El domingo mamá quiso que fuéramos de compras, y quien era yo para negarme a salir un día con mamá. Eso no se veía siempre, así que acepte y fuimos al centro comercial, pero como el de nuestra pequeña ciudad no era suficiente, prefirió manejar hora y media hacia nuestra ciudad vecina para encontrar un gran centro comercial.
Yo estaba firme en que solo iba a comprar lo que realmente quisiera y no lo que mi madre quería que me comprara, así que compre algunas cosas que cabían en una sola bolsa antes del almuerzo, para esa hora mi mamá ya llevaba tres.
Después del almuerzo seguimos y yo compre otra bolsa mientras que mi mamá llevaba seis. Si, seis bolsas. Pero bueno, quien era yo para que ella no comprara si era su dinero, podía gastarlo en lo que quisiera.
Después de tomar un café helado, manejamos hasta la casa de nuevo, esta vez relajadas, con las ventanas abajo y con música alta.
Llegamos rendidas a eso de las 5 de la tarde, todavía quedaban dos horas para que Humberto viniera por mí, así que decidí tomar una pequeña siesta.
Estaba tan cansada que cuando volví a abrir los ojos eran las 6:30 de la tarde. Entre en crisis, pensándolo bien, no sé por qué, nunca me demoraba mucho en arreglarme, igual me levante rápidamente y empecé a hacerlo.
Un poco antes de la hora entre a la habitación de mamá, estaba en su computadora, trabajando posiblemente. Le dije que iba a salir un rato con Humberto. Cada vez que nombraba a Humberto a ella se le iluminaban los ojos, parecía que le gustaba.
Humberto hizo sonar el pito de su auto cuando llego. Baje corriendo por las gradas.
- Hola – le di un beso en la mejilla.
- Hola – me respondió.
- ¿A dónde vamos?
- Es un lugar que te quiero mostrar, no está muy lejos.
- Ok.
Pasamos mi barrio, la escuela, unos cuantos barrios más, hasta que llegamos a la carretera al final de la ciudad. Luego de unos minutos, Humberto tomo un atajo y se metió por un camino por donde manejo un poco más. Nunca había estado por esos lugares de la ciudad, no era muy de naturaleza y ese parecía ser nuestro destino. Humberto parqueo al lado de un árbol gigante y caminamos un poco. No estaba del todo oscuro así que no había problemas con el camino. Después lo vi, era hermoso, desde donde estábamos se veía toda la ciudad.
- Vamos – me dijo cogiendo mi mano y guiándome hacia donde habían algunas rocas inmensas.
Nos sentamos en una de ellas. También se podían ver las estrellas claramente, algo que no muchas veces se veía en la ciudad.
- Es hermoso aquí arriba.
- Si, este es mi lugar favorito en toda la ciudad, vengo aquí cuando necesito pensar.
- Veo por qué.
Nos quedamos unos minutos en silencio.
- ¿Sabes? Me gusta hablar contigo.
- Gracias – dije, me sonroje pero por fortuna estaba oscuro.
- Sabes escuchar y dar buenos consejos.
- Eso creo, aunque no lo haga mucho.
- Pues deberías – me dijo riendo.
- No soy mucho de hablar, en mi grupo de amigas no lo hacía, ni en mi casa con mis padres, así que aprendí a no hablar y a escribir a cambio.
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LA VUELTA AL SOL
RomansAndrea es un chica que tiene todo lo que una chica puede desear. ¿Pero en realidad las cosas materiales y los amigos por conveniencia son lo único importante en la vida? ¿O el amor, la verdadera amistad y los sueños son los más importante? Tiene que...