Capítulo 10°: El retorno del Gruñón

1.5K 96 11
                                    

Desperté acariciando el suave colchón de piel que había bajo mi cuerpo. Mmm... que maravillosa sensación, hubiese dormido todo el día si no fuese por mi maldito reloj biológico, pero...

¿Colchón de piel? Levanté mi cabeza muy lentamente de la cuna en el cuello del hombre que tenía a mi lado, apreté los labios, reprimiendo el gemido mortificado que trepaba mi garganta cuando vi el apuesto rostro de mi vecino.

Él estaba profundamente dormido, lo que lo hacía parecer aún más guapo. Maldito fuera por eso.

Los sucesos de la noche pasada se agolparon en mi cabeza como una película en cámara rápida hasta la parte de los títulos, en donde una tierna versión de mi gruñón favorito me daba un beso de buenas noches... un beso que hizo que mi corazón galopara cual caballo salvaje.

Tres veces maldición.

Ahora su pesada mano descansaba en la curva de mi culo con mucha inocencia, comencé a moverme lentamente, sentía mis partes de mujer realmente delicadas, pero cuando entraron en contacto con la excitada masculinidad de Bal eso no les importo, no, porque mis partes de mujer eran controladas por esas traicioneras hormonas que me habían arrojado hasta esta exacta situación.

Eran esas mismas hormonas las que estaban tomando el control de mi cuerpo ahora, cuando me ponía a horcajadas sobre el regazo de Bal y comenzaba a besar su cuello. Las manos del hombre fueron directo a mis nalgas, ya sea consciente o inconscientemente.

Suspendí mi peso sobre una sola mano, guiando la otra hasta la dura polla de mi compañero de cama y sosteniéndola para poder presionar la entrada de mi coño frente ella, muy suavemente, no iba a joder con él, solo quería saber cómo se sentiría alguien de su... talla en mi interior.

Bal comenzó a gruñir y despertarse, frustrando mi tentativa de violación, así que tomé su labio interior entre mis dientes y lo jalé. Si iba a despertar tendría que hacerlo ya, no estaba del todo segura si sentirse tan caliente y tan poco culpable a la mañana siguiente era lógico, pero lo único que había en mi mente en este momento era joder con el magnífico hombre desnudo que estaba sobre mi cama

—Sofí... —gruñó, su voz se oía aún más profunda—, no tenemos condones —me recordó.

Mierda, él tenía toda la razón, y yo no me cuidaba con nada... ese solía ser un buen recordatorio de porque tenía que abstenerme, pero, al parecer, había perdido su efectividad, tanto sobre mi consciente y subconsciente.

—No importa —ronroneé, finalmente soltando su labio, esperaba que por lo menos le quedara un poco marcado, lo había mordido con fuerza solo por eso—, solo no te vayas dentro... —mis mejillas se encendieron al decir eso y él lo notó.

Me quedé viendo sus maravillosos ojos entreabiertos, se veían incluso más claros con la poca luz que se colaba por las cortinas.

— ¿De verdad quieres hacerlo ahora? —preguntó, presionando un poco más de sí...

Gemí, esto dolía, pero seguía queriéndolo.

—Estás sensible por lo de anoche... y demasiado apretada para mi tamaño.

Medio sonreí y lo miré, él parecía verdaderamente preocupado ¿Dónde estaban mis gruñidos?

—Solo un poquito más —pedí moviendo mis caderas, logrando sacarlo de mí. Hice una mueca—. ¿Y si voy yo abajo?

— ¿Qué eres? ¿Una gatita en celo por las mañanas y una mariposa en la noche? —me tomó de la cintura y nos hizo girar en la cama.

Abrí mis piernas para él, para que tomara posición entre mis muslos.

ALQUILER DE CORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora