Siempre debía tener las uñas cortas, metí la yema de los dedos en mi globo ocular, apreté un poco el pequeño pedazo de plástico y al cortar su contacto con mis ojos, lo guardé con asco en su diminuto estuche. Procuré no lastimarme con lo anterior. Di unos pasos para depositarlo en la primera gaveta de mi mesa de noche y luego decidí salir a la sala, para cenar con Meeshell.
—Meesh, mira -le tendí mi mano con algunos billetes entre los dedos. Ella giró a verme- es para el arriendo.
Sorpresivamente, se negó. Me regresó el brazo y frunció el ceño, seguidamente abrió la boca y me dijo: —Oye no, yo puedo pagarlo, usa el dinero para algo que necesites -negué con la cabeza.
Y allí, veinte minutos de mi vida perdidos tratando de convencerla, era mi primer pago en el trabajo, el gerente está encantado con mi desempeño... Y Sami está encantado conmigo, pero bueno, ¿que se le hace? Mis ganas de progresar, eran infinitas, siempre estaba caminando por toda la agencia y observando a los demás fotógrafos, mis conocimientos han incrementado y los he sabido poner en práctica.
Tomé una mochila cercana y metí algo de dinero, desgraciadamente tuve que volver a ponerme los jodidos lentes de contacto. Mis pies se dirigieron por sí solos hasta donde estaba Meeshell, luego me despedí de ella con un beso en la mejilla y le prometí llegar temprano. El sol comenzaba a bajar por la inmensidad del cielo, que tenía millones de tonos rojizos y anaranjados. Cerré con suma precaución la puerta principal de la casa y me paseé por el diminuto antejardín que disimulaba un poco el mal aspecto decorativo de la casa, ésta debía ser algo vieja y sólo Meesh vivía ahí. Supongo que su trabajo no le daba tiempo para remodelar.
Paré un taxi rápido hasta poder llegar al centro del corregimiento. Por consiguiente comencé a rebuscar entre todas las tiendas, de puerta en puerta metiéndome en cada una de ellas hasta encontrar una tienda de electrónica. Me adrentré de forma lenta, arrastrando mi mirada como si fuera roca, por cada cámara fotográfica que había allí. Podía apostar que mis ojos estaban cristalizados, era demasiado paraíso para mí. Gracias a tan sólo unos cortos pasos pude llegar hasta la encargada del lugar, que me recibió enseguida con una sonrisa y clavó su vista en mis ojos. Me sentí un poco incómodo ante aquella situación y decidí preguntarle por el tipo de cámara que más me gustaba, para salvarme.
La chica se levantó de su silla con ayuda sus manos, posicionándolas en la mesa que estaba enfrente de ella, entonces comprobé que era casi de mi estatura y si me equivocaba; unos cuantos pocos centímetros más alta. Se me parecía mucho Angélica con su cabello castaño claro despelucado y sus pecas adornando su rostro de tez blanca, como sólo lo logra ser la sal purificada.Ella me guió por el camino después de zigzaguear por todos los postes que habían y me llegaban hasta la cadera. Encontró justo el modelo que le había dicho, y pude sonreír, era la actualización que siempre había querido. Yo perdí mi cámara ya que no volví a mi casa después del terremoto y no pude sacar nada ni recuperar ninguna de mis cosas; es algo muy duro. Todavía tengo muchas cicatrices por todas partes de mi cuerpo, algunas aún no se han cerrado debido a la profundidad y todavía no puedo creer que un mes haya pasado entero. Como ya había dicho, en ella se encontraban todas mis memorias y todas habían sido perdidas... Meeshell era muy cuidadosa a la hora de curar mis heridas, ella había decidido hacerse cargo de eso, y todo funcionaba a la perfección, cada una se iba consumiendo con el pasar de los días.
Regresé a la casa con una cámara fotográfica nueva. Me parecía genial ya que no iba a tener que pasar por la pena de pedir prestadas cámaras a los demás fotógrafos de la agencia. Yo estaba extremadamente cansado ya que decidí volver caminando. No sentía casi mis piernas y literalmente, me tiré a los brazos de Meesh al abrirme la puerta.
—¡Oh por Dios! ¿Qué te sucede? ¿Acaso vienes ebrio Thiago? Porque si es así tendré que hablar muy seriamente contigo...
Me tiró al sillón después de arrastrarme, seguramente pensaba que me había podido cargarme pero en realidad aligeré mi peso con ayuda de mis piernas hasta que ella llegara a la sala. Comencé a reír como si tuviera un caso crónico de epilepsia, y aunque no sean muy probables las muertes relacionadas con esa enfermedad, estaba más que seguro que muchas personas lo han mal expresado así alguna vez.
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Advarselⓢ
Romance«Todo era muy evidente para mí, pero para los demás inexistente» Mezclar la vida normal con las tragedias que te dejan a un paso de la muerte puede no ser tan buena idea, pero a ellos nadie les ofreció otro camino. √Todos los derechos reservados. √H...