Capítulo 26: Cuando te vayas...

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Al otro día ya estábamos un poco mejor, aunque Trisha no podía salir a la luz del sol. El vampiro le decían. Así que preferimos pasar un día tranquilo en la piscina de la casa, tomando limonada y comiendo comida casera de Rosita. En la noche conseguimos algunos juegos de mesa y nos reímos hasta más no poder, pedimos una pizza y molestamos hasta que nos ganó el sueño.

Nos quedamos todos dormidos en el sofá de la sala. Momento incomodo de nuevo. Últimamente esto siempre pasaba con Humberto, parecía un karma y por más que me gustara, las cosas no podían cambiar, necesitaba que nuestra amistad volviera a ser como antes. Cuando me desperté Trisha y Sebastián estaban dormidos en un sofá y Humberto y yo en otro. Me levante apresurada, a eso de las 4 de la mañana. Levante como pude a Trisha para irnos a nuestra cama y me dormí de nuevo.

Los últimos dos días la pasamos en la playa, mucho más relajados, faltaba poco para volver al pueblo y a la escuela y queríamos disfrutar más de todo a nuestro alrededor.

Caminamos, nadamos, jugamos y reímos hasta llorar. Fue un gran viaje, mucho mejor de lo que pensé a pesar de las cosas que nos pasaron. Hoy cuando recuerdo lo que fue ese viaje me doy cuenta que aquellas cosas nunca nublaran los recuerdos de lo que fue esa experiencia y ese fin de año.

Creo que pude cumplir mi misión en ese momento que era que mis amigos se conocieran y que mi vida empezara aunque sea a tener un poco de sentido.

El último día arreglamos un poco la casa para no dejarle tanto trabajo a Rosita e hicimos nuestras maletas. Almorzamos tarde y cogimos camino al pueblo a eso de las 4 de la tarde. Vimos el atardecer en carretera y cantamos a todo pulmón así nuestras voces no fueran las mejores. Esperaba en un futuro tener más viajes como esos con mis amigos.

El primero en bajar del auto fue Sebastián pues su casa quedaba a las afueras de la ciudad. Nos agradeció por todo, nos dijo que lo había pasado súper y que lo invitáramos al siguiente plan, muy Sebastián.

La siguiente fui yo. Había tenido un maravilloso viaje y no me quede con eso guardado como normalmente lo hacía. Había aprendido en ese tiempo que expresar lo que siento no estaba mal, así que decidí decirles a los chicos que los quería y que gracias por haberme ayudado a guardar grandes recuerdos de ese viaje.

Después de dos abrazos me baje y entre a mi casa. Todo estaba en silencio por lo que creí que mamá estaba dormida. Fui a la cocina cuando me asustaron por detrás.

- Mama!!!

- Hola hija.

- Me asustaste, creí que no estabas.

- Lo siento, estaba en el despacho trabajando en unas maquetas.

- Trabajando como siempre.

- Cuando tu hija no está, no queda más.

- Espero que cuando me vaya no te mates trabajando.

- Cuando te vayas... - se le aguaron los ojos.

- Mamá sin llorar hoy que queda mucho tiempo todavía.

- Está bien...es que a penas te estoy conociendo de nuevo y ya te vas.

- Mamá vamos a seguir hablando, no me voy para siempre y voy a venir cada que pueda.

- Lo se... bueno, debes estar cansada, vamos a dormir.

- De acuerdo.

El lunes siguiente volvieron las clases. Los chicos y yo llegamos bronceados pero casi nadie lo noto, ventajas de ser poco populares. Ya no teníamos más problemas con los chicos de otros niveles afortunadamente, y ahora solo nos enfocábamos en pasar nuestras clases con honores y no tener ningún problemas que pudiera dañarnos nuestras aceptaciones.

LA VUELTA AL SOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora