Parte 76

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Cameron

— Dios, te aseguro que quedarás encantando con mi cena — Dijo esa periodista al bajarse del auto y caminar hasta la casa con los brazos llenos de bolsas de comida — Se que podíamos ir al restaurante más caro de Londres, pero aparte de ser periodista, soy la mejor cocinera de Londres y además es mejor quedarse en casa, para qué Olimpia no pillé un resfrío —

Cameron sonrió de lado y asintió sin rechistar y miró a sus guardias indicandoles que se fueran, después caminó con su hija abrazada a su pecho hasta la entrada de su casa. Hace meses que no sentía una presencia femenina en casa, lo dice porqué al llegar a la cocina Brooks dejó las bolsas de comida sobre los bancos y le quitó a la bebé de los brazos para ser ella quien la cuidé, la besó en la mejilla, le quitó el pesado abrigo y la recostó en su portabebé para tenerla cerca mientras corta las verduras, pero su preciosa Olimpia parece más feliz que nunca, por lo menos desde que su madre se fue, porqué en lugar de estar llorando por esa presencia femenina, bate sus manos y hace pequeños ruidos de felicidad. 

Pero lo que más le gustó a Cameron fue recargarse en el marco de la puerta y deleitarse al ver como esa periodista le habla a su hija y la casa se llena de un rico olor a cena casera.

Cuándo Cleopatra estaba aquí lo último que hacía era cocinar, odiaba tener que hacerlo y jamás  se llevó muy bien con los electrodomésticos, hasta le tenía miedo al refrigerador, lo máximo que logró hacer por sí sola fue un cereal, pero a pesar de qué todo el día estaba sumida en largas lecturas sobre Egipto, con mapas regados a su lado y con la mente llena de estrategias para poder regresar al pasado, a pesar de que a veces quería pasar un momento a solas con ella y lo ignoraba para seguir en sus lecturas, a pesar de todo eso, la extraña con locura, quisiera cerrar los ojos y al abrirlos verla de nuevo con su larga cabellera negra y sus enigmáticos ojos y sobretodo quiere escucharla parloteando un idioma antiguo por toda la casa, pero lo que tiene claro es que esa reportera por muy bonita y linda que sea, jamás podrá cubrir el lugar que esa egipcia dejó en su vida.

Pero esa egipcia se fue al pasado y es prácticamente imposible que algún día regresé, así que no debería seguir pensando en ella.

Lo que Cameron necesita es  olvidar a Egipto, si por él fuera jamás volvería a ese país, por eso mando guardar todos los libros de Egipto, de mitología o de historia y sobretodo, tiene que olvidarse de que alguna vez tuvo una loca aventura con una reina fuera de su tiempo.

Debe regresar a su antigua vida en la cual es él primer ministro de Inglaterra y dónde su hija es lo más importante para él, basta de locuras por el desierto y de Ordenes tratando de matarlo.

—¿Quieres que te ayudé a cocinar? — Le preguntó se repente tratando de hacerse el ánimo de ver convivir con una  mujer diferente.

— A Olimpia y a mi nos encantaría que nos ayudarás ¿Podrías terminar de picar las verduras? Yo buscaré el biberón de tu hija — Brooks estuvo buscando por cada cajón de la cocina hasta que la notó entretenerse en uno, ese que tiene la fotografía, la única, de Cleopatra y de él en una expedición en Egipto, la única dónde esa reina apareció con una gran sonrisa y que al sentirse desesperado trató de esconderla en un cajón, pero que esa periodista acaba de encontrar — ¿Ella era la madre de tu hija? Era realmente hermosa —

Cameron le quitó la fotografía de las manos y la guardó de nuevo en el cajón, lo último que quiere es ver a esa egipcia de nuevo.

— Si, bueno era muy hermosa pero ahora está muerta — Dijo fríamente como si nada pasará, pero Brooks es una periodista, la curiosidad está en su sangre.

— ¿De qué murió? — Le preguntó con el ceño fruncido tomando en brazos a Olimpia cuándo el trueno que avisa lluvia nocturna asusto a su hija y la hizo llorar.

Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora