Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1)

Parte 47

— Dios, creó...creo que necesitó salir de este auto y tomar una copa de algo...no se, lo más fuerte que tenga — Aquel anciano se bajó de inmediato del auto, perece un esclavo judío al caminar, sólo que los esclavos tenían piedras sobre la espalda y ese anciano solo tiene el peso de los años — Los veo dentro de la mansión, asegúrense de qué esa cosa, no sea violenta —

Cleopatra rodó los ojos y bajó del auto con la niña cubierta por su chaqueta, no es que esa criatura asustada tenga frío, mucho menos sentirá la sensación de agua en su piel muerta, pero la mantiene aferrada a su pecho soportando el olor nauseabundo, puede sentir sus manitas rasposas por la piel  al aferrarse a su pecho, su voz es de ultratumba mientras dice palabras en un idioma egipcio que sólo ellas entienden, pero es una niña asustada al igual como lo estuvo ella el día qué regresó a la vida, es una niña con aspecto de momia llena de inocencia y que busca su hogar con la mirada, pero la pobre ya no esta en el pasado y alguien fue un maldito desgraciado cómo para hacerle esto a una niña.

— Esta mansión es horrible, parece una casa del terror — Cleopatra se aseguró que el pie destrozado de la niña no se vea para que los sirvientes no se asusten — La niña está asustada por este horrible casa —

Pero Cameron no piensa lo mismo que ella, tiene una gran herida en su frente y la mira como si estuviera loca por abrazar a una pobre niña confundida, la tomó del brazo y ambos subieron la colina bordeada de árboles llenos de espesor y neblina para llegar a la casa escondida entre los árboles.

— Esa cosa no es una niña, es una momia salvaje que me golpeó — Cameron se detuvo de repente y señaló la herida en su frente — ¿Vez esto? Lo hizo tú querida niña, es una momia que quería matarme y por favor dile que no me diga papá ¡Yo no le hice nada Cleopatra! Sino fuera por mi abuelo estaría muerto y aún no entiendo porque la tratas así, esa niña no es tú hija, no es nada de ti —

— Lo se Cameron, pero no podía dejarla asustada en el maletero, te golpeó pero lo hizo para defenderse — Cleopatra meneo la cabeza enojada — Le hicieron cosas horribles, quizá también me las hicieron a mi para despertarme en Londres y déjame decirte que eso es una experiencia horrible —

Cameron soltó un suspiró que se convirtió en una estela de aire frío, la temperatura de Escocia es tan baja que Cleopatra puede sentir su cabello helado, sus dedos están entumidos y sus pies se resbalan por las adornadas piedras que conducen hasta la entrada de aquella mansión victoriana, ya sabe que lo ha dicho muchas veces, pero son mil veces mejores los palacios en el desierto, no está vieja casa llena de sirvientes y oscuridad, en cuanto entraron a la sala principal, se sacudió la ropa mojada y volteó a ver a Cameron, está mojado y los mechones de cabello bajan por su frente, rubios como perfectas hembras de oro.

— Tú matas momias Cleo — carraspeo — ¿Porqué esta no? —

— ¡Porqué es una niña Cameron! Está asustada, confundida y su piel se cae a pedazos, yo no soy su madre, ni mucho menos conozco a esta niña, quizá sea hija de algunos esclavos — Cleopatra le sonrió a esa pequeña oculta bajó la chaqueta — Yo soy su reina...bueno en el pasado lo era, pero mi deber es cuidar a todos mis súbditos —

Cameron se pasó las manos por el cabello y le dio su saco empapado al sirviente.

— Pero ya no eres reina y esa niña nos podría traer problemas —

Él sirviente se detuvo delante de ellos.

— ¿Recojo su chaqueta, señorita? —
Cleopatra negó con la cabeza y retrocedió unos pasos lista para salir corriendo si le quieren hacer algo a esa niña, pero Cameron la ayudó.

— No gracias ¿Dónde está mi abuelo?

Él sirviente asintió y los condujo dentro de la casa, los pasillos son oscuros y el polvo la hizo estornudar, no tiene miedo a los lugares oscuros con telarañas y abandonados, porqué se nota que nadie visitó esta casa en años, en realidad no puede quejarse, Cleopatra pasó cientos de años en una tumba bajo tierra, está vieja mansión es como un paraíso lleno de cosas antiguas de esfinges viejas y otras curiosidades, se nota que ese anciano sabe mucho.