T R E S

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Abrí mis ojos con fuerza.

Me deshice de todos los tendidos que me comprometían con mi cama y con un movimiento rápido acabé de pie.
Estaba lloviendo fuertemente y no quise ponerme zapatos así que descalzo me acerqué al espejo, no llevaba mis lentes puestos por lo que solo vi una mancha que se movía cada vez que yo lo hacía. Supuse que mi cabello no estaría muy genial ya que estaba recién levantado. 

Me peiné un poco con mis dedos hacia atrás.

Tomé el pomo de la puerta a lo que estuve seguro de que mi apariencia no asustaría a nadie cuando me viera... aunque no había nadie afuera. Me acerqué a la cocina a paso rápido y cuidadoso.
Con mi mano derecha alcancé un pequeño vaso de plástico y lo puse en el dispensador mientras notaba cómo se llenaba. Me tomé de un trago el agua que contenía y deposité el vasito en su sitio de nuevo.

Me fijé en la hora: 3:15 de la madrugada.

Me bañé, peiné, hice mi desayuno y cuando estuve listo salí directo a clases.

Una felicidad algo extraña me recorrió al darme cuenta que hoy Abigaíl llevaba puesto el collar. Es algo muy lindo verla sonreír de ese modo, pero odié que al verme a mí, ese gesto se esfumara sin dejar rastro.

Ha tratado de hacer el papel de chica fuerte, pero por lo que pasó ayer me di cuenta de lo susceptible que podía llegar a ser; a ella le costaba confiar en alguien y no la culpé, pero todavía no sabía cuál era su razón; no había tenido el valor de preguntarle por que no la quería perder antes de siquiera tenerla, y no quería darle mala imagen cuando apenas me estaba conociendo.

Estaba dispuesto a hacer una cosa extremadamente loca por Abbey. La jornada fue pesada, pues comenzó a las cuatro de la mañana... Y se sabe que ayer salimos tarde por la noche.

Después de entregarle mi primer regalo a Abigail ella actuó fría y se fue de una sola vez dejándome solo en el balcón donde la conocí.

Sus últimas palabras rebotaban en mi cabeza, ¿Tan feo soy que ella no quiere que la vean conmigo?

Suspiré con un poco de dolor ante su ignoro. Había sido indiferente conmigo ayer y debería saber que conmigo no funciona lo de la chica sin sentimientos.

Así que la observé.

Todo el horario no hice más que observarla. Es muy hermosa para no hacerlo y simplemente creí que mis ojos también necesitaban un regalo por mi parte.

Di vueltas a mi lápiz en mi mano izquierda. Mi mirada estaba clavada como estaca en su espalda y al tiempo sentí miradas de diferentes chicos sobre mí. Me extrañé, sin embargo supe que debía parecer un secuestrador en serie y eso hasta a mí me daba miedo.

El timbre sonó indicando que por fin estábamos libres y esperé a que todos salieran del salón para acercarme a ella. Hice un movimiento improvisado que impidió su salida del aula de clases.

—Hola —sonreí.

—No estoy de humor hoy, quítate de allí, te recuerdo que estás en una posición comprometedora, Fitzumark. —me dijo eso y cerré mis piernas rápidamente sonriendo y provocando una reacción casi igual por parte de ella.

—Nunca estás de humor Abbey. Entonces no me quitaré hasta que aceptes hablar conmigo. —ella rodó los ojos— ¿qué?

Carraspeó limpiando su garganta para hablarme duramente con su delicada voz, era una mezcla incomparable pero ella es Abigail así que no me sorprendí.

—Solo mis amigos me llaman así. —chasqueó la lengua.

—Felicitaciones, ¡entonces todo el edificio es tu amigo!

—No, sólo son personas que me ven todos los días irradiando felicidad falsa y listo.

Con un movimiento poco planeado, pero al igual exitoso, quitó mis brazos de la obstrucción de la entrada y caminó rápidamente queriendo que no la siga ni la detenga. Pero mi locura iba a ser llevada a cabo y no me importaba, porque ella nunca lo sabría.

Abbey estaba en su taquilla guardando sus libros mientras yo me escondía detrás de la mía.

Ella nunca ha sabido de mí aunque ya me hubiese visto el año pasado. Entonces el timbre hizo acto de presencia de nuevo y cerró con fuerza la puertecilla.
Un chico de ojos cafés y cabello negro, que estaba en muy buena forma, se posicionó al frente de ella y comienzaron a hablar impacientándome.

No supe si fue ilusión mía pero por un minuto creí haber hecho contacto visual con ella.

Se despidió del chico con un rápido beso en los labios y un abrazo como el que intenté darle ayer y no me correspondió. Luego de separarse, el muchacho tomó entre sus manos el collar que yo le regalé y sonrió. Estuve suficientemente lejos para no escuchar nada. Abigaíl le arrebató la joya de las manos y le dijo algo para mí, incomprensible.

Esperé unos segundos a que por fin el chico la dejara en paz y ella comienzara a caminar. Llegó hasta el aparcamiento y se subió a su motocicleta.

Me golpeé la frente. Debía seguirla.

Corrí hacia la carretera libre gracias a que había dejado todo lo que traje dentro de mi taquilla; el viento golpeó mi rostro con fiereza y desordenó mi cabello. Suspiré un poco cansado por lo que no había dormido casi, pero logré parar un taxi y ordenarle que la siguiera por mí.

Me adentré en el vehículo y unos segundos después Abbey salió del edificio, manejando su motocicleta con seguridad y mostrando una sonrisa linda que supuse, sería la falsa de la cual me habló.

Continuamos el trayecto y al taxi no le entraba aire natural, por el contrario, estaba helado debido al aire acondicionado. Odiaba el frío.

Observé todos los movimientos que ejecutó la chica a la que seguía: giros, acelerones, frenos en seco, vueltas, y juro que levantó la llanta delantera una vez y la sostuvo, toda una profesional.
Al fin la vi detenerse en frente de una casa color blanco con puertas y ventanas negras y decoraciones doradas en ellas.

Dejó su motocicleta con confianza en el camino de cemento del antejardín y se bajó de ella. Por consiguiente cerró la baranda y la oi gritar "Ya llegué" al vacío sin que nadie le respondiera.

El taxi estaba mal estacionado así que rápidamente escribí en la palma de mi mano con un bolígrafo prestado.

Calle 13, Norte Hollow — Carrera 25.


N/A

WENAS

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~EDITADO~
D

iciembre 09 -2018

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