50 Días.

Día 28.

—¿Ana? ¿Qué haces aquí? —preguntó la madre de Rosa.

¡Dios mío! Creí que no había nadie en casa.

—Estaba buscando a Rosa.

—¿En nuestro baño? —preguntó confundida.

Me quedé callada, no sabía que decir, la madre de Rosa comenzó a caminar hacia donde yo estaba.

—No hay necesidad de que entre —dije nerviosa.

—Claro que sí, Ana, no es por desconfianza, pero quiero asegurarme de algo.

La madre de Rosa entró al baño, yo solo me aleje, ya sabía que estaba buscando.

—¡El dinero no está! —gritó la señora dentro del baño. —¡Tengo que llamar a la policía, me han robado!

La madre de Rosa comenzó a correr a las escaleras, luego se dirigió a la cocina donde estaba el teléfono colgado en la pared.

—Un momento... Tú, ¡Tú me robaste!

Ella se acercó a mí e intento quitarme mi bolso, yo rápido comencé a negar.

—Señora yo no, yo no lo hice, lo juro.

Tomé con fuerza mi bolso, no quería que me lo quitara, lágrimas querían salir de mis ojos, no puedo creer lo que hice, soy una mala persona.

—¡Dámelo, la que nada debe nada teme!

La puerta se abrió, justo cuando la madre de Rosa me había quitado mi bolso.

—¿Mamá? ¿Ana? ¿Qué hacen? —preguntó Rosa, a un lado de ella venía Isaac.

—¡Ella me robó hija, tu estúpida amiga nos robó! —

No sabía que decir, no podía seguir mintiendo, tengo que confesar todo y asumir las consecuencias.

—¿Qué? —Rosa me miró confundida.

—Ella tomó el dinero del baño, de la caja de tu padre.

—Ahhh, ese dinero, yo lo tome mamá —Rosa me sonrió.

¿Qué? Rosa asumió la culpa, Dios mío, no puedo dejar que haga eso.

—Rosa no, no lo hagas.

—Calla, Ana —dijo Rosa acercándose a su madre, ella le quitó el bolso y me lo entregó. —Mama, yo tome ese dinero, lo siento mucho.

—Ana, solo vete de aquí —Isaac me miró, parece que también entiende que no quise hacerlo, sabe que Candice es capaz de cualquier cosa.

—Lo siento, Rosa.

Salí de su casa, no puedo creerlo, Rosa se echó la culpa por mí, ahora su madre piensa que ella robo, pero ¿Por qué lo hizo?

Comencé a caminar hacia el parque, ahí es donde vería a la persona que iría por el dinero.

Al llegar estaba Valeria y Luis, creo que ellos vienen.

—Hola, chicos.

—Hola, Ana, ¿Tienes el dinero? —preguntó Luis.

—Si, aquí esta.

Extendí mi bolso y se lo di.

—Reto cumplido, espero no hayas tenido problemas —Valeria me sonrió, no parecía molesta como pensé.

—Vaya que muchos —respondí. —Cuídense, chicos, cuídense de la estúpida de Candice.

—Lo haremos Ana, tu igual cuídate —Luis me sonrió.