T R E I N T A Y T R E S

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Besos del papuh en multimedia UwUrr

Vamo' a ver como sufre Abbs :3


Mordí las palabras y las escupí crudas.

—No hay puestos disponibles. No estamos buscando más personal. La jefa Dolly no lo hace. Si es eso lo que buscas, no es el lugar, cariño.

Una sonrisa fingida y familiar se asomó por las comisuras de sus carnosos labios, los cuales llevaban un lápiz labial color marrón que combinaba con su piel canela. Una fría imagen se pasó por delante de mis ojos y parpadeé, sosteniendo con una mano mi pecho, en el lugar donde se hallaba mi corazón al momento en el que me quedaba sin aire. Comencé a jadear. No había oxígeno, no había aire por ningún lado. Mis pulmones estaban siendo apretados y unas cuantas gotas de sudor corrían sosegadas y calientes por mi frente. Las luces comenzaron a parpadear quedándose más tiempo en la parte negra y cuando la primera de esas gotas calló al suelo e hizo eco, recuperé la compostura por sí sola y ergí la espalda, casi como si alguien me estuviera levantando con una mano invisible, con una fuerza superior como con la que soñé antes. No percibí ninguna señal de que hubiera estado asfixiándome hace segundos, pero eso había sucedido. Sé que alguien me levantó y me ayudó a mantenerme en pie.

Ofelia se mostró sorprendida, como si uno de sus planes hubiera salido mal. Miró por detrás de mi hombro con los ojos muy abiertos y yo la imité con curiosidad. No había nada, ni nadie. Sin embargo la expresión de Ofelia era digna de una portada. Volví mi vista entre su rostro y la paseé por todo el almacén pero éramos las únicas allí en ese periquete. Los ojos de Ofelia calmaron y se volvieron un poco más claros, esta vez dejando distinguir el iris de la pupila. Calmaron al igual que ella. Parecía temerosa y yo no conocía de qué.

—Pronto lo habrá —me dijo rápidamente y se dio vuelta para caminar con prisa como si algo la persiguiera.

<piérdete en la quinta porra> pensé.

Me moví de mi sitio y mis piernas descansaron, mi vista se tornó borrosa y restregué mis ojos por encima de los párpados para recuperarla. De algún modo me sentía protegida por algo, si de verdad . Busqué mi lugar de trabajo y tomé asiento respirando con normalidad.

—Buenos días —Escuché murmurar una voz a mis espaldas y me vi obligada a girar el asiento de ruedas para verle los ojos marrones de un chico alto, de contextura delgada pero definida. Le sonreí.

—Bueno días, bienvenido a la boutique ¿en qué puedo ayudarte?

—Eres muy linda —Devolvió mi sonrisa y en lugar de sonrojarme, viajaron recuerdos melancólicos por mi mente haciéndome suspirar— un domicilio que al parecer no salió perfecto. Vivo en las afueras, en Goursland.

—¿Qué es eso? No había oído de una ciudad así en éste país —Yo dije, incrédula.

El chico rió un poco dejando ver sus dientes e inclinando su cabeza hacia atrás.

—Exacto. Aquí nadie conoce de mi corregimiento. Triste, pero superable —Volvió a reír, ésta vez más suave.

—Que vergüenza. Lo siento —Pasé un mechón de cabello detrás de mi oreja, realmente estaba apenada. No sería agradable que nadie tomara en cuenta a mi ciudad.

—No es nada. Bien, sé que debí haber llamado antes pero en realidad se me...

—Hola, lo siento por interrumpir. Abigaíl, la jefa te necesita en su despacho, yo me encargo del cliente —Elizabeth informó con un tono de preocupación. Señaló con sus ojos que debía irme, descifré tristeza.

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