Meeshell tenía entre las manos una gran cucharada de sopa, la subió hasta su boca y en segundos ya había acabado con toda la comida que en la mesa había depositado el camarero.
—¿Y ahora por qué sonríes? —Ella preguntó.
Volví mi vista a sus ojos y me percaté de que ya habíamos abandonado ese restaurante hace unas horas y que un olor intenso a medicamento nos inundaba cada segundo.
—Recordaba —Me excusé de forma obvia. Acto seguido una sonrisa se le escapó, una sonrisa de niña pequeña cuando ve un dulce por la calle. Si, esas sonrisas que sólo duran dos segundos, por que la niña se da cuenta de que el dulce no le pertenece y la realidad le cae como balde de agua fría mientras ve a su dueño alejarse por la calle...
En ese momento estábamos de vuelta en Goursland, en el hospital, esperando los resultados de la cita médica correspondiente a la pelirroja. No pude evitar ninguno de los recuerdos que ella me traía y la verdad, no sabía por qué había hecho tanto drama con lo de su anorexia, debí entenderla desde el principio y tal vez la habría podido ayudar de una forma más sencilla. Meesh se levantó ansiosa cuando yo lo que más tenía era temor. Una enfermera se acercó a nosotros y nos guió al consultorio del doctor en el que él nos esperaba con un rostro inexpresivo. Los años traen consigo demasiadas experiencias y no era la primera vez que debía dar las mismas noticias, digo, Meeshell no es la primera chica anoréxica del mundo y ya estoy comenzando a sentirme mala persona por recordar todo el tiempo esa horrible experiencia.
Voces retumbaban en las afueras y se extinguieron justo cuando la enfermera, por cierto, muy amiga de Meeshell, cerró la puerta con firmeza. Observé toda la habitación; paredes blancas, peso, metro, una vitrina repleta de diminutos frascos y otra más al lado repleta al igual de frascos de gran tamaño. Giré a la derecha y me encontré con la nariz de Meeshell. Sus pecas eran nítidas, sus cabellos rojizo anaranjado casi flotaban en el aire por lo desordenados que estaban, sus ojos azules me demostraban los nervios que estaba sintiendo, el doctor por fin nos dio la tan anhelada noticia.
—Meeshell Tapia, no me alegra mucho tenerte por aquí. Mucho menos con malas noticias, antes de dártelas quiero que sepas que todos tus compañeros te apoyaremos y te ayudaremos a salir de eso. —El doctor nos ofreció una reconfortante sonrisa y le devolví el gesto con un asentimiento de cabeza mientras pasaba mi brazo por los hombros de mi hermana— Tienes un punto de anemia. Puedes recuperarte rápido pero necesitas poner de tu parte en la alimentación y en éste caso, parar el ejercicio, si no lo haces podrías desaparecer de delgada y no lo digo a broma. —Los brazos blancos como nubes de ella se aferraron a mi cuerpo con fuerza a lo que la sentía sollozar. Se separó de mí y al verle la cara pasé mis dedos limpiando las lágrimas.
—Los mocos los limpias tu —Bromeé y sentí un golpe en mi hombro— Muchas gracias doctor. ¿Eso es todo?
—Afortunadamente sí, la tabla de comidas está dentro del sobre. —Me lo tendió mientras se levantaba de su escritorio— Suerte Meeshell.
—Gracias —Respondí por ella y comenzamos a caminar hacia la puerta. Ella hundió la cara en mi hombro y la rodeé dejando un pequeño beso en su cabeza.
—A ti también —Concluyó.En pocos minutos estuvimos dentro de un taxi con rumbo a casa. El aire acondicionado de sus adentros me provocaba escalofríos pero los ignoraba al concentrarme en la hermosura del paisaje, sin apartar la vista de la ventanilla empecé a decir lo que pensaba acerca de nuestro recorrido de ésta mañana.
—Meesh creo que deberíamos dejar de buscar a Abigaíl —Sus ojos sobresalieron y sentí una furiosa mirada en mi espalda, esta vez, di vuelta a mi cabeza y acomodé mi posición, luego miré sus labios fruncidos, ella estaba confundida y no la podía culpar, por que una esperanza como la que yo tenía hace unas horas no se iba tan rápido.
—No puedes estar hablando enserio...
—Lo cierto es que es un caso perdido, a veces me pongo a pensar en cosas de las que podemos disfrutar sin necesidad de tenerla cerca. Bueno, eso sonó muy feo, lo admito. Me refiero a que —Busqué palabras en mi diccionario mental pero nada salía de mi boca y es que comenzaba a desmotivarme con el hecho de encontrarla, ni siquiera yo podía hallar una explicación para cómo me sentía justo en ese día...
—Ya no quieres. —Concluyó una vez más— Te entiendo —Suspiró pesadamente y se cruzó de brazos— ¿Sabes cuánto daría yo por un hombre que me buscara?
—No... por que no me has dicho.
—Ash, por favor olvídalo. Lo que quiero decir es que a nosotras nos mata que ustedes luchen por nosotras, que demuestren que les interesamos, sin llegar a hacernos ver rogadas, ese es el punto. ¿No te imaginas cuando Abbey te vea de nuevo? ¿Cuando sepa que hiciste hasta lo último que estuvo en tus manos para buscarla?
—Si, pienso igual que tu, y adoraría poder complacerla con eso pero el caso es que no puedo, que no me quiero quedar estancado por lo que pasó, y aunque no me arrepiento de nada no quiero seguir luchando más...
Hubo un minuto de silencio al terminar mis palabras, Meeshell volvió su vista al frente y a fruncir los labios, a morderlos como si fueran chicles. No quería que hubiera un mar de sangre cuando lograra romperlos así que agregué: —Tengo otras ideas.
—¿Qué clase de ideas? —Mi móvil vibró y atendí a la llamada de Sami, que me avisaba algo acerca de un regalo que tendría mañana al llegar al trabajo. Asentí y sonreí consciente de que no me estaba viendo, luego colgué.
El taxi frenó en la acera del ante jardín y con un gesto le dije a mi hermana que ya lo vería... Bajé del vehículo y por el otro lado escuché la puerta golpeándose. Me incliné en la ventanilla del conductor y le pagué cinco mil pesos, luego de eso él partió a toda velocidad por la carretera. Me quedé de pie y con un jalón Meeshell me devolvió a la realidad, por que como era seguido me había perdido en mis pensamientos.
—He conseguido equipo de remodelación —Yo dije y cubrí sus ojos con mis manos para después abrír la puerta de la casa. Con ella no pasaba lo mismo que con Abbey, pues en vez de sonreír y ponerse cachetona, la enfermera era tan delgada que sólo sonreía y casi ni me daba cuenta.
—¡Vamos a pintar! —Gritó entusiasmada cuando vio los muebles de la casa amontonados en el centro de la sala y el piso con papel periódico. Reí y asentí.
—Nos vamos a olvidar de todo y vamos a seguir adelante, —le indiqué— promételo.
***
Capítulo corto y kk, lo sé :3
La razón es que lo dejé allí porque lo que pasa después hace parte del siguiente bloque (que empieza en el cap 34)
Sean felices uwu
Thanks&Xaii
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Advarselⓢ
Любовные романы«Todo era muy evidente para mí, pero para los demás inexistente» Mezclar la vida normal con las tragedias que te dejan a un paso de la muerte puede no ser tan buena idea, pero a ellos nadie les ofreció otro camino. √Todos los derechos reservados. √H...