Día 49.

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POV Ana.

Nunca me había puesto a pensar en cómo iba a morir, hasta hace unos días, simplemente no quiero, no estoy lista. Este sótano es tan oscuro y tenebroso, ya no quiero estar aquí, quiero estar con mi hermana y con mi padre.

Espero que Candice ya lo haya dejado ir, me siento muy mal, escuché que alguien se dirigía hasta acá, me tape con la pequeña manta que me trajo Pablo en la mañana y me hice la dormida.

Tomé una pequeña tabla que poco a poco fui afilando, si es Candice, ahorita mismo la voy a matar esta vez no voy a fallar, no me permitiré fallar.

La puerta se abrió, yo seguía con los ojos cerrados.

—¿Ana? ¿Sigues dormida? —preguntaron.

Abrí los ojos, era Pablo, esta mañana estaba pensando en matarlo, pero no puedo, él era un gran amigo.

—Estoy despierta —dije poniéndome de pie.

—Quiero hablar contigo antes de que Candice regrese.

—¿Candice está afuera? Por favor, Pablo, déjame ir, ayúdame a salir de aquí —supliqué.

Pablo se quedó pensando unos segundos, luego simplemente dijo.

—No puedo, no puedo dejar que te vayas, Candice me mataría.

—Vamos, Pablo, puedes venir conmigo.

—No sé, Ana, Candice no ha querido hacerme nada, no quiero hacer que se enfade.

Si él no me lo permite, me iré sin él, yo no necesito ayuda, no seré la misma estúpida de antes, tengo que ser fuerte, superar todo, seguir con mi vida.

—Está bien —dije caminando a mi pequeña esquina, tomé la manta y se la arrojé a Pablo en el rostro, luego corrí hasta la puerta.

—¡Ana, no! —gritó Pablo quitándose la manta de la cara.

—Lo siento, Pablo, en verdad tengo que irme —dije y cerré la puerta, la llave estaba ahí, así que solo bastó con darle vuelta.

—¡Ana, no! —Pablo comenzó a golpear la puerta. —No puedes irte, me matarán, matarán a tu padre.

Mi padre sigue aquí, ¡Dios mío! No puedo perderlo a él también.

—¿Dónde está?

—Sácame, te llevaré con él.

—Lo siento, pero no confió en ti —dije. —Lo encontraré por mi cuenta.

—No, Ana, sácame de aquí, juro que te ayudaré a matar a Candice.

Matarla, eso sí quiero hacerlo, solo que no se si fiarme de él, no puedo confiar en nadie, mis amigos me traicionaron.

—Ana, juro que esto no es un engaño, por favor, Ana, solo abre la puerta.

Tomé las llaves y las gire, luego tomé la perilla y la gire, la puerta ahora estaba abierta.

—¿No me engañaste? —pregunté.

—Claro que no, Ana, yo no te traicionaría —dijo Pablo para luego darme un gran abrazo.

Pablo me tomó muy fuerte, comenzó a caminar al sótano y me empujó, caí por la escalera.

—Lo siento, Ana, aun no puedes irte, necesitamos un plan —dijo y cerró la puerta.

—¡Eres un maldito mentiroso!

***

POV Grace.

—Esto no es nada bueno —susurró Jessica.

50 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora