –le responde la pequeña.

¿Mamá? ¿Mi madre es su… madre?

-¿Buscabas a alguien? –me pregunta, me giro lentamente para ver a la mujer que tanto necesité por muchos años y la que jamás tuve a mi lado.

-Yo… -es lo único que logro decir, el enojo y la decepción inundan mi cuerpo, quiero irme de aquí, quiero gritarle lo mucho que la odio y lo mucho que la necesité, quiero llorar, quiero decirle lo mal que la he pasado por su culpa, quiero decirle que la odio por lo que me he convertido.

-Sara… -murmura y su expresión es de horror, de inmediato, sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas que, una a una, se escapan sin que ella pueda detenerlas.

-Hola madre –le digo con profundo odio.

La pequeña observa el encuentro totalmente confundida y ¿cómo no? Si ambas tenemos la misma madre y ninguna de las dos sabíamos de nuestra existencia.

Elena se arrodilla enfrente de ella y acaricia su mejilla.

-Entra y enseguida voy ¿de acuerdo? –le dice con mucha ternura que logra provocarme dolor y celos. La pequeña asiente y se marcha.

¿Esa es mi madre? ¿Por qué conmigo no fue así? ¿Por qué me lastimó por años? Sé que la única que puede contestar mis preguntas, es ella.

Ella intenta acercarse pero no se lo permito.

-Tanto tiempo –dice y su voz se quiebra.

-Ambas sabemos que ustedes me mandaron al infierno en la tierra –le digo duramente.

-Lo sé –limpia sus lágrimas -¿quieres pasar?

Se aparta y entro con paso seguro, con firmeza y desafiándola con la mirada.

Hace más de siete años no entro en esta casa, no ha cambiado nada en realidad, sólo que algunos adornos están en distintas partes.

Me estremece el no ver ninguna foto mía en la sala, pero si hay de Daphne y de Sam. Estaban tratando de olvidarme, de ocultarme a mi pequeña hermana. Esto fue una mala idea, yo no debí venir, pero ya no hay vuelta atrás, tengo que solucionar esto.

Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora