Capítulo 14°: Mimos de un osito

1.9K 108 31
                                    

— ¿No puedo bañarme con tu jabón? —preguntó la pequeña rubia entre mis brazos mientras pasaba mis manos por su cuerpo, cubriéndola con esa deliciosa esencia a lima.

—No, no puedes —dije, luego besé su cuello y mordí su pequeña orejita, ella se rio pero paró en seco cuando guie mis manos al sur de su cuerpo.

—Yo me limpio ahí —la forma seria en que me miró fue lo que me impulsó a encogerme de hombros y dejarlo ir, en lugar de limpiar sus partes más suaves solté el moño que le había hecho a su cabello y comencé a lavarlo.

Era el shampoo y acondicionador los que olían a menta.

Cuando terminó de limpiarse el cuerpo quiso darse la vuelta, no sabía para qué pero podía imaginarlo.

—Shh... aun no termino aquí.

Gimió mientras seguía masajeando su cabeza, me gustaba la sensación de su cuerpo relajado contra el mío, aunque también era torturador, esta mariposita me tenía más duro de lo que recordaba haber estado en toda mi vida con sus gemidos de satisfacción y suspiros.

Cuando terminé con su cabello finalmente dejé que se volteara para que quedáramos cara a cara... ella era realmente linda.

—Deberías salir de la ducha —le dije, pese a que sus manos ya estaban recorriendo desde mis pectorales hasta la parte baja del abdomen, sus manos suaves y pequeñas también eran tortura, cada cosa que involucrara a mi sensual vecina lo hacía.

—Ya me limpiaste, ahora sería tu turno según lo que dijiste y luego decidiríamos algo importante... —comenzó a besar mi pecho, eso no era bueno, en lo absoluto.

—Si empezamos con esto voy a querer terminarlo y no creo que te sientas en condiciones como para tanto —tomé su barbilla y le besé en la comisura de los labios, sabiendo lo mucho que le gustaba que hiciera eso en vista de que aún no la dejaba besarme en los labios—. Además, el frío no te hace bien si estás en tus días, te vas a enfriar si te quedas a limpiarme.

—Voy a estar todo, menos fría —la manera intensa en la que me miraba no debería ser legal, quería comerme este bomboncito rubio.

—Hazme caso, el día que decida follarte nada me va a detener y he pasado tanto tiempo sin tener sexo que probablemente estemos todo un día en eso —mordí su labio, asegurándome de no ser tan sádico como la última vez pero mordiéndola exactamente en el mismo lugar, para que sintiera los aguijonazos de dolor.

Sofí jadeó contra mi boca, llevando sus manitos a mi nuca y presionándome contra su boca pese al dolor que le estaba causando. La solté antes que la tentación fuese demasiada y terminara haciendo una estupidez.

—Vete a la habitación —le ordené, gruñendo.

— ¿Luego de que esté seca piensas enviarme a mi departamento? —preguntó, sin obedecerme, y con una mirada de desafió.

Ahora que había descubierto su temperamento no podía cansarme de él, me encantaba la pequeña leoncita que llevaba dentro, quería que me rugiera... solo para tener una excusa de someterla, morderla y luego follármela...

Mierda, mis pensamientos se habían desviado hacia el lado oscuro otra vez.

—Ni lo sueñes, hoy vas a quedarte conmigo.

La mariposita traviesa estaba conteniéndose para no sonreír.

— ¿Ah, sí? ¿Ninguna amable petición?

—Al cuarto, ahora —le di una suave cachetada en una de sus nalgas, solo advirtiéndole de lo que le esperaba si seguía desobedeciéndome.

Sofí rio y salió de la ducha, envolviéndose en una toalla y dejándome la otra. Esperé que su silueta desapareciera por la puerta del baño antes de suspirar y llenarme las manos con agua caliente, luego llevármelas a la cara.

ALQUILER DE CORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora