Parte 44

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— Majestad, aquí esta la serpiente más letal del desierto Egipcio, tuvimos que esconderla en esta vasija para que los romanos no la encontrarán — Aquel sirviente abrió la vasija con decorados egipcios, lo hizo con mucho cuidado cómo si él también tuviera miedo a una picadura de la serpiente — Buscamos que fuera la muerte más rápida, como nos lo pidió, pero me temo que es una muerte muy dolorosa —

Cleopatra abrió los ojos aterrorizada, se pasó las manos por el cabello, bajó la vista y se dio cuenta que esta completa, porque bajo su piel aún puede sentir el miedo al caer del río Támesis, pero su cabello no está destilando agua, mucho menos esta tosiendo agua rancia del rio, todo es bastante extraño, porque jamás activó el colgante, ella no viajó al pasado y aún así, es como si estuviera reviviendo de nuevo sus últimos momentos con vida, esos horribles momentos antes de morir.

Es cómo si todo fuera una pesadilla, los romanos rugen fuertemente a las puertas de su cripta, no hay sirvientes más que dos leales jóvenes, todos la han abandonado, se han ido y ella parece una rata de alcantarilla escondida en este lugar, la cripta es grande y el oro, ese oro que la orden del tiempo quiere, resplandece bajó la poca luz de las antorchas. Ciertamente quien logre descubrir ese oro será rico durante toda su vida, pero todo eso está maldito, los cuartos continuos de la cripta están llenos de joyas preciosas, pero algo tiene muy claro Cleopatra y es que ella será quien se quedé con todo, no una maldita anciana que la arrojó de un puente.

— ¿Alteza? — Cleopatra miró confundida a ese extraño sirviente de piel morena y maquillaje extraño, ya no esta acostumbrada a qué le digan de esa manera, pero al ver el cuerpo ensangrentado y muerto de Marco Antonio a un lado tendido sobre un par de almohadas, con su uniforme arruinado por la sangre, miró a sus sirvientas de un lado a otro acomodando todo para su viaje al más allá y Cleopatra se dio cuenta que esta  vestida dignamente para morir, supo que esto es una maldita pesadilla y se pellizco el brazo muchas veces, pero fue en vano — Es necesario que la serpiente la conozca, puede tocarla, ella será su salvación hacía la muerte —

Cleopatra se acercó poco a poco hacía aquella serpiente que en un pasado fue su muerte, la acarició levemente y dejó que se enrredara a su brazo, él sueño parece tan real que puede sentir el dolor mientras la serpiente se aprieta cada vez más, pero la serpiente se escondió de nuevo en la vasija al escuchar el griterío romano que trata de sacarla de ahí para llevarla a Roma con vida.

— ¿La muerte es rápida? — preguntó casi solo por obligación al ver como sus sirvientas se preparan para morir, aquel viejo sirviente asintió con la cabeza.

— Dolorosa, pero es la muerta más rápida, Majestad — Cleopatra miró la cama improvisada que hicieron para ella, solo son cojines y mantas de la mejor seda, pero no tiene tiempo para despedirse de todo, esos romanos podrían derrumbar la entrada en cualquier momento y si no muere, la harán esclava.

— Entonces he de morir como una reina, vete de aquí antes de que algún romano pueda saber que me ayudaste, tu siempre fuiste mi fiel sirviente  —

Cleopatra se recostó en la cama y sus sirvientas la ayudaron a ponerse esa gran y ostentosa corona, junto con los cetro del oro más puro que descansa en su pecho, como si todo fuera tan real sus sirvientas pusieron la serpiente junto a su pecho, Cleopatra no dijo nada cuando escuchó los gemidos agonizantes de esas dos jóvenes y frunció el ceño con dolor cuando la serpiente mordió su pecho, el dolor es tan terrible que trató de quedarse callada, cerró los ojos y esperó su muerte.

— ¿Cleopatra? ¿Cleo? — alguien la mueve por los hombros — Tienes que despertar, estas soñando —

Cleopatra abrió los ojos horrorizada y entonces la pesadilla se desvaneció a su alrededor, Cameron está inclinado sobre ella mientras la mueve por los hombros para despertarla y la mordida que había sentido sólo fue una inyección de relajante que tuvieron que aplicarle para calmarla. Tambaleante, tomó asiento sintiendose mareada y entonces sintió un terrible dolor en su cabeza.

— No, no toques tú herida de la frente, podrías dañarte más — Cameron se arrodilló delante de ella, sus ojos lucen llenos de decepción, está preocupado y no puede ocultar su furia — ¡¿Porqué lo hiciste?! Te pregunté adónde ibas y me dijiste que querías limpiar algunas cosas del museo, dime Cleopatra. ¡¿Porqué quisiste suicidarte?! —

Cleopatra se tocó lentamente la frente y al bajar su mano pudo ver sus dedos llenos de sangre, está terriblemente confundida, por la pesadilla, por el cambio tan repentino de un mundo a otro y tiene ganas de vomitar.

— ¿Qué? — preguntó en un hilillo

Cameron se puso en pie y se pasó las manos por el cabello, parece desesperado, pero al final respiró hondo y la miró.

— Saliste de mi casa, burlaste a mis guardias y fuiste hasta el puente de Londres para suicidarte — Cameron apretó la mandíbula con furia — Se que me equivoqué Cleopatra, se que debí dejarte en tu tiempo, quizá es una tortura para ti vivir aquí... pero por un momento creí que podrías estar aquí conmigo, supuse que podrías contarme todo pero decidiste mentirme y arrojarte de un puente para terminar con tú vida. ¡Me tuve que enterar por unos malditos guardias, porque yo creí que tu seguías limpiando cosas egipcias! —

Cleopatra abrió los ojos con dificultad, su cabeza duele terriblemente y el tranquilizante está haciendo su efecto, sus movimientos son lentos, pero cuando enfoco su mirada logró darse cuenta que no está en un hospital y mucho menos en el río Támesis, está en una celda, y los guardias detrás de los barrotes la miran como si estuviera loca, Cameron camina de un lado a otro llenó de angustia y ella, bueno, está peor que antes, su ropa está llena de agua, su cabello huele a agua podrida y su cuerpo está adolorido por la caída, trato de ponerse en pie, pero fue imposible.

— Será mejor que te sientes, el tranquilizante está haciendo su efecto y podrías hacerte daño —

Cleopatra negó con la cabeza, jamás había visto a Cameron tan molestó, en sus viajes al pasado cuando su vida estaba en riesgo, jamás se molestó, siempre tenía esa sonrisa irónica y una actitud valiente, pero ahora está llenó de coraje.

— Yo no intenté suicidarme — Cleopatra se pasó las manos por el cabello — Por dios, soy una reina, jamás podría terminar con mi vida de una manera tan indigna —

— No te creo — Cameron tomó asiento a su lado, esta preocupado, pero esta enojado y eso no se puede ocultar — Me mentiste, creí que podrías confiar en mi, porque tú y yo hemos pasado cosas que nadie podría imaginarse, intentó hacer todo para que te acostumbres a vivir aquí, pero no puedo seguir viendo cómo sufres por mi culpa —

Cleopatra negó con la cabeza, entre la confusión apenas se dio cuenta que lleva el colgante atado a su mano, pero sin nada de arena, lo levantó y se lo mostró a Cameron

— Tenía que mentirme porque necesitó hacer esto sola, es mi lucha no la tuya, pero tienes razón, si llevé algo a tu casa, llevé las vendas con las que estaba envuelto mi cuerpo — soltó un suspiró cansada — Encontré el lugar donde me despertaron, oh Cameron, tengo muchas cosas que contarte, pero esta vez tienes que creerme, yo no intente suicidarme, sería tonto retirarme así de una batalla, esa anciana demente me arrojó del punte

— ¿Sabes como te encontraron? Un barco pesquero encontró tu cuerpo flotando en el río Tamesis, los rescatistas querían llevarte a un hospital, pero yo me negué, porque te conozco y no quiero que ningún médico entre en histeria cuando se den cuanta que tú corazón no late — Cameron se puso en pie y ase arregló el saco antes de salir de la celda y cerrarla tras de él — Nadie vio a ninguna anciana, puede que me estés mintiendo, pero yo tengo que averiguar la verdad, tengo que saber si esa anciana existe y para hacerlo necesitó saber que estarás segura, así que te quedarás aquí un par de horas —

Cleopatra corrió hasta los barrotes de la celda y los movió tratando de salir, pero fue en vano, está encerrada y no puede hacer nada, pero de una cosa está segura y es qué si Cameron trata de investigar, esa anciana lo matará.

— ¡Tienes que dejarme salir de aquí! — Cleopatra movió los barrotes con furia — ¡Sacame de aquí ahora mismo, es una orden! —

Cameron negó con la cabeza y la besó en la frente antes de alejarse de ahí, dejándola sola en la comisaría de policía, pero se detuvo y la miró con esos ojos azules llenos de brillo.

— Descubrire quien es esa ancina que te está haciendo daño —

Cleopatra abrió los ojos llenos de miedo, ese Inglés no sabe y no conoce a esa hechicera egipcia.

— ¡Cameron no vayas! — gritó con todas sus fuerzas — ¡Cameron! —

Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora