Cameron
Cameron casi se bajó corriendo de su auto, esta tan emocionado de estar de nuevo en su casa que ni siquiera cerró la puerta, la verdad le importa muy poco si se moja por la suave lluvia al correr hasta el pórtico de la entrada y al entrar en su casa, apenas y se quitó el saco con desesperación sin ponerle atención a esa vieja sirvienta de rostro asustado que esta de pie junto a él.
— Primer ministro tengo que decirle algo, sucedió algo que debe saber... —
Pero Cameron la interrumpió al tomarla por los hombros y besarla en la mejilla, esa mujer fue su nana desde que nació y después de la muerte de su madre, es la única figura maternal que ha estado en su vida y que por extrañas razones no ha muerto.
— ¡Después, ahora estoy muy ocupado! — Dijo lleno de emoción — No contestes más llamadas del parlamento y diles a todos que no quiero que me molesten y por favor deja la cena en la nevera y vete a tu casa, tienes la noche libre —
No sé entretuvo más, no quiere a nadie en su casa, más que a los guardias que custodian entre los jardines y en cada esquina de esa mansión, sólo quiere disfrutar de un momento de silencio miestras escucha las suaves respiraciones de una pequeña bebé. Cameron corrió por las amplias escaleras de la madera más pura y con paso apresurado hizo que sus pasos rezonaran hasta acercarse
a esa infantil habitación al final del pasillo, antes de entrar se soltó los botones de la camisa y respiró con satisfacción porqué por primera vez su casa ya no tiene ese olor a viejo y a muerto que tienen las cosas egipcias, ahora huele a una delicada esencia de bebé que lo hace sentir terriblemente bien.Lo último que quería era dejar a su hija todo el día sola al cuidado de sus nanas tomando en cuenta que es una pequeña bebé que necesita mucho cuidado, pero por culpa de sus estupidos viajes a Egipto y de estar preso por más de un mes, todo su trabajo se acumuló en pilas gigantes de papel sobre su oficina, las reuniones con políticos son interminables y de nuevo tiene que tomar las riendas de Londres, y a pesar de eso, durante todo el día no pudo quitarse de la mente el pequeño rostro de su hija, aún más porqué ya no confía plenamente en su madre.
Esa mujer que le podría clavar un puñal a su propia hija para tener un reino.
Ya no se fía de esa egipcia, hablando de forma más clara, nunca lo hizo, menos cuándo por las noches aún estando dormida, lo amenazaba con abrirle la garganta con esa daga que siempre pone bajó su almohada, Cleopatra podrá ser la mujer más sensual que ha conocido, es una belleza y su inteligencia no perece ser humana, pero le aterra pensar que sus locuras por regresar a su antigua vida afecten a su hija, ella arrastra un pasado llenó de enemigos, de guerra y sangre, lo último que quiere es que ese lado violento y sangriento de la historia afecte a su hija y definitivamente lo enferma pensar que un día su hija ya no esté porqué su madre regresó con ella al pasado.
Ese día sería él de su muerte.
Abrió la puerta de esa habitación rápidamente y encendió la suave luz, no le importa que la bebé esté dormida sólo quiere abrazarla y pasar sus horas con ella, no quiere abandonarla como un sarcófago en la parte trasera de un museo, quiere darle lo mejor porque ella tampoco tendrá una figura materna en su vida.
La verdad con el tiempo se acostumbró a la despedida, es mejor que eda egipcia se vaya y qué por primera vez lo dejé en paz, es bastante obvio que ella necesita volver y él tiene que seguir con su vida, pero en su corazón siempre guardará un espacio para la reina de Egipto.
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Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1)
Romance¿Alguien sabe que hace Cleopatra en Londres? La ultima Faraona de Egipto, mujer de Julio Cesar y Marco Antonio. La única y verdadera reina de Egipto. Cleopatra no pensaba despertar en un nuevo mundo, creía que era un castigo de los dioses por no ga...