—Juro que voy a matarlo. —gruñe Justin.
—Tú no matarás a nadie. —frunzo el ceño.
—¡Se atrevió a golpearte, ese gilipollas! —grita.
—Eda, lo siento tanto. —se disculpa Maya entrando a la sala— No se qué le sucedió. Él no es así.
—Lo se, Maya. —asiento con la cabeza totalmente decepcionada de Eric.
Mi hermano no es así, o al menos el hermano que yo conocía. Se que Eric ha cambiado todo este tiempo y se que no es el mismo.
Tomé una fuerte respiración y me senté en el caro sofá. Mi rostro aún arde por el golpe y estoy segura de que me quedará una marca oscura por algunos días. ¡Joder! ¿Cómo es posible que esté pasando esto? Por supuesto que me he preguntado eso todo un maldito año, desde... Desde que conocí a Justin.
¿Qué hubiese pasado si no hubiera conocido a Justin? Si no... Si no hubiese chocado con él esa tarde en el muelle de Santa Mónica. No estaría aquí en este momento, no hubiera descubierto que mi madre y mi hermano estaban vivos, que mi padre no se suicidó, si no que mi propia madre lo mató; que tengo una hermana psicótica y que toda mi maldita vida era una mentira.
Pero conocerlo me abrió los ojos, y le agradezco a Dios tenerlo en mi vida, ya que él es quien me sostiene en todos estos jodidos momentos. Tenemos altas y bajas, pero estamos aquí y jamás nos iremos.
—¿Nena? —su voz cálida me sacó de mis pensamientos. Lo miré y note que me estaba observando algo preocupado— ¿Estás bien?
Sonrío: —Si. —me levanto y me siento sobre sus piernas. Maya ya se habia retirado, por suerte— Solamente le agradezco a Dios haberte conocido.
Él me sonríe mostrando sus blancos dientes y abraza mi cintura: —También lo hago, nena. Tú eres mi vida.
Sonreí complacida.
—Deberías llamar a Wanda, hace días que no hablan, debe estar preocupada. —le digo acariciando su cabello.
—Lo sé, no ha dejado de llamar, pero con todo lo que ha sucedido no he tenido tiempo de devolverle la llamada. —suspira.
—Yo la llamaré, tal vez pueda hablar con Gracie. —metí mi mano en mi bolsillo trasero y saqué el móvil marcando rápidamente el número de la mansión Romanoff.
—Hola, somos la familia Romanoff, en este momento... —colgué.
—Me da al buzón. —frunzo el ceño mirando mi móvil.
—Que extraño, Amelie debería estar en casa en este momento. —contesta Justin también extrañado.
—Quizás salieron. —me encojo de hombros.
En ese momento comienzo a observarlo. Me encanta observarlo. Es tan bello, tan masculino; me fascina.
Sus ojos son de un color miel y se ven más claros bajo el sol, pero más oscuros de noche y a veces cuando se enoja.
Sus labios son finos, pero acorazonados, al mismo tiempo tan delicados y suaves. Me encanta besarlo y sentir su calidez todo el tiempo. También me gustan sus arrugas cuando sonríe o la forma en la que sonríe sin mostrar sus dientes, tan coqueto y sexy.Mi hombre es hermoso y es todo mío.
Acaricio su cabello mientras él juega con mis dedos, pensante y quieto. Está concentrado en sus pensamientos, lo se porque puedo ver esas pequeñas arrugas en su frente y la forma en que mira fijamente nuestras manos, aunque está en otro mundo.
Su cabello ya le está creciendo, pero siempre será suave tenga como lo tenga.
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San Pablo. (EDITANDO)
FanficMentiras. Siempre se trata de eso. Un viaje hará que todo se tumbe boca arriba, pero la historia continúa, siempre continúa. Ella irá en busca de su hermano, también buscará la verdad y su paz, pero quién dice que nadie la buscará a ella. Alguien...