Capítulo 29: Mañana será otro día.

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- ¿Qué hacen? – entro Trisha a la habitación y se tiro en la cama con nosotros en ella.

- Se despertó la bella durmiente – dijo Beto un poco más animado. Había estado llorando y triste un rato, pero le había ayudado para descargarse.

Creo que estaba llorando más por frustración que por tristeza y entendía perfectamente ese sentimiento. Se preguntaba por qué su padre aparecía justo en este momento, 18 años después de desaparecer, que quería y por qué su madre lo había recibido y escuchado. Y todo eso solamente se lo podían responder dos personas.

No creo que estuviera preparado para ver a su papá, ni siquiera sé si estaba preparado para llamarlo papá, es una palabra muy grande y durante 18 años su padre fue su madre. Pero ella le podía responder todas las dudas que tenía. Y eso fue lo que le dije cuando se preguntó tantas veces las mismas cosas. Lo único que dijo es que ya sabía que en algún momento lo tendría que hacer pero que por ahora no quería pensar más en ello aunque fuera difícil.

Su mamá también le estaba dando espacio, pues desde que se fue no lo había llamado más que la primera hora que todo había pasado, supongo que alguien, la mamá de Trish, le había dicho que él estaba allí, y sabiendo cómo era Humberto, había que darle espacio, ya volvería a su casa cuando estuviera listo. Por lo pronto nos tenía a Trisha y a mí para lo que necesitara.

Además un poco de buena fortuna teníamos y era viernes, por lo que no nos tendríamos que preocupar por la escuela al día siguiente, ya nos preocuparíamos el domingo.

La mamá de Trisha quería mucho a Humberto así que decidió alimentarnos todo el día, con toda la pena del mundo por mi parte, nos dio de desayunar primero y luego de almorzar, mientras nosotros veíamos película tras película. Eso sí, intercalando géneros, porque si veíamos puras películas que le gustaban a Humberto, nosotras moriríamos, y si hacíamos al revés, el moriría de aburrimiento. También vimos algunas de humor para que se nos subiera el ánimo.

A eso de las 7 de la tarde el cansancio nos venció y terminamos todos dormidos de nuevo en la cama de Trisha.

Le había dicho a mamá que eso probablemente iba a pasar así que no tuve ningún problema, además estuve hablando con ella todo el día para informarla de la situación.

Al otro día nos despertamos a eso de las 8 de la mañana. Todos juntos como relojitos. Humberto se veía mejor, había dormido y había recuperado algo de su ánimo gracias al día anterior. Nos levantamos a bañarnos, porque en realidad el día anterior había sido de mucha pereza y nos arreglamos un poco. A veces las penas se las lleva el agua.

La mamá de Trisha otra vez nos tenía desayuno y yo seguía muerta de pena. Luego de eso estuvimos un rato viendo videos en YouTube y leyendo reseñas de unos cuantos bloggers que nos gustaban.

Como vi a Humberto un poco mejor propuse salir a comer algo afuera. A parte del hecho que la mamá de Trisha ya nos había alimentado lo suficiente, no podíamos seguir encerrados para siempre, además así Beto se preparaba para ir a hablar con su mamá. Creo que ese momento cada vez se acercaba más. Beto no podía quedarse por siempre donde Trish y menos sin ir al colegio.

A eso de la 1 salimos hacia nuestra pizzería. Ya era nuestra pues se había convertido en punto de encuentro sagrado cada que salíamos. El dueño, Piccolo ya nos reconocía y nos daba siempre la misma mesa. Me encantaba ese sitio, tan italiano siempre.

Yo pedí una lasaña mixta con coca, y Beto y Trisha pidieron pasta, el primero boloñesa y la segunda al pesto. Uhhhhh salsa pesto, cosita perfecta.

Comimos hablando un poco y luego fuimos a los videojuegos. Estando allí dimos vueltas por todo el lugar y dejamos ganar algunas veces a Humberto a decir verdad. No sé si se habrá dado cuenta pero no dijo nada. Las sonrisas de Humberto eran limitadas pero buscábamos cada cosa para que nos las regalara.

Por la noche cuando volvimos a la casa de Trisha el ambiente se puso pesado. Yo tenía que volver a mi casa y era probable que Humberto tuviera que hacer lo mismo.

Estábamos los tres sentados en chinito en la cama de Trisha cuando Humberto hablo.

- Chicas, me voy.

- ¿En serio? – pregunto Trisha.

- Creo que ya es hora, mamá debe estar preocupada.

- ¿Estás preparado?

- No sé si hablé con ella hoy pero... creo que debo volver, aunque sea a dormir en casa.

- Mañana será otro día – dije.

- Tienes razón Andre, mañana será otro día.

Humberto recogió su mochila y yo me aliste para irme también. Le dimos un gran abrazo cada una, palabras de aliento y se fue. Mi mamá pasó por mi media hora después.

Antes de dormir de nuevo Humberto escribió en el chat grupal.


"Todo bien, llegue a casa y aunque mamá quería hablar, no fui capaz. Mañana será otro día. Las quiero."




HOLA PERSONITAS, ESPERO DISFRUTEN EL CAPITULO, FUE DIFÍCIL DE ESCRIBIR PORQUE NO PUEDO IMAGINAR POR LO QUE ESTÁ PASANDO HUMBERTO Y EL DOLOR QUE ESTA SINTIENDO, ESPERO QUE ENTIENDAN UN POQUITO ESO. 

EMPECÉ A ESCRIBIR UNA ESPECIE DE CARTAS, SI QUIEREN LEERLAS ESTAN EN MI PERFIL, GRACIAS A TODOS. 

LA VUELTA AL SOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora