Capítulo 38: ¿Y ya sabes a dónde vas a ir?

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El domingo no fue mejor, no quise salir de mi casa por no encontrarme a mi supuesto mejor amigo y amiga por ahí en la calle, juntos.

Lo único que hice fue comer, leer y pensar. Darle vueltas una y otra vez al mismo asunto.

Lo peor de todo esto es que al otro día tendría que ver a Trisha a la cara y no tenía el menor ánimo de hacerlo. Igual y los maestros nos dejaban salir antes y no tenía que aguantarme toda la jornada escolar.

El lunes me levanté un poco mejor, por lo menos ya no había estado llorando. Hice mi rutina y espere que Humberto viniera por mí. Desde ese día solo habíamos hablado por el chat y de cosas banales que nada tenían que ver con el elefante rosa en la habitación.

Llegamos juntos temprano, pero creo que ninguno de los dos tenía ganas de entrar porque nos quedamos viendo por el parabrisas hacia la nada. Pensándolo bien, no sabía porque teníamos esa actitud si nosotros no éramos los que habíamos estado mintiendo por 5 meses.

Un poco antes que sonara el timbre, nos paramos del auto y entramos a la escuela. Todo seguía común y corriente, aunque se notaba el ambiente de fin de año, ya nadie tenía presiones reales en sus hombros. Los exámenes habían acabado y la próxima meta eran las vacaciones.

Entramos al aula de literatura pero el puesto de Trisha estaba aun vacío, quizás ni siquiera fuera a venir hoy. A punto de empezar la clase, Trisha llego, paso por el lado de nosotros sin mirarnos y se sentó en la silla. Ninguno realmente le puso atención.

Siendo prácticamente la última semana de clase, los profesores nos retroalimentaban sobre lo que había sido el año, dando grandes discursos por ser el último y felicitándonos por lograr esta meta.

La clase pasó rápidamente y sin contratiempos, quería salir de ahí porque las próximas clases estaba sola y eso era realmente lo que necesitaba en ese momento. Estar sola y no pensar en todo esto. Pero al final de la clase Miss Spencer me llamo.

- Quería hablar contigo Andrea.

- Dígame Miss.

- Quería felicitarte, me contaron que tienes dos becas en grandes universidades para estudiar literatura.

- Si señora.

- ¿Y ya sabes a dónde vas a ir? – pregunto entusiasmada. Simplemente negué con la cabeza, no era un gran momento para recordarme mis responsabilidades. Viendo mi incomodidad, no tuvo más que darme ánimos – No te preocupes Andrea, eso suele pasarle a muchos estudiantes, solamente tienes que seguir tu corazón, tienen dos oportunidades geniales y espero que puedas tomar la mejor decisión.

- Muchas gracias Miss.

- De nada Andrea, y siempre que necesites algún consejo, recuerda que yo estoy aquí.

- Muchísimas gracias – le di un abrazo y salí rápidamente del aula.

El día paso sin más, afortunadamente no volví a encontrarme con Trisha porque no apareció en el comedor y a la ultima hora no tenía clase con ella, debía esperar hasta mañana para que eso pasara.

Creo que esa primera semana después de descubrir la mentira, me acerque más a Humberto que en todo el año que fuimos amigos, y es que claro, solo nos teníamos nosotros dos para estar, para hablar, para compartir, para comer, para ir a clase, para desahogarnos, para hacer cosas juntos, para todo, solo estábamos nosotros dos.

Y eso me hizo sentir bien, entre todo lo mal que la estaba pasando. Trisha también se veía triste, andaba sola por el colegio durante todo el horario escolar, pero también, un poco, se lo había ganado, por no confiar en mí, por no confiar en nosotros.

Y aunque el dolor iba disminuyendo día con día, todavía no estaba nada preparada para hablar con ella, aunque no porque no lo hubiera intentado, una o dos veces.

Al final de la semana teníamos las notas con nosotros, pero no una decisión ¿no sería más fácil que alguien la tomara por mí? ¿Qué una sola universidad me hubiera aceptado? ¿O que mamá o papá me obligaran a ir a una de ellas? Eso sonaba un poco cobarde pero hubiera estado mucho más tranquila sin tener que pensar en la universidad a parte de en mis "mejores amigos".

Ya que teníamos libre la otra semana, habían pasado las fotos de graduación para lunes y agregado otros eventos para graduandos, parecía que la escuela no nos quería soltar. Además que no tenía el menor ánimo para esos eventos. Todo el mundo estaba alegre, en el mejor momento de su vida y yo aquí, quejándome de la mía.

Y por último, el viernes, la graduación en la mañana, y la fiesta en la noche. Creo que todo había dado una vuelta 180 grados y si es que íbamos a la fiesta, iría con Humberto, como amigos, claro está. 



AHHHHH SI AMIGOS, COMO NO AJAJAJAJAJA

LA VUELTA AL SOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora