Parte 42

1.2K 163 32
                                    

Cleopatra

Cleopatra jamás pensó que podría llegar a gustarle algo de Londres, en realidad quizá no es que le guste, pero cada día más se acostumbra a esa fría ciudad y a ese horrible clima que la obliga a cubrir su piel con grandes abrigos o ya se habría convertido en una momia congelada, salió de la habitación de Cameron y caminó por el pasillo lleno de luz y ese rico olor a aromatizante, sólo se detuvo a verse en el espejo, jamás en su vida ni en sus sueños más locos pensó verse de esta manera, por lo menos no vestida como una mujer de Londres, Cleopatra se pasó las manos por el cabello y se acomodó el abrigo al sentir un cosquilleo por el frío. No le gusta verse así, como un monstruo cubierto de pesadas ropas, con esos incómodos zapatos, le gustaría verse como una afrodita del desierto con un amplísimo vestido, con maquillaje exótico y su gran e imponente Corona, pero ese joven Inglés tiene razón, si va a vivir aquí, tiene que verse como cualquier otra persona.

Tampoco es difícil ser la amante de Cameron, la verdad es que tiene mucha libertades y manda en la casa, ya no como antes porque ya no envía a reinos a la guerra, ni ordena cortar cabezas, pero si pude ordenar la cena a la habitación y eso ya es un plus que extrañaba con anhelo, porque estos días no ha podido dormir nada bien, no la ayuda ni tomar alcohol, ni las caricias de Cameron, simplemente es difícil dejar toda una vida atrás porque todas las noches sueña con su antigua yo, quizá algún día regresé a ser la de antes por medio de películas y contando anécdotas porque es imposible volver a vivir y volver a sentirse una reina.

Cleopatra soltó un largo suspiró y tomó esa sombrilla para cubrirse de la lluvia, en cuanto salió de la gran casa sonrió ampliamente al sentir a los guardias del primer ministro detrás de ella custodiandola como lo hacían sus guardias egipcios, ciertamente ya no es ninguna faraóna pero vivir con el hombre más importante de Londres tiene sus beneficios, podría tomar cualquier auto para que la llevarán hasta el museo, pero es mejor caminar y recordar con cada paso qué en la época en la que nació, esas máquinas no existían.

Aún guarda una leve esperanza de volver a su antigua vida, claro que no se lo dice a Cameron porque es bastante obvio que él quiere tenerla aquí, pero Cleopatra se muere por regresar y cada cosa que investiga en el museo es para encontrar una pista escondida en alguna de esas viejas momias, una sola puesta o un pequeño indicio que le diga que si podrá a regresar a ser ella misma.

Cleopatra se detuvo en la esquina de la calle antes de cruzar, ahora ya es consciente de como se maneja el mundo moderno, podría camuflajerse entre uno de ellos y nadie jamás se daría cuenta de que tiene miles de años muerta, pero hay una chica que viene corriendo por la calle mientras se cubre de la lluvia con su bolso, con su maquillaje arruinado y su cabello rubio mojado, sus botines de tacón resuenan por el piso cuando se acerca a ella y en menos de un segundo ya tenía a Grace sujeta a su brazo para que la sombrilla las cubra a las dos de la lluvia.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Cleopatra por lo bajo tratando de alejar a esa joven chica — Te deje las cosas claras Grace, no regresaré a la  cafetería de tu madre y no quiero hablar contigo, es mejor si mantenemos nuestra distancia y finge que jamás me has conocido —

Grace soltó una carcajada y la muy atrevida se atreví a besarla en la mejilla, acto que en Egipto la habría llevado hasta la muerte, pero aquí en un simple acto de amigas.

— Yo también me alegro de verte faraóna, de seguro ya ni quieres saber nada de tu amiga de los barrios pobres de Londres porque ahora vives en esta gran casa — Cleopatra rodó los ojos y esa chica soltó una carcajada, claramente en el pasado jamás habría sido ni su esclava — ¿Que haremos hoy Alteza? —

Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora