Parte 57

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Cleopatra elevó su rostro hacía el hambriento sol del desierto, no cabe duda que hasta su piel cambió durante el tiempo que vivió en Londres porqué ahora no soporta demasiado los potentes rayos solares, antes era tan bronceada como las chicas que usan pequeños bikinis en la playa, ahora es tan blanca cómo las damas inglesas y eso no le gusta para nada.

Gracias a Cameron y su destreza con la tecnología pudieron llamar a un auto para que viniera a recogerlos, un viejo egipcio trabajador del abuelo llegó temprano hasta la casa de aquel pastor, así que ya no tuvieron que recorrer el desierto a pie, sino dentro de una cómoda camioneta y sus asientos de piel.

— Necesitó que paren un momento — Dijo Cleopatra sujetándose de los asientos traseros, siente la cabeza mareada y él sudor baja por su frente — ¡Paren la maldita camioneta! —

Las llantas se hundieron en la arena de un fuerte golpe y la camioneta se detuvo de inmediato, Cleopatra a duras penas alcanzó a salir corriendo para poder vomitar todo el buffet egipcio qué ese pastor les ofreció en su casa, puede que se haya mareado por la intensidad del calor porqué no ha bebido agua o porqué son efectos del embarazó, sabe que tendría que cuidarse y estar reposando, pero está aquí en medio del desierto cometiendo un próximo suicidio.

— ¿Cleo que ocurre? — preguntó Cameron bajando de la camioneta con el rostro llenó de preocupación, ese ingles le sujetó el cabello — Creo que estas expulsado toda esa asquerosa comida —

Cleopatra tosio una última vez y se limpió la boca con el dorso de la mano. Se siente asquerosamente mal, una reina no debería de sentirse tan sucia

— Creó que expulse a demonios, quizá me pusieron una maldición —

Cameron soltó una carcajada desde lo más profundo de su ser

— Esa comida estaba podrida Cleopatra, quizá la comida te gustaba hace cientos de siglos, pero ahora eres diferente —

— Si, ya estoy podrida por dentro — Se siente tan mal que tuvo que sujetarse el cabello — Necesitó ir a un médico o podría morir en cualquier momento —

Cameron la ayudó a subir a la camioneta y se sentó a su lado en la parte trasera de la camioneta, pero en cuánto esta se encendió los mareos volvieron con intensidad, definitivamente el movimiento de está demoníaca camioneta la matará.

— Eres un poco caprichosa ¿Lo sabes? — la cuestionó con la mirada — Desde que estuvimos en Londres te pedí que vieras a un médico y me dijiste que no porqué no eran sacerdotes y ahora que estamos en medio de la nada es el último lugar para conseguir un médico

Cleopatra levantó sus ojos cansados y dirigió su mirada en él, claro que es una mujer caprichosa, lo sabe y siempre será así, pero por eso tiene hombres bastante enamorados de ella que cumplen sus locos deseos. Ha logrado lo imposible, jamás pensó que enamoraría a un romano, así que no es extraño que un médico aparezca en el desierto.

— Pues ahora necesitó ver uno, de verdad me siento mal — Recostó su cabeza en el hombro de ese rubio — Sino fuera tan escrupulosa, diría que nos tendieron una trampa y que la comida estaba envenenada —

¿Quién no querría matar a una reina embarazada?

Por supuesta que está consiente de que ahora es un peligro y que toda la orden tratará de desaparecer a su nuevo heredero, no dudaría ni por un segundo en decie qué ese supuesto amable anciano los traicionó, Cameron no se siente mal porqué no probó nada de la comida, pero ella sí, comio tanto que se olvidó de revisar  la comida tratando de oler el veneno.

Pero se olvidó de la enfermedad en cuánto sus ojos se posaron en la nueva excavación. ¡Es uno de sus templos dedicados a Afrodita! ¡Es suyo! Y ahora esta delante de ella igual a hace siglos.

Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora