50 Días.

Día 38.

—¡Hey!

El oficial Gómez rápido se giró y me miró, no entiendo porque mierda tiene que traer a ese estúpido con él.

—¿Qué haces aquí, Ana?

—Vengo a buscar a Hanna, ¿Usted qué hace aquí? —pregunté, es obvio que yo sé a qué viene.

—Descubriremos que son unas malditas asesinas —Diego me miró molesto, que mierda le pasa.

—¿En serio tiene que traerlo? —pregunté rodando los ojos.

El oficial Gómez se quedó pensando, luego caminó a la puerta principal de la casa de Hanna.

—¡Oiga! ¿No necesita una orden o algo?

—No, esto puede tratarse de un cuerpo sin vida, así que puedo entrar sin necesidad de ninguna orden —dijo él.

—¡Eso papá, muéstrale a esta rata quien manda aquí!

Cuando el oficial Gómez estaba a punto de entrar a la casa, llegaron los demás.

—¡Hola, Diego! —Emily inmediatamente se acercó a Diego, es evidente que le gusta mucho.

—Será mejor te vayas de aquí.

—¿Por? ¿Qué pasa? —preguntó Emily fingiendo no saber nada.

—No pueden estar aquí, chicos —mencionó el oficial Gómez y entró a la casa.

Me apresuré y entré después de él, todo se miraba normal, el oficial comenzó a subir las escaleras.

—¡Ana no! —susurró Isabella.

El oficial llegó hasta el final de la escalera, todo se miraba bien.

—No entiendo que es lo que paso, ella estaba aquí —me susurró Lizbeth nerviosa.

—Ana, ella estaba aquí, nosotras estuvimos a punto de sacarla, solo que me llego mi reto.

Todos íbamos tras el oficial, no quería que encontrara algo, creí que podría detenerlo, pero en este instante no se me ocurre nada.

—¡No pueden estar aquí!

—Está bien, papá, nos vamos.

Diego comenzó a empujarnos hacia las escaleras, lo siento mucho, Hanna, no era mi intención, ellos me obligaron como siempre.

—Algo anda mal —Isabella me miró, podía notarla demasiado confundida y nerviosa.

—Tal vez Hanna vino antes y lo sacó.

—Espero que mi padre encuentre algo y vayas a la cárcel, Ana.

No quiero pelear, solo quiero irme a mi casa, cuando salimos de la casa de Hanna, ella venia caminando hacia acá.

—¡Hanna! —grité emocionada por verla.

—¿Todo está bien? —preguntó Hanna.

—Lo siento, Han, llamé a la policía, ellos están buscando el cuerpo de Laura.

Hanna se quedó sorprendida, después de unos segundos, ella por fin dijo algo.

—Estoy segura de que tu no lo hiciste, seguro fue obra de Candice.

Unos disparos comenzaron a escucharse dentro de la casa de Hanna, mi corazón comenzó a acelerarse.

—¡Dios mío, mi padre! —exclamó Diego asustado, luego comenzó a correr a la casa.

—¿Qué pasa? —preguntó Grace llegando.

—¡Algo pasó! —grité y comencé a correr, todos comenzamos a correr detrás de Diego.