Advarselⓢ

V E I N T I S I E T E

—Déjame te llevo —me propuso y negué con la cabeza. No pensaba estar en el mismo lugar con él por más de cinco minutos- no seas así.

—¿Acaso me prohíbes actuar como yo quiero? —le respondí ya altanera.

El chico alzó las cejas sorprendido y tomó mi mano con fuerza para después comenzar a caminar hacia su auto, implicando eso, comenzar a arrastrarme... Me removí y logré safarme de su agarre, que se había vuelto más fuerte y posesivo.

—Quieras o no, te llevaré, Abigaíl —Comentó él orgulloso, cruzando los brazos sobre su pecho y mostrando una sonrisa alineada.

Me encogí de hombros restándole importancia y subí al aire mi puño para estrellarlo contra su mejilla izquierda. No supe por qué hice eso, pero ya estaba harta de la situación. Su rostro se giró instantáneamente hacia el lado contrario y sonreí. Me di la vuelta para seguir caminando en paz. La lluvia era tan abundante que casi no me dejaba ver nada a mi alrededor, hacía las veces de cortina espumosa, como de cascada...

Di una vuelta completa a mis talones, buscando de forma desesperada algún lugar que me ofreciera refugio. Corrí aún sin lograr ver absolutamente nada, mis pies entraron a algún nivel diferente de suelo y se enterraron hasta sólo un poco más abajo de mis rodillas, donde se encontraba la orilla de mi abrigo. Mis zapatillas se empaparon gracias al charco de agua, entonces me detuve y oí ruidos. Una luz incandescente se asomó por la ahora delgada cortina de lluvia, cegándome al instante y haciendo que mis ojos automáticamente se achinaran con fastidio y que mis brazos los cubrieran en busca de sombra.

Traté de ver por encima de ellos y me encontré a unos metros de distancia con dos luces lado a lado. Las luces eran blancas, casi amarillas y venían hacia mí con velocidad, me paralicé al darme cuenta de que era un auto. El miedo me congeló y las luces destellaron centímetros cerca de mi cuerpo, grité fuertemente pero por suerte el auto derrapó aunque rozó mi brazo izquierdo y en éste sentí rápidamente un eco de dolor profundo. Mi respiración indudablemente desapareció de el mapa, mi consciencia solo me ayudó a dar un paso atrás, pero el río caudaloso de la carretera se había levantado más, haciéndome tropezar y caer de espaldas en él.

Cerré mis ojos antes de ser cubierta por una enorme capa liquida anaranjada por la tierra que había podido bajar, pero no sirvió de mucho porque de cualquier forma comencé a toser debido a que mi nariz aspiró mucha agua y ardía. No sabía qué más podía pasar.

El recuerdo de Thiago vino a mi cabeza sin explicación.

(Padre, tu que lo puedes ver todo desde allá arriba, donde supongo que fuiste a parar, por favor, enviale una señal a Thiago, envíale una señal si en éste momento está vivo. No lo abandones papá...)

Por fin hubo un momento en el que sentí que nada más podía arruinar el instante de torpedad que tuve, hasta que la figura de Alex apareció en mi vista nublada y borrosa. Su cuerpo atrapado dentro de un abrigo de tela delgado que se hallaba apretando su contorno por la humedad, y a su vez, denotaba y formaba sus pectorales.

Una sonrisa burlona tironeó sus labios, era lo único que podía asegurar que estaba ese momento en su expresión. Mi vista era horrible. Mis ojos y nariz ardían simultáneamente al tiempo que mi brazo izquierdo dolía y sangraba un poco. Tosí fuertemente. Acto seguido Alex me ayudó a levantar y no me negué a su encarecida colaboración. Casi no habían estrellas en el cielo. Cuando estuve de nuevo en pie, un escalofrío me recorrió, partiendo desde la punta de mi dedo corazón hasta mi hombro, y no era para más, si no que Alex me había tomado del brazo para algo que desconocía. Gruñí. Él me soltó enseguida y tuve tiempo de mirar mi herida.

—No vuelvas a tocarme ahí -Le pedí.

Me sorprendí por haberle pedido algo, las cosas no iban a salirse de MI control, no se suponía que fuera a pedirle cosas a alguien como Alex. Eso estaba prohibido rotundamente. Aunque me atraigan sus ojos, me gusten sus labios rosados y su cabello... ¡Jamás!