Parte 1

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Nota de la autora.

Hola a todos, me encanta saber que comenzarán a leer esta historia, quiero aclarar que aún es un borrador, por lo tanto tiene errores ortográficos que serán editados cuando finalice esta historia. Sin más que decir.

Espero que les guste.

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Cleopatra

La diosa abrió los ojos de nuevo.

Cleopatra creyó que no lo haría de nuevo, sin embargo parpadeo para hacer desaparecer la sensación de arena en sus ojos. Lo último que sus ojos miraron fue aquella serpiente que se clavó en su pecho y rego su veneno por todo su cuerpo. Ella murió como una diosa.

Pero ya no esta en la tumba, ni sus esclavas están tendidas junto a ella, tampoco se escucha el ruido de los soldados de Octavio, lo único que se escucha es el mismo taladrar de su corazón bombeando en sus oídos, es su respiración agitada porque en realidad no sabe donde está. Está asustada y llena de barro, tiene mugre hasta debajo de las uñas y no sabe qué hacer, jamás había estado en una situación así de precaria y deplorable.

¿Es que acaso Octavio se ha vengado de ella?

Sigue pensando eso mientras está tratando de buscar una solución, sus huesos duelen mientras trata de moverse, sus ojos están pesados y llorosos cuando a su alrededor, sus oídos están a punto de reventarle  por los ruidos a su alrededor y sus pulsaciones se aceleran al no reconocer nada.

¿Dónde estoy?

Se pregunta con insistencia a sí misma. Sin duda no se encuentra en la oscura tumba por la cual pasaba sus últimos dias. Tampoco el aire está arenoso ni caliente como el de Egipto. Hace frío, demasiado por eso no puede dejar de temblar y sus extremidades están congeladas, y de su boca sale humo. Los extraños ruidos la asustan y cree escuchar el rugido de sus dioses a su alrededor. La misma faraona que olvidó su tierra para conquistar Roma y perder en el intento... Está a punto de llorar pero una mujer como ella, una reina, nunca llora delante de sus subditos. Sin embargo ahora no hay nadie para ella.

Está sola.

El agua del río toca la punta de sus pies, es tan fría que soltó un suspiro, y al momento trató de cubrirse con su viejo vestido, porque el frío cala sus huesos. Ratas pasan junto a ella y con dolor se pone en pie sin dudarlo.

— ¡Guardias! — grita hasta que su garganta se desgasta y le es imposible pasar saliva. Sin ayuda de nadie decide averiguar dónde está. Si, debajo de un puente, no podría saber si es debajo de un puente de piedra en Roma porque todo está muy oscuro, pero el ruido que escucha no es el de caballos al pasar, ni tampoco huele a cloaca, ni la plebe está tratando de buscar comida.

Nada, simplemente no hay nada que ella reconozca. ¿Donde están todos? ¿Su palacio, sus guardias, su corona, sus joyas? ¿Donde están sus hijos? Gritó con todas sus fuerzas por última vez y el sabor de la sangre aparece en su boca. Jamás había gritado tanto como está fría noche.

¡Por todos los dioses y sus antepasados, ella es una faraona y alguien debe de ayudarla!

— ¡Es ella, está pobre mujer no ha dejado de gritar, está asustando a todos! Los turistas están asustados y nadie quiere acercarse, por eso los llamé a ustedes ¿Creen que este drogada? —

Se escondió entre las hierbas y sintió como las piedras se clavaron bajo sus palmas lastimando su carne. Cayó de nuevo al suelo cuando una potente luz se situó delante de sus ojos quemándolos. ¿Acaso es un enviado de los dioses?. Nadie en todo el mundo podría tener una luz tan potente. Sintió alivio, ellos estaban aquí para ayudarla.

Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora