Día 46.

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Los miré, ellos se estaban burlando de nosotros.

—¡Por favor, ayuda! —gritó el oficial Ramírez.

—Ana, algo le pasa a Isabella, no despierta —Hanna le estaba dando pequeñas palmadas en la cara, pero me temó que no serán suficientes, ella necesita un maldito hospital ya o morirá desangrada.

Manuel nuevamente se asomó, ahora jaló a Jessica del tobillo y la saco del auto, luego siguió con los demás, al último fui yo.

—Veamos, parece que Isabella está muerta —Candice comenzó a reír.

Pablo se acercó a ella y cuando estaba por tocarla, ella abrió los ojos.

—¡Me duele!

—Yo te ayudo —dijo Manuel y se acercó a ella, tomó el gran vidrio del pecho de Isabella y lo sacó moviéndolo de un lado a otro, mientras Isabella gritaba de dolor.

—¡Nooo, déjala! —gritó Lizbeth corriendo hasta Manuel, pero fue inútil, Henry la alejo y Manuel termino de sacar el vidrio, más sangre comenzó a salir de su herida, por lo cual Isabella quedó inconsciente.

Pablo corrió hasta Isa, le tocó el pulso, la cara de Pablo cambió, ahora estaba asustado y nervioso, por lo cual supe que Isabella había muerto.

—Listo, no podemos lidiar con estupideces.

—Jugadores, suban a la camioneta —ordenó Candice.

Me siento muy mal por Isabella, ella era una gran amiga, maldito, Manuel, subimos al auto, seguro me matan, no cumplí con el reto.

—¿Qué hacemos con el policía? —preguntó Ariana.

—No podemos dejarlo ahí, súbanlo a la cajuela.

Pablo, Elena y Ariana bajaron por el oficial, solo escuchaba gritos de él pidiendo ayuda, pero todo era inútil, ya era muy tarde, no había nadie que pudiera ayudarnos.

En todo el camino nadie dijo nada, no puedo creer que voy a morir, siento mucho todo el daño que cause, yo solo trataba de sobrevivir.

Al llegar a la cabaña, nos dejaron encerrados en la camioneta, solo se fueron, no dijeron nada.

***

Día 46.

No pude dormir nada, mis ojos se sienten muy pesados, solo quiero recostarme sobre mi cama y dejar que todos los problemas se vayan por un rato.

—No puedo creer que Isabella está muerta —Lizbeth seguía llorando, y lo comprendo, ellas eran muy cercanas.

—Al menos ahora está en paz, ya no tiene de qué preocuparse —mencionó Hanna triste.

Es verdad, cuando mueres todos los problemas desaparecen, pero yo no quiero que los míos desaparezcan aún, tengo muchos sueños por cumplir, conocer gente nueva en mi vida, viajar, conocer lugares nuevos, este no puede ser el fin, no puedo dejar que sea el fin.

—No podemos rendirnos.

—Exacto, no debemos hacerlo —Isaac se estiró un poco.

—Ana, date cuenta, no podemos hacer nada, nos dejaron encerrados, no podemos salir de aquí —Jessica también estaba llorando, mierda.

Me duele demasiado verla así, ella tenía una pequeña herida en su frente, se supone que yo la protegería de todo, y ahora está condenada conmigo.

—No me daré por vencida, no dejare que hoy sea el último día de mi vida.

Tomé mi celular y comencé a golpear el vidrio, lo cual es algo tonto, ya que es un vidrio blindado, porque lo único que logré fue romper mi celular.

50 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora