50 Días.

Día 8.

—¡Llamen a los bomberos! —gritó el señor de los perros calientes.

—¡Hanna!

Pablo vino hasta donde nosotras estábamos.

—¡Ana, tenemos que irnos ya! —gritó Pablo detrás de mí, él intentó tomarme de la mano para correr, pero no podía irme.

Hanna inmediatamente vino hasta mí, yo solo miraba la carpa en llamas.

—Ellas están ahí —dije señalando la carpa.

—¿Ellas? ¿Quiénes? —preguntó ella.

—¡Vámonos de aquí ahora! —gritó Isabella comenzando a correr, al igual que toda la gente que había a los alrededores.

—No, mi hermana está ahí.

—Vámonos Isabella, no quiero seguir aquí —mencionó Emily.

Observe como los demás solo se iban, son unos malditos.

No puedo dejar que Jessica muera, no por mi maldita culpa, comencé a correr hasta la carpa, cuando estaba por entrar, un guardia de seguridad me detuvo.

—Mi hermana está ahí —grité asustada.

—Lo siento, señorita, nadie puede entrar.

Mire hacia Hanna, ella estaba muy confundida, la gente comenzaba alejarse, algunas personas salían de la carpa, pero no Jessica, no ella.

Hanna vino hasta mí, le explique que las vi entrar, pero cuando hable ya era tarde, Emily había finalizado el plan.

—Hanna, tu distrae al señor, por favor, tengo que entrar ahí —mencioné muy asustada.

—Tú no puedes hacer nada, Ana, solo te pondrás en peligro.

Hanna distrajo al guardia, corrí dentro, todo estaba cubierto de humo, ya no había gente, pero no veía por ningún lado a Jessica.

Pronto comencé a sentirme muy mareada, cuando vi a Jessica ella venia con Paola y Danny hacia la salida, un guardia las estaba sacando.

—¡Ana, ya estamos saliendo! —gritó Danny tosiendo.

No pude más y caí al suelo, el humo comenzó a obstruir mi respiración, un pedazo de madera cayo enfrente de Jessica, escuché algunos gritos, pero pronto todo se puso negro,

***

Cuando desperté estaba en una ambulancia, no sabía que había pasado con Jessica, no supe sí pudieron salir.

—¿Dónde está? —pregunté.

—¿Quién? —preguntó la enfermera.

—Mi hermana.

—Ella está bien, tu tranquila.

Sentí un gran alivio al escuchar eso, me alegro tanto de que nadie haya salido lastimado.

Unos gritos me distrajeron de mis pensamientos, eran gritos de dolor.

Rápido me exalte, por lo cual la enfermera me calmo.

—¿Qué paso?

—Es la esposa del guardia que saco a tu hermana, el guardia murió.

La enfermera salió de la ambulancia, un segundo después Henry apareció frente a la puerta.

—Haz hecho un gran trabajo, Ana, eres una excelente jugadora —dijo y se fue.

Ya no quiero seguir haciendo daño a los inocentes, maldita Candice, ella es la única culpable.