T R E C E

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[THROWBACK] 18 de junio.

Hoy es un dia muy especial porque una chica hermosa está de cumpleaños!

Marielitaz1802 !!
Te doy todos lo mejores deseos y espero que la pases de maravilla!

En realidad no sé cuando vallas a ver ésto (o si lo verás) pero en nombre de todos los patacones te deseo un feliz cumpleaños!!!

Te quiero demasiado<3 



Mis piernas temblaban, cualquier vecino podría denunciarme y pensar que estaba robando en la casa de Abbey. Aunque pareciera un vecindario tranquilo, y que ella no conociera a nadie.

Tiré la bolsa que traje por la ventana y luego yo pasé. Eran las cuatro de la tarde y pude verla salir de su casa un poco arreglada, estaba hermosa.

Me dolía un poco lo que le iba a hacer, pero sólo un poco porque valdría mucho la pena.
Caminé rápidamente hasta su habitación y dejé aquella bolsa en la cama. La abrí y de su interior tomé mis herramientas, las cuales me vendrían ayudando con lo de la sorpresa.

Ya llebaba casi diez minutos de estar en la habitación de Abigaíl, puede sonar extraña la idea de que me estaba divirtiendo pero aun así era la verdad. No había un alma en ésa casa y era enorme, pude pasearme por ella con facilidad pero no podía aprovecharme de la suerte. Entonces recibí una llamada y mi móvil se salió de mis manos para terminar en el suelo. Por suerte siguió vibrando y lo recogí de allí rápidamente para contestar.

-¿Hola? Abbey, perdoname la tardanza por favor -escuché un resoplido del otro lado de la línea y me imaginé de forma espontánea su rostro y el enfado que llevaba encima.

-¿Donde estas Thiago? ¿Tienes cosas mas importantes que atender en éste momento? -su ira de hizo notar en sus palabras y no la culpo por eso, todo lo provoqué yo al dejarla plantada pero no era... Bueno, si era mi intensión.

-Es necesario, te pido que entiendas, no te dejaré plantada. Esperame unos minutos mas.

-No se si pueda hacerlo.

-Por mi, Abbey. Jamás te voy a decepcionar, enserio estoy haciendo algo...

-Más importante -completó- entiendo.

-No es así, es sólo un asunto de familia, en unos minutos salgo para allá, no te vallas.

-Unos Minutos -dijo remarcando cada palabra.

-Abigaíl, escuchame. No te vallas de ahí, y no te asustes si algo me pasa -debía hacer ésto de algún modo.

-Ahora me asustas... ¿Qué ocurre?

-No es mas importante que tu. Llegaré, lo prometo.

Apagué el móvil y corrí de nuevo a su habitación para terminar con el trabajo. Me deshice de aquella caja que encontré ésta mañana en su armario y al fin terminé la sorpresa.
Habían pasado unos veinte minutos más después de la llamada, encendí de nuevo mi teléfono. Me topé con cuatro llamadas perdidas de Abbey.
Con mi dedo índice me ocupé de apretar el botón y unos toques telefónicos después escuché contestar a su voz.

-¿Ya vendrás? ¿Qué pasó? -me preguntó y no le contesté pues estaba un poco complicado con un destornillador entre los dientes- ¡Hey!

Escupí la herramienta para poder hablarle: -No puedo ir lo siento -le dije- ahora odiame todo lo que quieras, luego te explico.

Ella gruñó fastidiada y sonreí sin poderlo evitar.
-Adiós -dijo.

Me encargué de que todo estuviera perfecto y salí de esas cuatro paredes. Cuando escuché la puerta abrirse me adentré en el baño que estaba interno en su cuarto rápido.

Una maldición proveniente de afuera penetró mis oídos y luego por un mínimo agujero en la puerta, contemplé la sombra de una furiosa Abigaíl.
Su mano se dirigió a la pared y a oscuras encontró el encendedor, una vez presionado las doce lámparas de techo que instalé brillaron como estrellas e iluminaron toda la habitación, Abbey llevaba el ceño fruncido y al pasar eso cubrió sus labios con su mano y sus ojos se aguaron.
Susurró suavemente "Dios" y apartó su mano derecha de su boca, al hacerlo no pudo cerrarla gracias a la sorpresa que se llevó.

En ese momento salí del baño y sonriendo la miré.
-¿Qué hiciste? -me preguntó alegre.
-Ven acá -le ordené.

Ella se acercó a mi con pasos lentos después de cerrar la puerta detrás de su cuerpo. Tomé su mano y le di una delicada vuelta, cubrí sus ojos; su espalda daba en mi pecho y comencé a caminar.

Di un paso derecho y la hice caminar tal y como yo lo hacía; mi pierna izquierda dio un paso y la suya también, mis manos sintieron como sus mejillas subieron un poco y se tensionaron... Estaba sonriendo.

Aparté mis manos de su rostro y dejé a su vista deleitarse con todos los regalos que le había hecho hasta el momento. Esos y unos mas que compré hoy estaban en una repisa de distintos niveles.
A su alrededor cincuenta post-its con mensajes de amor que escribí para ella. Se acercó a uno de ellos y lo leyó mentalmente.
Dio vuelta sobre sus talones para encontrarme con una rosa roja entre mis dedos... Estiré mi mano ofreciéndosela.

-Toma esto en señal de disculpa -le dije y la ví negar con la cabeza. No se podía creer lo que estaba pasando.

Su mano derecha hizo contacto con la mía y tomó la flor. Seguidamente una lágrima solitaria bajó por su mejilla, ¿iba a llorar de felicidad?
Acaricié sus pómulos con mis pulgares limpiando esa rebelde lágrima de allí, entonces Abigaíl se lanzó a mí en un abrazo fuerte.

Sus brazos se hallaban entre nuestros cuerpos y los mios al rededor del suyo, depositando un casto beso en su cabeza haciéndola suspirar y decir: -Eres increíble Thiago. Te amo demasiado. No hacia falta todo esto para que lo supieras.

La tomé por los hombros y nos separé; acerqué mi rostro al suyo y su respiración se entrecortó.
Luego le dije, con mi mirada en sus ojos, remarcando cada palabra para que estuviera totalmente convencida:

—¿Me besarías hasta perder la cordura?

—Nunca la tengo cuando estoy contigo.

No hizo falta que dijera más nada para que nuestros labios estuvieran unidos. Abbey entrelazó sus dedos en mi cabello con fiereza e hizo de ese beso, uno más romántico. Mis manos la tomaban con fuerza de la cadera y sentí un escalofrío con cada segundo que pasábamos de ese modo.

Porque al fin había logrado lo que me propuse y nada ni nadie me va a arruinar esto. Porque sólo ella puede hacerme sentir de esa manera; cambiarme de una manera positiva al igual que yo lo hago con ella.
Observé sus labios hinchados y deduje en su expresión que estaba feliz. Entonces lo comprobé.

—Querida Abbey, has sido descongelada...

AdvarselⓢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora