Día 14.

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—Nadie se ira de aquí con vida —nos apuntó con el arma y jaló el gatillo.

Solo logré escuchar un grito de dolor.

Comencé a caer por las escaleras, cuando llegué al final, inmediatamente me puse de pie.

—Lizbeth, ¿Estás bien? —preguntó Isabella.

Me giré para verla, ella estaba tirada en el piso, una gran mancha de sangre estaba en su estómago.

—¡Me duele! —se quejó Lizbeth mientras una lagrima descendía por su mejilla.

—Tranquila, vamos a sacarte de aquí —dijo Hanna.

—Te equivocas, niña, ella no se va a ningún lado —Marcos comenzó a acercarse a nosotras.

No sabía que hacer, vamos a morir aquí, Dios mío no, no estoy lista, aun no. Miré hacia la puerta, esta estaba abierta.

—Por favor, Marcos, déjanos ir —supliqué.

—¿Qué paso? —preguntó Pablo entrando por la puerta.

—¡Nadie se mueva! —gritó Marcos, nos estaba apuntando otra vez.

—Marcos, por favor, esto no nuestra culpa, es de Candice, ella nos obligó a venir aquí —Ian dijo rápidamente, Marcos pareció confundido.

—¿Candice?

—Sí, ella nos obligó por un estúpido juego, si no lo hacemos ella nos matará.

—Está bien, pueden irse, solo una cosa, ella no se va a ningún lado —menciono Marcos señalando a Lizbeth que se encontraba en el suelo.

—¡No! Necesito ir a un hospital, esto duele mucho —Lizbeth gritó desde el suelo.

Todos comenzamos a mirarnos los unos a los otros, esto no está bien, Lizbeth no debería haber estado aquí.

—No, no podemos dejarla —Isabella se puso frente a Marcos.

—Bueno, entonces nadie sale de aquí —Marcos apuntó su pistola a la cara de Isabella y puso su dedo sobre el gatillo.

—No dispares —mencionó Emily. —Nos iremos, solo promete que ella estará bien.

—Lo prometo, ahora lárguense de aquí.

Todos comenzamos a correr, Isabella aun traía la bolsa con el dinero, al menos el reto está completo. Ian nos llevó a cada uno a su casa, la bolsa se la dimos a los criados de Candice.

Al llegar a mi casa me fui a mi cuarto, cuando pasé por el cuarto de Jessica escuché que aún estaba despierta.

—No puedo hacerlo, no quiero —logré escuchar desde adentro.

Abrí la puerta, con ella estaba Paola.

—¿Qué no quieres hacer, Jess?

—Nada, Ana, no te preocupes.

—Debes decirle, Jessica, tal vez ella pueda ayudarte —Paola me miró algo nerviosa.

Jessica en cambio, solo mantenía la cara agachada, no me quería contar.

—¿Qué está pasando? —pregunté, estaba comenzando a tener miedo.

—Estoy en algún tipo de reto, tengo miedo, Ana, ellos dicen que, si no lo hago, podrían matarme.

—¿Qué?

—Jessica está dentro del reto de los 50 días —dijo Paola.

No puede ser, tal vez es mi culpa, yo compartí el link, ella debió entrar, esto no está bien, yo soy la maldita culpable.

50 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora