Cameron
Cameron nunca había sentido tanto miedo en su vida. Ni siquiera cuando se subía a esas grandes juegos mecánicos o cuando tuvo aquel accidente de auto donde su madre murió, jamás había tenido miedo... hasta que vio el cuerpo inerte de Cleopatra y sintió que el miedo lo carcome por dentro, cómo un escarabajo acabando con su vida, siente esa extraña sensación dentro de él, quizá sea un efecto secundario de la deshidratación y de las horas perdidas en el desierto, pero cada vez que baja la mirada y ve a Cleopatra muerta en sus brazos tiene miedo, no de ella y de su apariencia fantasmal con las marcas negras dibujando su piel, sino miedo de lo que estos hombres puedan hacerle.
Porque por muy valiente que sea, Cameron sabe que si hace algo mal esos hombres los mataran. Aquellos sacerdotes parecen policías de la antigüedad, con sus cuerpos trabajados, su olor a especies, sus ojos con maquillajes rasgados y su poca ropa, sin duda Cameron no se siente cómodo caminando junto a ellos por los amplios pasillos del palacio, esta como un león alerta para atacar, aferró su agarre sobre el cuerpo de Cleopatra y la pegó a su pecho.
— ¿A dónde nos llevan? — pregunto Cameron tratando de sonar lo más rudo posible, pero aquel oráculo de Siwa ni siquiera lo miro, solo siguió caminando entre las penumbras como un alma en pena.
— Silencio primer ministro, estamos en un lugar sagrado — El oráculo de Siwa lo fulminó con la mirada y volvió a caminar con aquellos sacerdotes custidiandolos por el palacio — Los dioses no deben saber que usted esta aquí —
Cameron no dijo nada más pero frunció el ceño confundido ¿Dioses? Sin duda en este palacio alumbrado solo por las luz de las antorchas es escalofriante, pero en este lugar no hay dioses, solo extravagantes grabados en las paredes y el sonido de cánticos extraños en un idioma que él jamás podrá entender, quizá fue una pésima idea entrar al palacio perdido en el desierto, quizá lo mejor era morir en la arena.
Pero su bella Cleopatra se esta llendo poco a poco de sus manos, ella está muerta desde hace horas, pero su piel se agrieta y está seguro que en unos minutos se convertirá en polvo y él se quedará atrapado en esté tiempo para siempre. Cameron miró detalladamente a aquellos hombres cuando todos se detuvieron en una oscura sala formando un círculo al rededor de una mesa de piedra, el olor a incienso casi lo marea y los extraños cánticos lo hacen sentir en una película donde se realizará un ritual satánico.
— Recuesta a la faraona en el círculo de piedra — Le ordenó el oráculo de pie junto a la piedra, con sus ojos misteriosos y su piel pintada de dorado — Comenzaremos el ritual y con ayuda del libro de los muertos, nuestra reina regresará a la vida —
Cameron se detuvo un momento debatiéndose en su interior, la escena es tan peligrosa que cualquiera de ellos podría ser miembro de la orden del tiempo y acabar con ellos, todos estos misteriosos sacerdotes podrían traiciolarlos, pero cuando sintió una especie de arena bajando por sus manos, se dio cuenta que si tarda un segundo más, Cleopatra se convertirá en momia entre sus brazos, así que la recostó sobre la mesa de piedra con todo el dolor de su frío corazón.
— ¿No le harán nada malo a Cleopatra, verdad? — preguntó Cameron con los ojos llenos de furia al ver a aquel oráculo.
— Claro que no, primer ministro — Él oráculo se puso delante de Cleopatra con una media sonrisa — Solo queremos traer de vuelta a nuestra reina y hacer que Egipto deje de estar bajo el dominio de los romanos —
Y en menos de un segundo el oráculo enterró una daga en el herida abierta de Cleopatra, lo hizo tan fuerte que la punta de la daga golpeó contra la piedra. Los cánticos se hicieron más fuertes y Cameron esta completamente histérico, la trajo aquí para que la revivirán, no para que trataran de destruirla.
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Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1)
Romance¿Alguien sabe que hace Cleopatra en Londres? La ultima Faraona de Egipto, mujer de Julio Cesar y Marco Antonio. La única y verdadera reina de Egipto. Cleopatra no pensaba despertar en un nuevo mundo, creía que era un castigo de los dioses por no ga...