Capítulo 3°: Procesos difíciles

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Bostecé desperezándome en el sillón rojo de mi tía, un gato negro con collar anti-pulgas de color rosado se subió sobre mí, era Love, la gatita de Montse. La acaricié mientras la gatita ronroneaba y se frotaba contra mí, me gustaban las mascotas en general, pero era esa típica niñita que nunca tuvo una, primero, porque a mi abuela no le gustaban; segundo, porque desde que ella falleció ninguna casa la he sentido como mía, como un hogar, para tener la confianza de simplemente traer una mascota. Donde quiera que fuera era una eterna allegada y el trabajo de las allegadas es molestar lo menos posible.

—Oh, aquí estabas —dijo Nash, llegando por el pasillo que daba a la habitación de Montse.

— ¿Esperabas que fuera a dormir con ustedes? ¿Para qué, recibir sus patadas? No, gracias —ya había pasado por eso y no me sentía ansiosa por volverlo a vivir.

—Bueno, ya me levanté ¿No quieres ir a seguir durmiendo con Montse?

—No, creo que está bien de sueño para mí —seguí acariciando a la gatita, últimamente no podía dormir demasiado. Cuatro o, a lo más, cinco horas.

—Al final Montse no me contó nada y se fue a acostar antes de las nueve, me dejó viendo la película sola.

—Qué raro, ella es diosa del desvelo —quizás volvía a tener problemas con el hierro en su sangre, pensé.

—Actualmente es el mismísimo Morfeo, duerme, duerme y no hace mucho más.

— ¿Y el trabajo?

—Creo que de vez en cuando se arranca para unas siestecillas —comentó despreocupadamente, ojalá yo pudiera hacer lo mismo en mi trabajo—, quien como ella, le dan un montón de facilidades en la editorial. Los beneficios de ser amiga de la novia de Boris ¿Te conté que ella le consiguió el trabajo?

—Ya sabía algo de eso —me levanté, dejando a la gatita en el sillón, yendo hacia la cocina. Tenía hambre, y no de cereales con leche, que era lo único que sabía preparar Nash como desayuno.

— ¿Te llevas mejor con ella ahora que sabe que no había nada entre Boris y tú?

Hice una pequeña mueca de desagrado ante la pregunta.

—No lo creo, la chica debe seguir pensando que soy el tonto prototipo de rubia con grandes pechos. Mejor así —prendí un fogón y puse una sartén con aceite suficiente para lo que pensaba hacer.

— ¿Es por eso por lo que no quieres volver a trabajar en TV? —así que todo se reducía a esto, un estúpido interrogatorio.

—No, es porque utilizaron eso para quitarme a Jo —confesé cabreada por volver a este tema por milésima vez.

—Oh... que cabrones —escupió enojada, la entendía, yo también me enojaba por eso cuando le daba muchas vueltas.

—Dijeron que si lo dejaban conmigo estaría demasiado expuesto o qué sé yo, de todas maneras, lo que terminó por decidir el fallo del juez fue la situación de mamá. Da igual, voy a solucionarlo, en eso estoy...

—Trabajando en un café donde hombres con la edad de tu abuelo te tocan el culo cada cinco minutos —levantó una ceja en mi dirección mientras yo tomaba un par de huevos del refrigerador y los ponía en la sartén.

—No conocí a mi abuelo, así que no sé si entre dentro del amplio radio de las edades de mis clientes.

—Con un trabajo como ese nunca van a darte la custodia de Jonathan.

—No es lo que busco, sé que estará mejor con su papá y la familia de este, ellos le ofrecen una seguridad que yo nunca podría... lo único que quiero ahora es la posibilidad de verlo más seguido, para eso solo debo conseguir una estabilidad económica decente, y he estado ahorrando... solo me queda solucionar lo de mamá.

ALQUILER DE CORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora