Epílogo.

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Desperté en una habitación de hospital, miré hacia todos lados, estaba sola, no había nadie conmigo.

—¡Ana! —gritaron fuera de la habitación, era la voz de mi madre.

—¡Mamá! —grité con felicidad, creí que jamás la volvería a ver.

La puerta se abrió, mi madre y mi padre entraron junto a Jessica, lagrimas comenzaron a salir de mis ojos, los extrañe muchísimo.

—Ahora estamos todos unidos, Ana.

—¡Dense prisa! ¡Hay mucha sangre!

Todos nos unimos en un gran abrazo, ahora todo era felicidad.

—¡Siguen con signos! ¡Ella ha perdido mucha sangre!

Miré la puerta, está nuevamente se abrió, miré a Candice y a Manuel entrar por ahí, ellos tenían unas pistolas en sus manos, estaban apuntándonos.

—Nadie puede hacernos daño —Jessica sonrió.

—Claro que podemos —dijo Candice riendo y disparo.

La bala afortunadamente nos esquivó.

—Te lo dije —volvió a hablar Jessica.

Ahora fue turno de Manuel, el disparo en nuestra dirección, la bala impactó en mi pecho, sentí que me punzaba, una y otra vez.

Candice levantó el arma y disparo al igual que Manuel, las balas impactaron en la cabeza de mis padres, haciendo que rápidamente cayeran al suelo.

—¡Jessica, corre! —grité antes de caer al suelo.

***

Abrí los ojos, estaba en una ambulancia.

—Todo estará bien, tu tranquila tus amigos están bien —dijo una enfermera que sostenía una bolsa de suero.

—Mi hermana.

Ellos nos chocaron, Manuel y Ariana, estábamos a salvo, porque se empeñan en hacernos daño.

La ambulancia se detuvo, rápido me bajaron y me llevaron hasta una habitación, estaba muy mareada.

Mis padres están muertos, solo quedamos Jessica y yo.

—Descansa un poco, Ana —mencionó la enfermera, mis ojos comenzaron a sentirse pesados.

***

Desperté muy cansada, ya me sentía mejor, mire a la puerta, por ella entro Rosa y Hanna, ellas están bien, me alegro mucho.

—¿Dónde está, Jessica? —pregunté angustiada.

Ana, lo siento, Jessica desapareció.

—Selena y ella no estaban en el taxi donde sufrieron el accidente —Hanna mantenía la vista al suelo.

—Creemos que Manuel se las llevó —mencionó Rosa agachando la cabeza.

—¡Ellos fueron, se las llevaron, Manuel se la llevó! —comencé a gritar muy asustada. —¡Tenemos que encontrarla!

50 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora