Se supone que debía mantenerme firme en mi punto, yo no quería lo que ella, yo quería más, ella solo quería sexo... pero ahí estaba, con sus pequeños hombros encogidos y los ojos rojos, la había escuchado llorar incluso antes de que abriera la puerta.
Sofí estaba loca, ella no quería solo sexo, de otra manera no habría reaccionado de esa forma hace un rato y no estaría reaccionando de esta forma ahora y, posiblemente, lo mejor de todo es que con su actitud no hacía más que demostrar lo mucho que le importaba.
Dios, era un cabrón por sentirme tan alto que podía tocar las nubes si extendía las manos hacía arriba. Yo le importaba.
Me detuve detrás de ella y cogí una de sus frías manitos de artista entre la mía, mucho más grande y cálida. Sofí se reusó a mirarme, no me importaba, mientras pudiera escucharme.
—Realmente... —comencé, pero antes de que pudiera seguir me vi interrumpido por ella.
—No quiero terminar —declaró con firmeza, su voz tenía un ligero temblor que no la hizo menos decidida. Se giró para mirarme a la cara y la vulnerabilidad en sus ojos claros, el dorado mezclándose con las motas verde-gris, me rompió—. Sé que dije que no me importaba... y que te tiré mi zapato pero creo que, si hablamos, aún podemos arreglar las cosas. Lo dijiste ayer y te lo repito hoy: no te vayas, Bal... no me dejes.
—No voy a hacerlo —declaré, acariciando su muñeca con mi pulgar—. Me quedaré.
—Pero tienes que ir a trabajar —mordió su labio inferior.
—No podía dormir, mariposa, aún me queda una hora para llegar —confesé, bajando mi cabeza para rozar mis labios contra los suyos—. Podemos hablar... o reconciliarnos.
—Sé que tuvimos mucho sexo ayer... pero aun te necesito —puso sus manos en mi cintura, abrazándome contra su pequeño y curvilíneo cuerpo.
—Yo también te necesito —reconocí—. Necesito demostrarte porque "solo sexo" no funciona para nosotros.
—Sí, por favor —suplicó parándose de puntillas para besarme, sonreí y me agaché para que pudiera hacerlo mientras trasladaba una de mis manos a su espalda y la otra a la puerta, haciendo girar la llave y abriendo la puerta.
Entramos en el departamento y ella murmuró algo sobre una maldita puerta quisquillosa, no entendí a qué se refería pero eso era lo que menos importaba en este momento, el tiempo corría en nuestra contra.
—Quítate los pantalones —le instruí mientras me quitaba la sudadera y la dejaba caer al piso, ella me dedico una mirada caliente mientras bajaba lentamente sus pantalones elásticos.
—Esa camiseta te queda muy ajustada ¿no te incomoda? —preguntó la muy seductora.
—Creo que sí —tomé el dobladillo de mi camiseta y la tiré por encima de mi cabeza, cuando escuché su jadeo sonreí ¿Siempre reaccionaría así?
Estaba tirando el trapo al piso cuando ella volvió a acercarse a mí, poniendo sus manos sobre mi abdomen y sus labios en la parte superior de mi pecho, justo bajo la clavícula.
—Ahora te voy a enseñar que es el sexo de reconciliación —rodeé su cintura con un brazo, pegándola a mí con un duro apretón.
—Solo no me enseñes algo que me haga querer pelear contigo cada día —dijo sin aliento.
—No prometo nada.
Acaricié el costado de su cuerpo con mi mano libre hasta llegar a su muslo, sujetándola de ahí y, sin ningún esfuerzo, levantándola. Sofí volvió a jadear, había algo en sus sonidos que me revolvía la mente de una manera muy agradable, rodeó mi cadera con sus piernas fuertes y se sostuvo de mis hombros. Chica inteligente.
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ALQUILER DE CORAZONES
ChickLitSofi es hermosa, fácil y boba, todo lo que un hombre podría desear... O ese es el producto que vende en su página "Alquiler de Corazones", destinada a ayudar a todo quien necesite a una muñeca Barbie para aparentar. Pero cuando conoce a su nuevo vec...