Capítulo 33.

89 5 0
                                    

Día 3

Estoy pasando por fases ¿saben? Los dos primeros días lo extrañé, lo añoré y lo lloré, pero hoy, el día número tres, me encuentro odiándolo con todo mi ser.

Es tan estúpido, simplemente estúpido. Odio a Brouce Jones porque me dejó, porque no fue valiente para quedarse y luchar contra mis demonios. Fue un jodido cobarde.

¿Tan difícil es para él olvidar toda esta mierda y volver conmigo? No fue para tanto, Brouce es un jodido dramático y vengativo, sí, vengativo, él se está vengando de mí por todo ¿y qué demonios esperaba de una mujer que lo único que ha recibido en su vida son decepciones, dolor, tristeza, desamor?

En esta jodida vida uno da de lo que recibe y eso fue lo que justamente hice con él, porque… si rechazo he recibido, tengo que darlo de nuevo ¿no?

El sonido del timbre me saca de mis pensamientos y a regaña dientes después de dos días, por fin abro la puerta.

-¡Jesús, Sara! ¿¡Dónde diablos te has metido estos días!?

-Aquí Daphne ¿qué no ves? –digo abriendo un poco más la puerta para que pueda pasar.

-¿Sabes lo preocupada que he estado Sara?

-¿Qué quieres?

-Saber qué pasó con Brouce ¿están juntos al fin? –pregunta sonriendo y mi corazón se estruja, siento que voy a llorar en cualquier momento.

Ojalá fuera así.

-No.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Porque lo arruiné, de nuevo.

-¿Qué hiciste ahora Sara? –pregunta con una chispa de decepción en su voz.

-Creí que él haría lo mismo que Jim y no pude, simplemente no pude hacerlo. El miedo se apoderó de mi cuerpo, junto con el enojo y decepción.

-Pe… pero si estabas tan decidida.

-¡Lo sé! –grito –lo sé.

-¿Y dónde está él? ¿Han tratado de aclarar las cosas?

-No y no es porque yo no quiera, es porque él no me lo permite. No me quiere ver ni mucho menos escucharme.

-Supongo que debe estar dolido, tal vez fuiste cruel…

Esta mierda debe ser una jodida broma.

-¿Entonces sólo es él quien está dolido? ¿Él es la víctima y yo la villana, Daphne?

-No, yo…

-He estado llorando estos dos jodidos días –digo interrumpiéndola –me he culpado de toda esta mierda, he tratado de hablar con él y decirle cuanto lo amo pero no quiere escucharme. Estos dos días han sido un completo infierno para mí y él no sabe el jodido daño que me hace con haberse marchado, pero, ¿sabes una cosa? Me cansé de toda esta mierda, no quiero llorar más, pero no puedo parar, todo me recuerda a él, quiero que esté aquí conmigo ahora, lo odio como a un demonio y no quiero más esto, mi vida básicamente está hecha de dolor.

-Yo no traté de decir que tenías la culpa de todo, el problema es que tú sacas tus propias conclusiones sin dejar actuar a las personas primero. Estás tan encerrada en tu burbuja de odio y dolor, que piensas que todos son completamente iguales o peores que Jim. Eso no siempre será así, yo sé cuánto daño te hicieron pero él realmente te ama y créeme, cualquiera en su lugar se hubiese cansado de toda tu mierda.

-Daphne… yo le conté mi pasado, mi presente y lo que quería en mi futuro. Le susurré mis miedos y le grité mis sueños. Le enseñé todos mis puntos débiles y simplemente se fue. –le digo apenas audibles.

-Como te dije antes, cualquiera en su lugar se hubiese cansado de toda tu mierda.

-¿También tú estás en mi contra? ¿También me odias? ¿También me quieres dejar? –pregunto ahora llorando.

Estoy segura que me veo patética, como una niña pequeña a quien no le dan lo que quiere.

-Jamás lo haría, eres mi hermana y por más que quisiera odiarte no podría. Tú sólo me tienes a mí y por nada en este mundo te dejaría sola.

-¿Puedes darme un poquito de amor en un abrazo?

-Claro, no tienes que pedirlo. Ven. –dice suavemente y me extiende los brazos para que pueda abrazarla.

-Lo extraño mucho Daphne, quiero tenerlo junto a mí y no dejarlo ir nunca. –mis sollozos ahora son más fuertes.

-Yo lo sé, sé cuánto lo amas Sara.

-¿De qué me sirve que tú lo sepas y él no? –pregunto sorbiendo mi nariz.

-Bueno, al menos tendrás una testigo de tu amor ¿no?

-Supongo –digo y le sonrío.

-Oye… por fin sonríes.

-Brouce y tú son las únicas personas que me hacen feliz.

-Yo haría lo que fuera por verte feliz ¿lo sabes, cierto? –dice y yo asiento.

-Si pudieras traer de vuelta a Brouce aquí, te lo agradecería.

-Tal vez pueda –dice y yo la miro fijamente.

-¿Puedes? –suplico.

-Sí… bueno, no te aseguro nada pero hablaré con él.

-Llámalo ahora, quiero que hables con él hoy.

-¿Y que se supone que deba decirle?

-No sé, inventa cualquier excusa para verlo.

-Bien, márcale tú, yo no tengo su número.

Tomo su teléfono y escribo su número rápidamente.

-Ponlo en alta voz ¿de acuerdo?

-De acuerdo, haz silencio, ya contestó. –dice y yo asiento.

-¿Brouce?

-¿Sí? ¿Quién habla? –mi corazón se detiene, extrañaba oírlo.

-Que tonta –mi hermana ríe –Daphne.

-Oh, hola ¿cómo estás?

-¿Bien y tú?

-Bien.

¿Él está bien? Maldita sea, él está bien.

¿No le importa ni un poco lo nuestro?

Claro que no, era de suponerse.

-Me alegra que estés bien.

-No quiero ser grosero pero ¿qué quieres? –pregunta y mi hermana rueda los ojos.

-Hablar contigo ¿estás ocupado hoy?

-Tengo que ir a la empresa más tarde Daphne.

-Vamos, será una pequeña conversación ¿sí?

-De acuerdo –dice no muy seguro.

-Bien ¿qué tal a las cuatro en mi casa?

-Seguro, me envías la dirección por un mensaje.

-Bien, hasta entonces.

-Daphne…

-¿Sí?

-Espero que nuestra conversación no tenga nada que ver con Sara.

-Claro, adiós.

Lo sabía, él no quiere saber nada de mí y escucharlo es completamente doloroso.

¿Corazón? ¿Sentimientos? ¿Qué son esas cosas?

Antes y después. *PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora