T R E I N T A

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Drama Queen 7w7r

—¿Qué ocurre, puedo ayudarte en algo? —negué con la cabeza— no llores, por favor.

—¿Porqué es tan difícil olvidar?

—Porque no tienes Alzheimer prematuro, Thiago, no puedes obligarte a soltar el pasado, ¿Sabes qué pasa cuando no puedes superar a la persona que crees amar? —guardé silencio—. Te das cuenta de que la amas.

—¿Lo dices por experiencia? —Interrogué recordando al sujeto de la cafetería y su repentino odio hacia él, pero ella negó con la cabeza, con un gesto que me convenció—. Ni te imaginas, Meesh. Ella siempre será mi todo, mi corazón siempre estuvo dividido en dos partes. Al principio eran, mi familia y yo. Luego, sólo Sarah y yo. Pero cambié. Ella me cambió. Luego de un tiempo, mi corazón dejó de interesarse en mí mismo, y esa parte que decía "yo" cambió a "Abbey" la otra seguía intacta; "Sarah" —Meeshell suspiró en medio de mis palabras—. Deduce cómo está mi corazón ahora.

—Sigue igual, Sarah... Abbey. Es tan tierno.

—Y tu, Meeshell, ahora haces parte de mi corazón, eres mi otra hermanita, también eres muy importante para mí. Te quiero demasiado.

—Y yo a ti.

Ella pasó sus dedos por mis mejillas, su tacto era increíble, parecía el mismísimo tacto de Sarah, me hacía sentir protegido, seguro. Tomé sus manos con fuerza y le mostré una sonrisa. Me detuve un momento y miré sus rasgos físicos, la oscuridad era densa, pero la luz de la luna entraba por mi ventana permitiéndome verla un poco. Me deleité con sus labios, su nariz y sus ojos, veía a Meesh como una pequeña mujercita, valiente, audaz, servicial, cariñosa... Increíble. Las cosas comenzaron a desaparecer y mis ojos a cerrarse. El sueño se apoderó de mi consentimiento, entonces una voz dulce y a su vez ronca me asustó cuando ya me veía caído en profundidad.

—Perdóname por hacerte esto, Thiago —me dijo y abrí mis ojos de golpe, mi vista era borrosa pues, los lentes me los quité hace rato. La oí sollozar.

—¿Por qué? —Le pregunté a lo que la angustia comenzaba a carcomerme.

—Olvídalo, duerme cariño.

Estaba muy cansado, y ya quería dormir, por eso no pude seguir insistiendo aunque lo quisiera, todo se volvió negro y varios sueños felices pasaron por mi cabeza. Por fin estaba tranquilo.

***


—¿Qué te parece si buscamos a Abigaíl? —insistió conmigo—. A ver, el plan podría ser sencillo.

Nos hallábamos en la habitación de ella; el día siguiente de dormir juntos. 

No podía hablar ya que por lo que la conocía, Meeshell parecía proponer las mejores ideas. Era inevitable no estar de acuerdo con ella en ese aspecto pues, aunque no lo aceptase, seguía amando a Abigaíl tanto como si fuese mía, lo cual no era cierto. No podía serlo si no sabía dónde estaba, o si aún estaba.

—Vale, ve a mi habitación y escoge mi ropa rápido. El domingo nos favorece, ¡mira ese sol, Meeshell! —Exclamé entusiasmado.

No se movió de su puesto, los últimos días había extrañado sus shorts y sus blusas de tirantes pues eran reemplazados por sudaderas anchas y chaquetas, por eso sabía exactamente qué ponerle.

—No quiero que elijas mi ropa ésta vez. ¿Puedo vestirme sola?

—Vamos Meeshell, cumple las reglas —Ahora yo insistía.

Ubiqué de forma inconsciente mis manos en su cintura, buscando que cediera pero ella las apartó. Fruncí el ceño. Parecía inocente, tímida y simplemente no era propio de ella. Volví a tomar su cintura esta vez con más intensión; se sacudió y entonces lo supe. No me aparté de su delgada contextura; entonces recibí un empujón. Me paralicé unos pasos más lejos de ella, atónito.

AdvarselⓢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora