Parte 17

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— Supongo que hace siglos que no estás aquí — Cameron sonrió ampliamente a punto de mostrarle la sorprendes calles de el Cairo a su acompañante — Esto Cleopatra, es Egipto, tu reino, solo que  pasaste dormirás cientos de años y digamos que cambio un poco con los años —

Pero Cameron creyó que después de todo le gustaría ver si ciudad, después de que Cleopatra pasará horas en el avión muerta de miedo, aferrándose a su brazo como una niña pequeña, recitando cientos de cosas en un idioma que ya no existe, es como si para esa mujer de cabello negro y ojos enigmáticos, tomar un avión hubiera sido un castigo del infierno. Sin embargo, Cameron creyó que en cuando sintiera el aire de su tierra en el rostro y escuchará un idioma similar al suyo, dejaría de sentir miedo y se pondría feliz.

Bueno, algo más feliz, porque Cleopatra esa mujer por la cual abandonó a su prometida en el altar, no es muy...agradable, digamos, que parece una reina tratando de juzgar a todo el mundo, quizá imagina cabezas rodando o esta maquinando planes de guerra.

— ¡Vamos dime algo! — Cameron se soltó los primeros botones de su camisa, el calor en Egipto es insoportable y todo a sido tan improvisado que ni siquiera se ha quitado su traje de novio — ¿Te gusta?

Cleopatra no puede decir nada, ninguna palabra sale por su boca, sabe hablar muchos idiomas y en ninguno de ellos encuentra una palabra para describir lo que siente.

¡Esto es horrible!

Egipto era su palacio y el río nilo la vida de su reinado.

Los grandes palacios, fueron remplazados por grandes y mugrientos edificios, la fina arena del desierto y el aire cálido, fie remplazado por ese aire mugroso que la hace toser cientos de veces. Cleopatra se pasó las manos por el cabello llena de desesperación.

— ¡¿Que demonios es esto?! — caminó de un lado a otro, gritando de coraje — ¡Esto no es Egipto! Este no es mi reino

No puede dejar de caminar con Cameron siguiendo sus pasos. Tiene que buscar por lo menos un indicio que le diga que no está loca, nada de lo que recuerda esta aquí, no están los esclavos llevando piedras a la espalda, no hay gatos, no hay templos para adorar a sus dioses, ni eruditos, tampoco están los soldados romanos maltratando a los egipcios, solo hay unos horribles señores que dicen ser policías. No puede dejar de respirar rápidamente, como si tuviera un ataque de pánico al verse rodeaba de personas.

Esto es tan caótico que a su alrededor solo hay autos, gente hablando en diferentes idiomas, tratandole de vender llaveros de Cleopatra, si ¡De ella misma! Las cámaras de los turistas la hacen enloquecer y el sonido de los claxon la vuelven totalmente demente.

— Te dije que esto sería diferente — Cameron la tomó de la mano y la alejo del tumulto de gente — Si mis cálculos no son incorrectos, llevas cientos de años muerta. ¡Vamos Cleo! Que nadie sabe donde está tu tumba y la de Marco Antonio, claro di el esta momificado...

— ¡Claro que él está conmigo! — Cleopatra se pasó pasamos por la cara, tratando de mostrarle que su piel no es seca — Pues si llevará cientos de años muerta seria un maldita momia que se desbarata con el aire y mírame estoy tan viva que tengo hambre —

— Lo se Cleo, te creo — Cameron la tomó del rostro suavemente — Pero tienes que entender que tu reino cambió, que nada de lo que vimos hace días sigue igual, esté no es el Egipto que tú dejaste hace años —

Cleopatra miró a su alrededor. Todo el esplendor de su reino, así como dice su amiga Grace, se fue a la mierda, todas las cosas por las que ella luchó se perdieron con el tiempo y la herencia de los grandes faraones se perdió entre la arena. Sus mejillas se pusieron rojas y sintió su cara caliente, no por el calor extremo, sino porque tiene ganas de llorar, tiene, pero no lo hace, una reina jamás llora, aún cuando su reino está totalmente destruido.

— ¿Quieres pasar una noche romántica junto a su esposa en el rio nilo? — un hombre se acercó hacia ellos con una sonrisa burlona — ¿Oh vivir unos días de lujos como la faraóna Cleopatra? Si quieren cosas de Cleopatra tengo hasta camisas y algunas pelucas —

Eso la hizo enfurecer, esa maldita camisa con su cara en ella y esas muñecas que mueven su cabeza como si fuera una burla hacia la reina de Egipto, desató su furia, no se pudo contener más.

— Tú no vas a venderme nada — Cleopatra gritó furiosa — ¡Yo soy Cleopatra! ¡¿Como vas a vender figuras de mi?! —

No le hizo caso a Cameron y caminó llena de furia por las estrechas calles, hay tantas personas que esto es asfixiante. Si tan solo sus antepasados también volvieran a la vida, destruirían este lugar. Esta tan furiosa que le importa muy poco los gritos molestos de la gente cuando derriba sus figuras de ella o de algún otro faraón, las tira al suelo y hace correr a la gente porque todos creen que esta loca.

¿Pero cómo no estarlo?

Si hace cientos de años esto era un paraíso, es la ciudad peleada por todos y la cuna de la mitología, ahora solo es un caos. Hace años solo cerró los ojos, pensando jamás volver para irse a la Duat y pagar sus pecados, pero sus dioses la están haciendo pagar porque ninguna reina debería de ver su reino convertido en nada.

— ¡Espera Cleopatra! Vayamos al hotel y hablemos —

Cleopatra se dio la media vuelta para fulminar con la mirada a Cameron. Él no lo entiende, no es un faraón, el no conoce esa desesperación. Pero Cameron la llama con mucha insistencia.

— ¡Por dios Cleopatra aléjate de la avenida!

Apenas pudo reaccionar y sólo escuchó el sonido del claxon de un taxi antes de cerrar los ojos y perderse de nueva en la oscuridad de la Duat, esperando ser ella de nuevo.

Cleopatra faraóna de Egipto.

Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora