S E I S

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Me levanté de mi cama con un dejo de melancolía. Tenía mucho sueño, no quería levantarme en verdad. Fui al baño y me cepillé los dientes. Mi visión de nuevo borrosa; no tenía idea de dónde había dejado mis lentes. Me percaté de una figura femenina entrar en mi habitación: cabello castaño ondulado y largo hasta la cadera. Entonces pensé en ella ¿es Abigaíl? me le acerqué y la tomé de los hombros, me puso mis lentes sobre las orejas y me golpeó con cuidado mi mejilla... Era mi hermana.

—Ah —suspiré— eras tú.
— ¡Adivina! Los dejaste en mi habitación ayer.
—Pues gracias querida —expresé con ironía.

Ella tomó asiento en mi cama, la cual en esos momentos no podía tocar si no quería quedar atrapado y no poder ir con Abbey.
Hablamos un rato mientras yo tomaba una ducha. Mi hermana es mayor que yo por un año. Se llama Sarah y es muy sobreprotectora, no gasta mucha saliva antes de preguntarme por qué insisto tanto con Abigaíl.

—Estoy enamorado —le contesté tranquilamente— ¿qué pasó ayer?

Ella sonrió cálidamente, no podía creer que esas palabras acabaran de salir por mi boca.

—Me alegra tanto escuchar eso, nunca antes habías sido tan expresivo, esa chica ha hecho un cambio en ti, pero... ¿desde el año pasado Thiago? ¿Porque no me comentaste nada?
—No lo sé, en realidad, ¿me contarás qué hicieron ayer?
—Ella tocó el timbre tarde, a eso de las diez de la noche, le abrí y me preguntó por ti. Le informé que no estabas y eso, pero yo creí que llegarías en un rato Thia, estuvimos hablando por horas, me ayudó a cocinar algo para entretenernos. Al fin, eran las doce de la madrugada. ¡Thiago te esperó DOS horas! —Bajé la mirada, arrepentido— le dije que había sido un gusto y me sonrió, luego se fue de aquí, pero me dijo que te avisara que quería hablarte.

Le di las gracias a Sarah por contarme todo y luego de eso le doy un beso en la frente. Tomé mis cosas y la mochila que llevaba ayer por la noche y salí hasta la carretera; me paré en el andén y caché un taxi. Un taxi que me llevó hasta las puertas del edificio que se llama universidad. Salí de los adentros de éste, y subí las pequeñas escaleras que había antes de la puerta. Pasé el umbral... Caminé por el pasillo.

Rápidamente di con el paradero de mi conquista imposible. Así que llamé su atención.

— ¡Hey Abbey! —ella giró su rostro apartando su vista y atención de sus compañeros sobrepasados de músculos, no se hallaba con ningún alma femenina. Caminó hasta donde yo me encuentraba y cruzó sus brazos bajo sus pechos lo cual inconscientemente me hizo mirar más abajo de lo que estaba permitido.

Ella levantó su dedo índice derecho y me dijo: —Te reto a que lo sigas. ---Empezó a dar vueltas en el aire las cuales perseguí con la mirada y acabé en su rostro para continuar con su frase— No mires más abajo de esto —ubicó su dedo en su mentón y sonreí a modo de burla.

—Hola Thiago ¿como estas? Voy a decirte qué estaba haciendo en tu casa anoche —imité su delicada voz y ella rodó los ojos sonriendo.
—Te odio —me soltó una vez que cambió su expresión a una frívola.

—Y lo aprecio, por lo menos sientes algo por mí y sé que me tienes en cuenta.

El maestro entró al aula y ella giró su cuerpo para poner total cuidado a lo que él decía, sin embargo yo sólo fui a dejar mi mochila en mi sitio y las únicas palabras que escuché fueron: Elijan ustedes.

Supuse que había dado trabajos en grupo pero yo ni me molesté en preguntarle a alguien si quería trabajar conmigo; la mayoría de las veces hacía los deberes solo, y las únicas veces que eso no se cumplía era porque el profesor me obligaba a hacer equipo con alguien.

Comenzó a plasmar en el tablero varios temas para tratar, luego una serie de preguntas, sobre lo que debíamos investigar. Cerré mi libreta con fuerza al terminar de escribir el taller, provocando un ruido que hizo que todos posaran sus miradas en mí, pero las ignoré. En ese momento no tenía ánimos para ver todos esos ojos verdes, azules y grises artificiales. Estaba frustrado porque Abbs me dejó con la duda.

— ¡Presten atención! Si no quieren estar en ésta clase la puerta está abierta.

Me levanté de mi sitio sin mirar a ninguna persona en específico, sólo veía el suelo. Di unos pasos hasta salirme del salón y fui a MI lugar. Estaba estresado y no sabía por qué. Tomé asiento en el suelo, ésta vez no puse mis manos en el barandal. Unos segundos después vi a Abigaíl pasar el umbral y mirarme.

—Levántate —me ordenó y fruncí el ceño, había prometido algo.
—No me vas a manipular —en ese momento inició una guerra de miradas que yo gané, entonces se sentó a mi lado.
— ¿A qué horas llego a tu casa?
— ¿Cómo? —Dije confundido.
—Lo que oíste invisible. Para hacer el trabajo...
— ¿Tú me estás pidiendo que haga equipo contigo?
—Técnicamente no. Te estoy avisando que estás conmigo en el trabajo.

Sonreí con alegría.
—Está bien. Gracias a tu insistencia, me convenciste. Hoy a las ocho.

Mi conciencia se hizo presente: recuerda sus conquistas imposibles, Thiago ¿te querrá ilusionar?
Antes de que eso pasase, yo debía estar preparado.

Por la puerta vi cómo se asomaban dos cabezas y a lo que las divisé se escondieron.
Miré a Abbey extrañado y ella a mí igual. Luego de un rato varios chicos de nuestro salón entraron al balcón. En cabecilla, un chico lleno de músculos con unos sorpresivos ojos verdes. Ese chico que tomó entre sus manos el collar de Abbey era el que hablaba.

—Abigaíl... ¿Qué haces con el chico invisible? —preguntó en tono de burla y sus compañeros atrás rieron, chicos y chicas al unísono.

Abbey me miró de forma extraña, parecía que... Se avergonzaba de mí.
Se levantó rápidamente del suelo y yo igual, pero tropezó con los cordones de sus vans y el barandal, al recibir el peso de su cuerpo, se rompió.
Reaccioné rápido cuando gritó mi nombre y la vi suspendida en el aire tomando mi mano con fuerza.

Todos los presentes hicieron una mueca de asombro. Estábamos en el último piso del edificio, el quinto. Si la soltaba caería al vacío.

No tenía de dónde sostenerme y mis pies resbalaban pero de ninguna forma la soltaría.

Nadie se acercó a la escena y algunos corrieron a buscar ayuda.

— ¿Me soltarás? —Ella me gritó.

—Jamás había escuchado una pregunta más absurda... Sé que tú me odias, pero yo sería capaz de todo por ti.

~EDITADO~

Thanks&Xaii

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