Capítulo 25°: Muy lentamente...

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Pasé una mano por mi boca, ensimismado en los balanceos de cadera de mi rubia vecinita, ella conocía el verdadero significado de la palabra "ritmo". La manera en la se movía solo me hacía pensar en cosas muy divertidas que habíamos hecho, principalmente con esa misma caderita cadenciosa sobre las mías, en mi sillón, mi cama... hace solo en rato en uno de los asientos de mi camioneta.

Ver como bailaba frente a un montón de extraños de la mano de Ángel me provocaba sentimientos contradictorios. Primero había irritación, por algún motivo falto de lógica, me molestaba que tantos ojos masculinos estuvieran sobre su cuerpo curvilíneo, ella era preciosa por donde quiera que se le mirara, la atención era esperada... pero me cabreaba, demasiado para una no-relación. Segundo, había una morbosa satisfacción en que tantos idiotas la miraran, sabiendo que nunca podrían tenerla, obviamente porque ella era mía... por ahora.

Esperaba que les quedara lo suficientemente claro que Sofí no iba a darle una oportunidad a ninguno de ellos, aunque las sonrisas fáciles de mi mariposa pudieran darles alguna esperanza, debería quedarles bastante claro qué clase de ejercicios fueron los que la dejaron con ese incomodo andar.

El tercer sentimiento era preocupación, no era un idiota, sabía que estaba sintiendo algo por ella, aunque ninguno de los dos estuviésemos listos para esa admisión, pero ¿Celos? ¿Posesión? Esa clase de sentimientos no me gustaban en lo absoluto, así como tampoco me agradaba esa pequeña charla de la mañana sobre dominación.

Sí, yo tenía una tendencia, me gustaba tener el control en la cama y eso me había llevado a explorar, aprender e incluso enseñar. Además, ese era un mal de familia, pero... ella compatibilizaba bien conmigo —no solo en un sentido sexual pero ese tema ya era algo más complejo— estábamos bien con lo que teníamos hasta ahora, nada demasiado fuerte, Sofí no podía engañarse a sí misma, estaba seguro de que parte de la atracción que sentíamos el uno por el otro se debía eso, a que me gustaba controlar, en ciertos sentidos, y ella le gustaba someterse. Ir más allá podría complicarnos las cosas... la dominación no solo se trata de sexo, se trata de la sinceridad, de confianza, del deseo de más y tampoco estaba seguro de que estuviésemos listos para eso.

Alguien tomó asiento a mi lado en la mesa en que me había ubicado cuando llegué aquí con Sofí, no me molesté en ver de quien se trataba, había uno de los alumnos idiotas de Ángel que estaba tocando la espalda baja de mi mariposa mientras ella trataba de guiarlo en unos complicados pasos de salsa.

—Así que... ¿Ahora sales con la bailarina de Ángel? —preguntó el tipo que se había sentado junto a mí, demonios, conocía esa voz.

—Alejandro —sonreí y me volteé para darle la mano a mi ex compañero del ejército—, hace tiempo que no te veía.

—No tenemos muchas ocasiones para vernos, estoy lleno de trabajo con el pub y, según lo que escuché, también tú.

— ¿Quién estuvo hablando de mi esta vez? —Sonreí sardónicamente antes de cruzar los brazos y dedicarle una mirada fugaz a mi mariposa—. No creo que haya sido Sofí.

—Oh, no, ella solo ha venido unas pocas veces aquí antes de hoy, a hacer de celestina para Ángel con mis camareras y ayudarlo con sus clases —rio entre dientes.

Así que Sofí estaba haciendo de celestina para el colombiano... eso me alivio más de lo que alguna vez iba a admitir.

—Boris vino aquí la semana pasada, estuvo charlando con mi hermano y su novia un rato, me parece que están organizando una despedida de solteros o algo de ese estilo. Tu sobrino me comentó que estás empezando con una pastelería.

—Es algo así, la verdad es que sí, me ha tenido un poco colapsado el trabajo pero nada que no pueda soportar, sobre todo si estamos hablando de que finalmente voy a hacer lo que me gusta.

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