Capítulo 43: El beso.

6 1 0
                                    

Nos sirvieron la comida y comimos en silencio. Seguimos hablando de todo y de nada, creo que el ambiente no era para nosotros y no teníamos la menor idea que hacer.

Después de que todos hubieran terminado su plato, la música subió y empezaron las parejas a salir a bailar. Humberto y yo nos miramos y nos reímos. Seguimos hablando de otras cosas.

No es que el no supiera bailar, sabíamos que sí, lo habíamos comprobado, pero lo mío no era hacerlo y él lo sabía, a menos que tuviera unos cuantos vasos de licor, algo que aquí no había.

Después de un tiempo pude ver cómo nos aburríamos terriblemente, no había absolutamente nada que hacer en este baile, aparte de bailar, lo que era normal pero nosotros no lo íbamos a hacer. Además que no teníamos nadie más con quien hablar. Así que ustedes ya se imaginaran lo bien que la estábamos pasando.

Ok, no me podía quejar, estaba con Humberto y estábamos hablando. Pero realmente nos estábamos aburriendo de estar sentados nada más.

Y luego, sonó la canción favorita de Humberto, vi cómo se le iluminaron los ojos y empezó a bailar sentado, y mi corazón era frágil, gente, no pude aguantar verlo ahí, así que me pare como una niña grande, lo cogí de la mano y lo saque a la pista.

Simplemente me sonrió y me siguió. Bailamos varias canciones seguidas, a pesar de todo, la estábamos pasando bien. Saltábamos en la pista y algunos compañeros se acercaron a bailar con nosotros, así que no estábamos tan solos. Armamos un revuelo porque claramente, nunca nos habían visto tan animados, socializando, les dimos un indulto por ser el ultimo dia.

Un rato después ya estaba molida, obviamente no hacía esto seguido, no hacia ejercicio, no hacía nada, así que mi estado físico era terrible. Le dije a Humberto que iba al baño y él se quedó esperándome en nuestra mesa. Al salir del baño, hice el mismo camino de vuelta pero antes de llegar, alguien más estaba en mi silla. Era una chica rubia, la había visto antes en los pasillos pero no sabía que era amiga de Humberto. Ambos se estaban riendo, mas ella, y además tenía una de sus manos en el brazo de él, se veían muy cómodos juntos.

No sabía qué hacer, me había quedado como una estatua evaluando mis posibilidades, afortunadamente era invisible para todos. La posibilidad uno era presentarme, saludar y reclamar mi silla de vuelta, ok no, quizás sentarme al otro lado de Humberto y hacerme como si nada me afectara.

La segunda posibilidad era huir lentamente de aquí, hacer como si nada estuviera pasando, esconderme un poco, y esperar que la rubia se fuera en algún momento de la noche.

Lo pensé, y me decante por la segunda opción así que rápidamente voltee y empecé a caminar.

- ¡Andrea! – escuche que me llamaron. No puede ser. Igual no pare – Andrea espera – me cogió por el brazo y me dio la vuelta.

- Ah hola.

- Hola... - dijo sin saber que pasaba - ¿A dónde ibas? – mentir o no mentir.

- Ummmm, iba por algo de tomar – mentí.

- Ok, vamos.

- ¿No estabas ocupado? – no pude aguantar.

- ¿Haciendo qué?

- Te vi charlando con una chica.

- Ahhh, Pamela – así que se llamaba Pamela.

- Supongo.

- Solo se acercó a saludarme porque me vio solo.

- Claro.

LA VUELTA AL SOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora