Capítulo 41°: Sin palabras

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El lugar maltratado en mi mejilla, donde acababan de golpearme, ardía y palpitaba. Joder, y la maldita culpa seguía ahí... mejor dicho, aquí.

— ¿Tenías que darme con toda tu fuerza? —cuestioné a mi tía pequeña.

—Estabas siendo un culo —se encogió de hombros—, revolcándote en toda esa auto miseria por haber peleado con el vecino y golpearlo sin darle una oportunidad de explicar nada.

—Eso no está siendo de ayuda —gruñí, sintiendo como la humedad volvía a acumularse en mis ojos...

Había pasado una buena cantidad de días desde ese incidente, había evitado encontrarme con Bal y lo estaba consiguiendo pero... a partir de mañana las cosas serían muy diferentes.

—No olvides que estaba justamente aquí cuando ocurrió lo de su escenita de drama de televisión, sobrina, y de mis labios escucharas exactamente lo mismo que ese día. Estas magnificando todo esto ¿Por qué no le das una oportunidad de hablar? No para que vuelvan, no lo sé, tal vez solo para que puedas cerrar el ciclo o esas cosas que dicen siempre en el horóscopo.

—Ya está todo cerrado entre nosotros.

—Mentira —me acusó.

Sí, era una horrible mentira pero era lo único que me estaba manteniendo a salvo en estos momentos, si le daba una oportunidad de hablar... sabía que lo perdonaría y había líneas que no podía cruzar... no podía.

— ¿Sabes? —Siguió con su discurso—. Ni siquiera creo que te haya importado tanto como quieres que todo el mundo piense.

Mi boca se abrió con pura incredulidad.

—No tienes idea de...

— ¿Qué no tengo idea? Estoy enamorada de un hombre que estuvo mucho tiempo pensando en otra mujer, hasta que yo llegué a su vida, pasamos por muchas cosas pero en el instante en que creí que podría perderlo por ella ¿Recuerdas lo que hice?

Apreté mis labios en una dura línea, sabía que era lo que había hecho, podía recordarlo como si solo hubiese ocurrido ayer.

—Yo no estoy hablando de amor —contesté simplemente.

—Yo tampoco lo hacía en ese momento —me miró con suficiencia— pero Des siempre ha hablado de amor, desde un principio supo que lo que había entre ella y Noah se trataba de eso ¿También hace falta que recordemos la manera en que la trataste?

—Basta, Nash, ya me siento bastante culpable y arrepentida solo con pensar en lo estúpida que fui al dejar que Bal...

— ¿Al dejar que qué? Dios, fuiste tú quien fue por su culo —levantó las manos con exasperación hacia el cielo.

—No tienes como saber algo así —abracé mi cintura protectoramente... no sabía cómo, pero ella tenía razón y eso me estaba haciendo sentir vulnerable, odiaba sentirme así, sobre todo ahora.

—Lo tengo, sé cómo eres y, no he leído el libro sobre la vida del vecino, pero antes de ti no le había sonreído ni a un perrito simpático en la calle, mucho menos coquetear con nadie. Así que o le enseñaste tu escote o lo emborrachaste hasta que tuvo el valor de bajártelo él mismo.

Sip, había sido la segunda.

Suspiré, sintiéndome cansada de luchar contra todo, contra lo que sentía por Bal, contra las protestas de Nash, contra esa fuerza que me llamaba junto a mi osito como si él fuera la cabeza de Newton y yo la manzana.

— ¿Qué quieres de mí, Nash? ¿Que vaya y le pida disculpas por algo que él no me dijo?

—No, quiero que vayas y que lo escuches, quiero que entiendas porque hizo lo que hizo, si es que tiene alguna explicación sobre eso, luego muevas tu culo hasta aquí y lo pienses todo detenidamente otra vez para ver si quieres seguir adelante con tus planes de loca precipitada.

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