Capítulo 44: Claro que sí tonta.

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*Mamita, es el último capítulo antes del epílogo, quiero llorar*


- Entonces...

- Entonces... - estaba sentada con mi mamá en la cocina teniendo un almuer-desayuno.

- Entonces...

- Ya mamá, dispara!

- ¿Cómo te fue anoche?

- Normal.

- Esa no es una respuesta... - alzo su ceja.

- ¿Entonces que si sería una respuesta mamá?

- Algo como... Bueno mamá, me la pase súper bien con Humberto y luego estuvimos hablando de la vida hasta la madrugada parqueados al frente de la casa... simple ¿viste?

- Bueno mamá, me la pase súper bien con Humberto y luego estuvimos hablando de la vida hasta la madrugada parqueados al frente de la casa...

- Graciosísima... ¿y la realidad es?

- La realidad es que me la pase súper bien con Humberto, hasta que nos besamos en medio de la pista, salí huyendo, me dijo que me quería, llore y luego estuvimos hablando de la vida hasta la madrugada parqueados al frente de la casa...

- Bueno hija, dime si ese no fue un baile para recordar – reímos juntas - ¿y que va a pasar ahora?

- No tengo la menor idea mamá.

Termine de comer y me di un baño. Era un fin de semana raro. De descubrimientos, pero también de incertidumbre. Así que cuando no queda más que hacer, ponte a leer.

Agarre mi más reciente libro y estuve tan metida en el mundo que no me di cuenta cuando llego Humberto hasta que se sentó al lado mío.

Me dio un beso, todavía no me acostumbraba a ello. Pero se sentía correcto, por lo menos por el tiempo que quedaba. Y esa fue la decisión implícita a la que llegamos sin ni siquiera hablar. Solo estaríamos juntos hasta que ya no hubiera nadie para estar.

- Quería hablar contigo al respecto de algo – me dijo Humberto.

- Dime.

- ¿Todavía te sientes mal con respecto a Trisha y Sebastián?

- ¿Por qué la pregunta?

- Creo que deberías hablar con ellos, deberíamos...

- Los extraño ¿sabes? Ayer, viéndolos en otra mesa, con otra gente, se sentían como extraños, y es horrible, son mis amigos – me brillaron los ojos un poco.

- Lo sé, son los míos también, y esto no tiene sentido ¿sabes? – negué con la cabeza.

- Y más ahora que me voy a Londres. Tengo que hablar con ellos.

Humberto escribió en el grupo que afortunadamente no estaba terminado, solo desierto, y quedamos de vernos al día siguiente. Iba a ser duro, verdades iban a salir a la luz, razones se iban a conocer, pero era lo mejor. No podía dejar las cosas así.

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Quedamos en un local al que algunas veces íbamos. Hacían un buen café y una gran tarta de cerezas.

Estaba demasiado nerviosa. No hablábamos hace una semana pero parecía como un mes, un año, un siglo. Había pasado tanto en esa semana que quizás ni siquiera éramos los mismos.

LA VUELTA AL SOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora