V E I N T I U N O

114 50 20
                                    

El chico gruñó frustrado y no pude evitar la risa, una carcajada limpia salió de mi garganta, pero supuse que nadie me escuchó. Gracias a que estaba suficientemente lejos de aquella pelea.
Me regañé a mí misma en mis adentros y guardé silencio para seguir espiándolos.

-¿Enserio? -reprochó él.

-Mmm... Y me das todas tus pantallas -Alex me pareció un niño pequeño a lo que vi su expresión, pero sabía que era mayor que yo.

Salí de mi escondite con la intensión de escabullirme, lastimosamente con mi pie empujé una maceta que cayó e hizo ruido pero no se rompió, para mi suerte. Me sentí avergonzada en ese momento y marieth me miraba con expresión de furia, lo que me intimida. Sin embargo sabía que no había sido por mí... Era por el comportamiento de su hijo.
Me llamó para que me acercara y decidió presentarme a su hijo así... En pijama, odié eso, ningún chico me había visto así. Sólo uno...

-Alex, ella es Abigaíl - era lindo el muchacho, poseía un rostro angelical, clavículas marcadas y mentón cuadrado, pero enseguida me miró con expresión pícara así que automáticamente me mostré indiferente. No planeaba ser esa "primera chica que mirara".

-Todo un gusto Hermosa - le sonreí de forma forzada y me dirigí hacia Marieth.

-Lamento no poder hablar más tiempo con su hijo, creame, es una gran lástima, debo ir a mi habitación, con permiso.

Caminé rápido y subí las escaleras, el pasillo para mí era corto, ya que mi habitación era de las primeras. Eran más o menos las ocho de la mañana, yo no había podido dormir bien la noche pasada. Así que me encontraba un poco soñolienta. Me metí al baño después de haber sacado toda mi ropa y tomé una ducha corta. Luego tomé mi toalla, me envolví en ella y salí del baño. Mi ropa sucia la deposité en un canasto que la señora Marieth me habilitó anteriormente.
Mi cama estaba llena de distintas cosas; sábanas por doquier, almohadas, objetos míos y algunas cosas que desempaqué. Por tal razón tuve que agacharme para sacar ropa de mi bolso que se hallaba en el piso. Tomé algo sencillo y al levantarme de mis cuclillas casi resbala mi toalla. Alcancé a agarrarla antes de que mi cuerpo quedará a plena vista desnudo, pero me asusté al escuchar la voz de Alex. Se encontraba apoyado en el umbral de mi puerta, con los brazos cruzados y una mirada de completo pervertido ¡por Dios! había dejado la santa puerta abierta, no me acostumbraba aún a eso de tener espectadores en mi casa ya que antes estaba segura de que eso no podría pasar.

-Lástima que la pudiste recoger a tiempo, me quedé con las ganas de ver el espectáculo -su comentario me hizo arder en furia, pero sólo pude fulminarlo con la mirada.

-¿Quién te crees? -amenacé, nadie me iba a faltar el respeto de esa manera.

Él se limitó a encogerse de hombros y decir: ---No cerraste la puerta, no creí que necesitaras privacidad, sólo venía a saludarte.

-Vete de aquí -escupí con asco.

Me guiñó el ojo y algo me repugnó, sentí ganas de vomitar. Me senté a la orilla de la cama con pesadez y luego de reflexionar terminé de cambiarme. Bajé a la sala a desayunar, había un *bufete* de película y me sentí rara, cuando mi padre estaba vivo, era una persona de clase social alta, siempre tuvimos dinero para todo lo que yo quería, pero jamás abusamos de él, ni presumimos con las demás personas.

-Buenos días -dije al tomar asiento.

Se encontraban Eli, Aleja, Marieth y como no, Alex.
Rodé los ojos por segunda vez en media hora, eso había logrado ser un récord, todos respondieron mi saludo al unísono, y comencé con el desayuno despreocupadamente.
Sentía los ojos de Alex sobre mí todo el tiempo, levanté la vista de mi comida hacia él y lo hallé mirándome horrible, parecía que me quería comer viva con la mirada. Fue traumante.

AdvarselⓢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora